sábado, 19 de julio de 2008

“Bolaño denuncia esa manera de ser de los humanos: evitar mirar lo que pasa fuera de nuestros muros”. Entrevista a Alex Rigola, director de "2666"

por Andrés Mancini
www.guiadeactores.cl
2008








A pocas horas del estreno en Chile de la obra teatral “2666", basada en la novela póstuma del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003), Alex Rigola, el director encargado de llevar a escena el texto de 1.119 páginas, se da tiempo para conversar y fumar un cigarrillo durante un intermedio del arduo ensayo general, durante el cual parte de los 11 actores que interpretan 40 personajes se comen unos sandwich en los patios de Matucana 100. “Hoy me enteré en el hotel que me han dado la misma habitación donde alojó Bolaño la última vez que estuvo en Chile con su hijo”, comenta Rigola amablemente mientras se cala unas fumadas y observa a los integrantes de su compañía.


¿Te refieres a Lautaro?

Me dijeron que Lautaro no había leído nada de Bolaño hasta que vio el espectáculo que montamos y ahora ha empezado a leer a su padre. Es un chaval, un adolescente.

¿Qué crees que habría dicho Roberto Bolaño si hubiera estado vivo y le hubieras dicho: “Voy a hacer tu obra, el libro, 2666”, que él no alcanzó a ver publicado?
Por la manera como él era de exigente, creo que se hubiera cagado en mí y en mi familia. La obra mantiene mucho el espíritu de la pieza y te digo, su mujer que vio el espectáculo quedó entusiasmada, los editores que han visto la obra y conocieron a Bolaño están contentos con la pieza. A priori, decían que iba a ser un suicidio y en cambio, después de verla, están contentos. No sé cómo habría reaccionado Bolaño, era muy exigente. Pensar que era un hombre capaz de dedicarse a cualquier cosa, antes que prostituirse en el mundo de la literatura o la poesía. Si escribir o leer le suponía trabajar de guardia de seguridad en un camping o en una tienda vendiendo caramelos, pues lo hacía.

¿De las cinco secciones del libro cuál fue la más complicada de montar?
La cuarta parte, la de los crímenes, respira muy bien el espíritu de Bolaño. Si hubiéramos escogido una sola por hacer, habría sido aquella. Sola nos habría llevado a un espectáculo de tres horas, hay mucha síntesis, lo que provoca es el momento de catarsis de la obra. En cambio faltan muchas de las historias. En la quinta parte de Archimboldi, tal como explicamos su época Nazi, por una cuestión de extensión y que no podíamos hacerla más larga, tuvimos que eliminar la parte de purgas comunistas que se cuentan en ese trozo de la novela.





Un año de trabajo le tomó a Alex Rigola adaptar la novela “2666” y llevarla a las tablas mediante una co producción de Teatro de Lliure y el Teatro Cuyás del Cabildo de Gran Canaria. “El trabajo fue duro, normalmente realizo todas mis adaptaciones solo, pero en este caso la extensión era tal que decidí compartir el trabajo con Pablo Ley, ex crítico de teatro de El País y dramaturgo de Barcelona. El resultado es más positivo que si lo hubiera hecho solo, pero en cambio tienes que trabajar el doble, el trabajo final está muy fusionado. No puedes decir esta parte es mío o suya. Lo hice para trabajar menos, vimos el texto cada uno por su lado y luego debatíamos con qué nos quedábamos y qué sacábamos. Esas decisiones dependen mucho de cómo quieres hacer el espectáculo, de la tensión dramática que se quiere crear. Aquí sabes que el espectador va a tener que entrar y ver todo de seguido, no como en la novela que puede leer una o diez páginas y detenerse. Hay diferentes capas, diferentes trabajos”.



¿Está preparado el público para ver una obra de cinco horas?
Al público no le debe asustar esta adaptación ni su largo, porque es como ver cinco espectáculos cortos. Son mil historias o una historia y están contadas con formas de narración muy similares a la novela, donde una parte es más una novela negra y otra una novela romántica o histórica. La primera parte de la obra es básicamente una conferencia sobre Benno von Archimboldi, hecha por los cuatro críticos, lo que pasa es que en medio de la conferencia comenzarán a contar sus propias vidas, los rollos amorosos que tienen entre ellos. La parte de los críticos es básicamente una instalación donde más que la palabra, lo visual y el sonido entran por la piel. La segunda parte no es un monólogo, sino una serie de comentarios hechos al público.

¿En qué espacios se trabajó la obra debido a su extensión?
Acá el espacio escénico va marcando el lenguaje narrativo que se usa, o viceversa. Cuando el público entra a la primera parte ve un espacio escénico y en la segunda es totalmente diferente. La tercera parte que estábamos ensayando recién es una caja pequeñita, los cincuenta minutos que dura esta parte se pasan en ese cuadro. La cuarta es una instalación, un desierto completo. Fuimos a Ciudad Juárez y fotografiamos la desolación.

¿Qué pasa en México con la recepción de la obra que muestra una realidad que los golpea duramente: la muerte de mujeres en Ciudad Juárez que en la novela es nombrada como Santa Teresa?
No la presentamos, a lo mejor no les gustó de forma. En Ciudad Juárez sigue muriendo gente. Una de las denuncias máximas de esta pieza y la novela es sobre los hechos de esa ciudad, es el tema más importante del libro. Bolaño denuncia esa manera de ser de los humanos: evitar mirar lo que pasa fuera de nuestros muros. Ciudad Juárez se crea a través del sistema global, sobretodo con una cultura introducida a la fuerza, donde el poder económico capitalista se desarrolla de una forma explosiva. Esa ciudad es la única línea de frontera donde hay más diferencias de clase social, se puede cruzar caminando desde Juárez, una ciudad de un millón de habitantes en medio del desierto a un paso de El Paso, y se pasa al país más devorador en cuanto a capitalismo se refiere. Esta frontera produce varias cosas, hay instaladas una serie de fábricas con mano de obra muy barata de empresas americanas que esclavizan a los trabajadores mexicanos de la zona; la segunda tiene que ver con economía, un negocio oscuro que es el paso de inmigrantes. Los que atraviesan el desierto y se están jugando la vida son gente que no tiene trabajo sino cogerían un avión, dirían que van a pasar un fin de semana a Las Vegas y no volverían. Es gente que tiene que ofrecer los servicios sexuales de su mujer o su hija para que alguien los cruce el desierto. El tercer polo es un gran cartel de drogas, esto supone mafias y pandillas, todo el mundo va por las calles con pistolas debajo de la cazadora, hay todo un sistema de lumpen y prostitución que genera un movimiento económico que hace que el valor de la vida en Ciudad Juárez sea casi nulo.

¿Quiénes son los asesinos que gobiernan en Ciudad Juárez?
A diferencia de la dictadura en Argentina o Chile, donde uno sabe perfectamente quiénes son los culpables, aquí no hay un asesino, a lo mejor hay cuatrocientos o quinientos asesinos, que son la propia gente del pueblo. Le dan poco valor a la vida y la vida de la persona de adelante tiene poco valor. ¿Quién ha creado todo esto? No creo que haya aparecido por ellos mismos, lo hemos inducido seguramente los países más capitalistas del mundo, esa es la gran desgracia y lo que está sucediendo allá y hay que observar para tratar de evitar. El teatro es esto, no es dar soluciones sino intentar reflejar lo que vemos de la sociedad y cada uno después debe asumirlo, cómo quiere cambiar y hasta dónde puede ayudar o no.