domingo, 13 de julio de 2008

Saldando una deuda

por Patricio Tapia
El Mercurio. 13.07.2008




Candaya es el reino al cual, en algún momento, Don Quijote no duda en ir para luchar contra el malvado gigante Malambruno. Candaya es también el nombre de una pequeña editorial española, nacida a fines del año 2003, dirigida por un matrimonio de profesores: Francisco Robles Ortega y Olga Martínez Dasi.















La vocación, evidentemente quijotesca, de su empresa es también de marcada orientación latinoamericana, según se aprecia en su catálogo, poblado de autores paraguayos, venezolanos, argentinos, bolivianos, y también por un chileno, con el conjunto de estudios recogidos en Bolaño salvaje.




¿Es cierto que vendieron una casa para crear esta editorial y que ustedes hacen casi todo en ella?
Así fue. Era una vieja casa de pescadores, a la que llamábamos familiarmente "La Ruina", en Canet de Mar, un pueblo de la costa de Barcelona, a sólo veinte kilómetros de Blanes, donde vivió Bolaño los últimos diecisiete años. Queríamos rehabilitarla y construir allí "la casa de nuestros sueños". Pero nos ofrecieron comprarla y optamos por el riesgo: la editorial era un viejo proyecto, que hasta ese momento parecía imposible. De repente (y eso produce un cierto vértigo) podíamos elegir. Y es cierto, en Candaya trabajamos sólo nosotros (que además compaginamos el trabajo editorial con la enseñanza) y Francesc Fernández, nuestro diseñador, quien, por cierto, tiene mucho talento. Nosotros dos nos ocupamos un poco de todo: la selección de autores, la maquetación y corrección de libros, la promoción y los contactos con la prensa, la contabilidad... Pero Candaya es, sobre todo, una gran red de complicidades de los amigos que nos acompañan en todos nuestros actos, sin la que no dejaría de ser una quimera.

¿A qué se debe la debilidad por autores latinoamericanos?
A Candaya la precedió nuestra vinculación afectiva con el continente americano, que se ha alimentado de lecturas y viajes. Lecturas que, desde muy jóvenes, nos dejaron huellas profundas (Onetti, Cortázar, Alejandra Pizarnik, Borges, Nicanor Parra...) y casi veinte años de viajes americanos: Guatemala, Nicaragua, Cuba, México, Argentina, Paraguay, Venezuela... En esos viajes empezamos a descubrir a grandes escritores, algunos de ellos verdaderos clásicos o escritores de culto en sus países, que eran prácticamente desconocidos en España. Fue el caso de Elvio Romero y Ednodio Quintero, con los que iniciamos nuestras colecciones de poesía y narrativa. Descubrir a estos autores nos convenció de que -pese a la superproducción de libros que hay en España- había todavía un espacio sin cubrir. Crear una editorial que apostase, sobre todo, por introducir en España autores latinoamericanos era nuestra manera de intentar romper esos maleficios de Malambruno que hacen que haya tan poca comunicación entre las literaturas de una misma lengua. Y es que nosotros pensamos que la única patria del escritor es, en todo caso, la lengua.

¿Qué significado tiene para ustedes la publicación del libro sobre Bolaño?
No nos cabe ninguna duda que Roberto Bolaño es un clásico contemporáneo. Los detectives salvajes y 2666 representan una inflexión en la historia de la literatura, sólo comparable a lo que significó en los sesentas, Cien años de soledad o Rayuela. Por eso las nuevas generaciones de escritores lo han convertido en maestro e ícono. Pero tan importantes como estas razones literarias, el libro Bolaño salvaje y la película "Bolaño cercano" han sido nuestra manera de saldar una deuda personal con el escritor que seguramente más nos ha sobrecogido en los últimos años. Descubrimos a Bolaño con Los detectives salvajes en el año 2000 y ya no hubo vuelta atrás: Bolaño es seriamente adictivo. La apuesta por este libro tenía, pues, algo de homenaje a un escritor que habíamos leído con pasión compartida y que, como sucede sólo con los "escritores que escriben con sangre" (Kafka, Onetti, Bernhard, Sebald...), había de alguna manera alterado y ampliado nuestra relación con el mundo. No hemos saldado esa vieja deuda. Después del privilegio de conocer a la familia y amigos de Bolaño en Blanes..., nos sentimos, más aún, en deuda con Roberto Bolaño.

La colección de ensayo hasta ahora contempla a Vila-Matas, Bolaño y Piglia. ¿Se sumarán otras figuras?
La colección nació para reivindicar a aquellos autores que, a nuestro parecer, abren fértiles e insólitos caminos en la literatura: permiten una nueva manera de leer la tradición literaria e invitan a una nueva manera de escribir, que en el fondo es una nueva manera de entender el mundo. Y en este sentido, los autores que están en la colección son toda una declaración de intenciones: Enrique Vila-Matas, Roberto Bolaño y Ricardo Piglia. Juan Marsé será nuestra próxima apuesta. Ojalá Ronda Marsé (que aparecerá en octubre próximo), coordinado por una de las grandes conocedoras de su obra, Ana Rodríguez Fischer, profesora en la Universidad de Barcelona, contribuya a su reconocimiento fuera de nuestras fronteras, donde el Marsé de la última época, de obras tan deliciosas como El embrujo de Shanghai o tan complejas y turbadoras como Rabos de lagartija, no es del todo conocido.

Bolaño es el primer chileno vinculado a su catálogo. ¿Hay algún otro en perspectiva?
En una ocasión, Eugenio Montejo, el extraordinario poeta venezolano recientemente fallecido, nos dijo que algo que le gustaba de nosotros es que no sólo editábamos buenos libros, sino que teníamos auténtica pasión por conocer todo lo relacionado con los autores que publicábamos: su geografía sentimental, los paisajes en los que habían crecido, las librerías que frecuentaban, sus amigos... Para nosotros resulta fundamental visitar, conocer, entender primero el país de nuestros autores. Así que el viaje a Chile se está haciendo ya impostergable. Y seguro que volvemos con un montón de proyectos literarios. De momento, sólo hay algunos nombres a los que no dejamos de dar vueltas: Álvaro Bisama, Alejandro Zambra, Enrique Lihn, cuya obra narrativa apenas es conocida en España...