Felipe
Ojeda
La
Tercera, Culto. 12.01.2018
Acaba
de llegar a librerías un volumen que reúne el debut literario de Roberto
Bolaño, la novela policial Consejos de un
discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, con el cuento “Diario de bar”,
ambos trabajados “a cuatro manos” junto al autor español Antoni García Porta.
¿Cómo
lo hicieron si, en medio de la década de los ochenta, uno estaba en Barcelona y
el otro en Gerona? “La réplica más habitual de Bolaño a esa pregunta era que
primero uno escribía un capítulo y luego el otro el siguiente, y así hasta el
final, dando por zanjado el asunto sin más información”, relata Porta en el
prólogo a la nueva edición, fechado en diciembre del año pasado.
Lo
cierto es que la amplia correspondencia que mantuvo con Bolaño da cuenta de
este asunto: “Es una novela que escribí a dos manos con Toni García Porta. Él
hizo un borrador y yo lo acabé. Nos divertimos mucho escribiéndola, sobre todo
yo”, anota el autor de 2666. “Fue una
época en que trabajaba en una tienda y por las noches dormía allí mismo, no
tenía televisión, no tenía radio, no tenía nada, y me ponía a escribir. Fue muy
divertido”, rememora Bolaño.
“La
verdad es que si no fuera por sus cartas, muchos pormenores se me habrían
borrado totalmente de la memoria”, asegura Porta, que es autor de la antología Algunos poetas en Barcelona. Con el
tiempo, anota el español, “lo que me sorprende (de la novela) no es el
contenido, sino esa nebulosa de recuerdos que vienen tras ella”. “Curiosamente,
el primer recuerdo que tengo es un largo paseo con Bolaño en el que yo le
contaba la novela que por aquel entonces escribía y que no era otra cosa que la
que finalmente nuestro personaje, Ángel Ros, dice estar escribiendo: ese Cant de Dèdalus anunciant fi que recorre
los Consejos por dentro”, añade.
Consejos de un discípulo de Morrison a un
fanático de Joyce,
publicada por primera vez en 1984, cuenta la historia de un joven barcelonés
enamorado a partes iguales de una delincuente sudamericana y de la literatura,
de una vida al límite y de la música de Jim Morrison. Con estas coordenadas,
Ángel Ros, el protagonista, se debate entre su pasión por Ana Ríos y las salvajes
aventuras que comparte con ella, y su vocación como escritor; entre la música y
la psicodelia desatadas, y la quietud del pensamiento bien razonado; entre el
Morrison de The Doors y James Joyce. En cuanto al título, procede del poema
“Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger”, de Mario
Santiago.
Porta
dice que existe una primera versión de cuarenta y cinco libretas, “entre
mediados de junio y el 15 de julio de 1979, a treinta y nueve grados de
fiebre”, cuando la novela llevaba por título tentativo Flores para Morrison.
En
diciembre de 1981, Consejos de un
discípulo de Morrison a un fanático de Joyce toma su forma final cuando
Bolaño propone una serie de cambios en los protagonistas: “a) Fijarlos más en
cierto prototipo que nos permita juegos, guiños al lector; b) aclarar -volver
más compleja- la escenografía por la que se mueven; por ejemplo, hacerla
definitivamente de serie negra; c) trabajar el personaje femenino y añadir tal
vez uno o dos protagonistas más; d) enfocar la novela, tú y yo, como si
rodáramos una película de aventuras, permitiéndonos todos los cortes, todos los
montajes, etc.; e) profundizar la veta joyceana del personaje central; de
hecho, hacer de esto uno de los leitmotivs de la obra; de una manera modesta y
en policíaco, hacer con Joyce -o con el Ulises
de J. J.- lo que este hizo con Homero y la Odisea. ¡Claro! ¡La diferencia es
grande! Pero puede resultar muy interesante, una especie de dripping polloqueano, la traslación de
símbolos y obsesiones joyceanas a una novela rápida, violenta, breve”.
El español aporta otro dato relevante del libro: “Fue Bolaño
quien atacó la redacción definitiva”, ese, por así decirlo, pulido y
abrillantado último con que lo conocemos hoy. “La parte que sigue fascinándome
es el apéndice final, cuando el discurso deja de ser estrictamente novelístico
y se acerca al diario”, asegura García Porta. “Allí encontramos al Bolaño que
luego nos maravillaría en tantos cuentos y novelas, también al poeta, por
supuesto".