domingo, 7 de octubre de 2007

Recordando a Roberto Bolaño

por César Gándara












El 15 de julio de 2003 se apagó una de las voces más influyentes de la narrativa de nuestra lengua. A casi tres años de su muerte, sus amigos y admiradores lo recordarán en el homenaje Celebrando a Roberto Bolaño, dentro del marco del XXII Festival de México, en el Centro Histórico, donde durante tres días se llevarán a cabo mesas redondas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, integradas por escritores y editores de España, Argentina, Chile y México.

Nacido en Chile en 1953, a muy temprana edad, Roberto Bolaño comenzó su periplo por algunas ciudades del mundo. Llegó a la Ciudad de México, donde se inició en el oficio de las letras, para luego regresar a Chile y alistarse en la resistencia que defendería a Salvador Allende del golpe de estado perpetrado por el general Augusto Pinochet. Después de la caída de Allende, Bolaño pasó unos días en la cárcel para después regresar a México, y años más tarde viajar a España, donde se instala definitivamente a finales de los años setenta.

Bolaño cultivó el periodismo, la poesía, el cuento, el ensayo y la novela -género que en el que quizá hizo su mayor aportación-. Entre sus obras más importantes están los libros de cuentos Llamadas telefónicas, Putas asesinas, El gaucho insufrible, el libro de ensayo Entre paréntesis, las novelas Estrella distante, Amuleto, Monsieur Pain, Nocturno de Chile, Amberes y dos obras capitales: Los detectives salvajes y 2666, novelas de largo aliento que en su conjunto suman casi dos mil páginas, sin contradecir con ello las Seis propuestas para el nuevo milenio, de Italo Calvino, y que marcan un parteaguas en la literatura hispanoamericana.

A partir de la publicación de Los detectives salvajes, la fama y el mito de Bolaño crecieron de tal manera que hasta la fecha la bola de nieve continúa creciendo y no se avizora el momento en que vaya a detenerse. Los detectives Salvajes es la historia de un par de jóvenes poetas, fundadores del realismo visceral que salen a buscar el rastro de Cesárea Tinajero, una misteriosa escritora desaparecida en México en los años posteriores a la Revolución. La búsqueda, el viaje y sus consecuencias, se prolongan durante veinte años. Ulises Lima, Arturo Belano, personajes principales, y Juan García Madero, personaje narrador de dos terceras partes de la novela viajan al norte de México buscando a la poeta. Encontrar a Tinajero es apenas el inicio de un viaje que llevará a los detectives salvajes por caminos y países insospechados, en la búsqueda de algo indefinible, algo que perdieron sin saber cuándo ni cómo.

La estructura de la novela está dividida en tres partes. La primera es el diario de García Madero, donde cuenta los inicios de los real visceralistas –caricatura de todas las vanguardias– y cómo comienzan a investigar sobre el paradero de Cesárea Tinajero; la segunda parte es una serie de entrevistas a gran cantidad de personajes, entre ellos algunas figuras de la literatura mexicana (tanto reales como ficticias), un neonazi austriaco, una fisicoculturista española, un abogado dedicado a la poesía, entre otros. Ellos dan testimonio de los encuentros que tuvieron con los real visceralistas; la tercera parte es el segundo libro del diario de García Madero, que comienza a partir de que él, junto con Arturo Belano y Ulises Lima, comienzan la búsqueda de Cesárea Tinajero en Sonora.

El libro en su totalidad puede ser entendido como un conjunto de diarios y reportajes que alguien recolectó para dar con el paradero de Arturo Belano y Ulises Lima. Es decir, hay un investigador invisible que realiza la novela, presente gracias a la estructura que, inclusive, se deja intuir cuando en la entrevista que hace al estudioso del real visceralismo de la universidad de Pachuca (Ernesto García), éste le responde: “¿Juan García Madero? Ese no me suena. Seguro que nunca perteneció al grupo. Hombre, si lo digo yo que soy la máxima autoridad en la materia, por algo será”.

Los detectives salvajes son Ulises Lima y Arturo Belano, pero también lo es el investigador invisible, quien recopiló la información del diario y las entrevistas que los lectores recibimos en forma de libro. Además, hay un paralelismo entre García Madero y Cesárea Tinajero. Incluso, García Madero adopta la identidad de Tinajero, la suplanta y habita su casa. Ahora García Madero continuará la historia, y quizás el investigador ausente se encuentre en Sonora tratando de dar con su paradero. Los detectives salvajes se convierte así en un laberinto sin salida.

Roberto Bolaño fue merecedor en vida del Premio Municipal de Santiago de Chile, por el libro de cuentos Llamadas telefónicas, Premio Herralde de Novela, Premio Rómulo Gallegos, Premio del Consejo Nacional del Libro y Premio del Círculo de Críticos de Arte por su novela Los detectives salvajes.

En su vida pública no escasearon las polémicas. A propósito del premio Rómulo Gallegos, y según las reglas del concurso, debía ser jurado en la edición siguiente. A consecuencia de su enfermedad, no pudo viajar a Caracas, pero pidió participar en las deliberaciones desde Barcelona, aunque el protocolo establece que si un miembro del jurado no puede estar en el debate renuncia a serlo o se suma al desenlace. Bolaño propuso su propia selección de finalistas e insultó a los miembros del jurado, acusándolos de conspirar en favor de otros candidatos. Recibió una lección del jurado al ser premiado Enrique Vila-Matas, uno de los novelistas de su lista.

Tras la muerte de Roberto Bolaño, una vez que ya se había ganado un lugar en la república de las letras, sorprende a la crítica y a sus lectores con la aparición de su novela póstuma 2666, una novela que en palabras de Eve Gil es “una gran obra, imperfecta y torrencial, que abre el camino a lo desconocido; ora como realidad revestida de ficción, ora como lúdico desafío a quienes han dejado de creer en la vigencia de la novela total”. Con esta obra, Bolaño se levanta de su tumba para continuar el diálogo con los lectores, nos hace recordar los versos de Quevedo: retirado en la paz de estos desiertos/ con pocos pero doctos libros juntos/ vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos.

Al parecer, esta novela estuvo ideada para ser publicada como libros independientes, vinculados entre sí por una serie de circunstancias, guiños y personajes. Al inicio de la novela, hay una nota de los herederos del autor donde se comenta que cuando se acercaba el fin de Roberto Bolaño, éste dejó instrucciones de que 2666 se publicara dividida en cinco libros que se corresponden con las cinco partes de la novela, especificando el orden y periodicidad de las publicaciones (una por año). Después de su muerte y tras la lectura y estudio de la obra y del material de trabajo, realizada por Ignacio Echevarría, surge una consideración de respeto al valor literario de la obra y la editorial Anagrama decidió publicar todos los tomos en un único ejemplar, bajo el título de 2666.

Bolaño fue un innovador, la constante en su obra es la búsqueda de un no-estilo, a partir de los demasiados estilos que maneja y domina. Su literatura siempre fue contestataria, y eso se lo debió a su gran conocimiento de la tradición y al diálogo permanente que mantuvo con ella. De ahí viene su originalidad, porque fue un gran lector. A través de su novela se pueden identificar sus lecturas. Leer a bolaño, en el mejor de los casos, implica tener ciertas lecturas para disfrutarlo de mejor manera. Descanse en paz el hombre, y viva por mucho tiempo su obra.