lunes, 4 de agosto de 2008

Descubrimiento de un diálogo

por Patricio Pron
La Nación, Argentina. 19.07.2008











En marzo de 2001, el suplemento cultural del diario El País de Madrid reunió en un diálogo a través del correo electrónico a Roberto Bolaño y Ricardo Piglia; como todos los que tienen lugar entre escritores, el diálogo —que puede consultarse en Internet— se compone más bien de un intercambio de monólogos y recuerda la particular correspondencia del músico francés Erik Satie, quien respondía las cartas sin abrirlas jamás. En el diálogo con Bolaño, Piglia trae a colación esa correspondencia y sostiene que "es fantástica" porque todas las cartas "hablan de cosas distintas y ésa, por supuesto, es la esencia del diálogo". Bolaño y Piglia hablaron de cosas distintas sólo en esa ocasión, pero sus obras respectivas contribuyen a un diálogo más amplio, el de los pocos libros profundamente innovadores que transforman la forma de escribir en un idioma. La distribución en Argentina de dos obras monográficas imprescindibles, Bolaño salvaje y El lugar de Piglia, publicadas recientemente por la editorial barcelonesa Candaya, renueva el diálogo entre los dos autores que la muerte de Bolaño en 2003 ha dejado trunco.

La primera de ellas, Bolaño salvaje, fue compilada por el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán y el profesor del Bowdoin College Gustavo Faverón Patriau. Que también Paz Soldán es profesor —en la Universidad de Cornell— queda patente en la composición del libro, que reúne principalmente ensayos académicos sobre la poesía de Bolaño —tal vez la parte de su obra menos leída aún—, la cuestión del desierto y la aparición en ella de mapas y fotografías, las relaciones entre literatura y melancolía en el contexto de la postdictadura chilena, y, sobre todo, la relación de la narrativa de Bolaño con las vanguardias y su sitio en el "canon". A este grupo de ensayos se le suman varias conferencias y artículos de autores como los mexicanos Jorge Volpi, Carmen Boullosa y Juan Villoro, el español Enrique Vila-Matas y los argentinos Rodrigo Fresán y Alan Pauls, entre otros. Los editores incluyen también el conocido "Discurso de Caracas" de aceptación del Premio Rómulo Gallegos de 1998 y una entrevista inédita de Sonia Hernández y Marta Puig, además de una bibliografía del autor. La percepción del mundo, la política, la estética y la genealogía de Bolaño son tratadas ampliamente en una obra cuyo carácter misceláneo sólo admite un tratamiento superficial y ennumerativo en estas líneas. Lo que importa es que, junto con el volumen compilado por Celina Manzoni La escritura como tauromaquia y Territorios en fuga. Estudios críticos sobre la obra de Roberto Bolaño, editado por Patricia Espinosa (ambos de 2003), Bolaño salvaje es uno de los libros imprescindibles acerca de una obra cuya importancia no puede ser sobrevalorada.

El lugar de Piglia. Crítica sin ficción, editado por el periodista y escritor español Jorge Carrión, comparte con Bolaño salvaje el carácter monográfico y misceláneo pero se diferencia de él en el hecho de que, además de incluir artículos, académicos o no, publicados previamente en otros medios, Carrión encargó a un puñado de críticos jóvenes el ocuparse de la relación de Piglia con Gombrowicz, Walsh, Onetti, los rusos y la gauchesca. El resultado es una visión de ratos muy novedosa acerca del autor de Respiración artificial que complementa, y en ocasiones discute con, la de críticos ya consagrados como Graciela Speranza, Daniel Link, Alberto Giordano y Martín Prieto, también presentes en el volumen. La otra novedad de El lugar de Piglia es una selección de reseñas que traza un arco que va desde la de Vicente Battista a La invasión, de 1969, hasta la de Vicente Luis Mora a la edición española del mismo libro, de 2007; el resultado no es sólo una historia esquemática de la recepción crítica de Piglia sino lo que se nos escatimaba a quienes comenzamos a leer a Piglia a mediados de los noventa: lo que habían leído en esos libros sus contemporáneos mucho antes de que su autor fuera reconocido como uno de los más importantes de la literatura argentina. El lugar de Piglia se completa con tres entrevistas al escritor. Al igual que a Bolaño salvaje, a El lugar de Piglia lo acompaña un devedé –una iniciativa poco habitual en el panorama editorial en lengua española y que hay que agradecer a los editores de Candaya– con una entrevista de Emiliano Ovejero sobre cine filmada en el viejo cine Gaumont y el documental sobre Macedonio Fernández dirigido por Andrés di Tella en 1995 y en cuya producción intervino el propio Piglia. El libro sobre Bolaño incluye a su vez el documental Bolaño cercano, que recoge los testimonios de familiares y amigos del escritor como Enrique Vila-Matas, Rodrigo Fresán y Juan Villoro.

En palabras de Piglia, libros como el de Carrión pero también Bolaño salvaje "estimulan la producción crítica y son como bibliotecas móviles". Estas bibliotecas permiten ahora continuar el diálogo entre dos escritores cuyas obras comparten intereses y la pregunta que recorre las literaturas postdictatoriales latinoamericanas y que, en Bolaño salvaje, María Luisa Fischer resume de la siguiente manera: "¿Cómo se podrían llegar a comprender las razones, o más modestamente, el lugar en la historia del que practica la abyección y el crimen? ¿Qué tipo de comunidad y mundo imaginados se pueden contraponer al desastre y la ignominia?". La lectura conjunta de Bolaño salvaje y El lugar de Piglia sorprende un poco porque permite descubrir que ambos autores estaban hablando de lo mismo allí donde hablaban de cosas al parecer tan distintas, y ese pequeño descubrimiento de un diálogo —pero no sólo él— justifican absolutamente su lectura.