domingo, 1 de noviembre de 2009

Tormenta sin ruido

por Patricia Espinosa
Revista Rocinante, Nº 64. 02.2004





En noviembre del 2002, solo unos meses antes de la muerte de Roberto Bolaño, aparece Una novelita lumpen dentro de la colección "Año 0" de Mondadori. Un proyecto coordinado por el escritor barcelonés Gabi Martínez, en el cual siete autores de habla hispana viajarían a siete de las ciudades más importantes del mundo para narrar acerca de ellas en el marco del nuevo milenio.

Una novelita lumpen es la historia de Bianca y su hermano, adolescentes que sufren la muerte de sus padres en un accidente automovilístico. Bianca ingresa a trabajar a una peluquería y el hermano a un gimnasio; lugar donde conoce al boloñés y al libio, quienes les proponen robar la casa del ciego Maciste. El señuelo será Bianca a quién le ofrecen como prostituta. La narración en su totalidad es controlada por la voz de la extraña muchacha que rememora el pasado desde el presente de mujer casada. Bianca es un personaje tan entrañable como Auxilio Lacouture de Amuleto; ambas son una muestra perfecta de la marginalidad bolañeana, conformada por seres extremadamente solitarios, enigmáticos, con una gran vida interior e intensidad para sobrevivir.

Una novelita lumpen transcurre en Roma y este no es un tema menor ya que podría suceder que la temática fuera capaz de “tragarse” el lugar editorialmente forzado o al menos neutralizarlo. Sin embargo, ocurre absolutamente al contrario. Roma es casi un personaje, casi un protagonista y mucho más que un referente. Roma es el único lugar posible en el que ésta historia pudo suceder. Bolaño recoge –en principio- el género peplums, surgido en Italia, que consiste en filmes kitsch de corte épico con personajes mitológicos colosales. En el primer peplum, titulado Cabiria que tuvo como guionista al poeta fascista Gabrielle D’Annunzio, aparece también por primera vez Maciste. Personaje que simbolizaría parte del ideario fascista italiano de la época, orientado a exaltar el sentimiento heroico y nacionalista. La vinculación de Fellini con el peplum, confesada en varias entrevistas, queda plenamente manifiesta con Las noches de Cabiria (1957), un filme lleno de evocaciones surrealistas, en el cual una prostituta romana, deambula por las calles en busca del amor e intentando sobrevivir. Ahora bien, ¿de qué modo se conecta Bolaño con estas dos referencialidades? En su novela, Maciste es visto a partir de su decadencia. Símbolo degradado del pasado épico, de aquella ficción monumental de cartón piedra, exponiendo una crítica llena de ironía en torno al megarrelato el cual solo es posible reciclar a partir de su decadencia. De Las noches de Cabiria, Bolaño recicla la figura de la prostituta desvalida e idealista. Bianca es contratada como prostituta por Maciste; sin embargo, se privilegia su fragilidad, su mirada analítica, su capacidad inagotable para acceder hacia zonas desconocidas de sí misma.

Entre el peplums, Fellini, además del “Informe sobre ciegos” de Sábato o las novelitas burguesas de Donoso, Bolaño realiza un montaje de elementos híbridos y decadentes en su origen pero trasmutados literariamente. Es decir, construye una novela a partir de huellas o resabios de estéticas menores y mayores tendientes a afirmar que la literatura jamás podrá aspirar a un estado puro y que necesariamente a partir de las microhistorias de seres liminares podemos acceder a discusiones de índole metafísico. Bianca excede la simpleza de catalogarla como representante del mal o del bien. Sus palabras generalmente están cargadas de poesía, de una dulzura triste que conmueve y que nos lleva a comprender las sutiles fronteras entre el bien y el mal, los códigos del posible lumperío, entre lo legal y el delito, entre el terror a la soledad extrema y la imperiosa necesidad de afecto.

Una novelita lumpen es una obra breve y bellísima, una especie de “tormenta sin ruido” que nos lleva nuevamente a disfrutar de la entrañable escritura bolañeana.