Por Martín Cinzano
Publicado originalmente en
Carcaj.cl, 12.2017
Salvo Peso neto, publicado en 2016 por La
Ratona Cartonera, de Cuauhtémoc Méndez no se hallaban libros. “El más simpático
de los infrarrealistas, acaso el único verdaderamente simpático”, según Mario
Raúl Guzmán, permanecía y permanece en gran parte inédito. Entre tanto, Ediciones
Sin Fin publica Uso y abuso / Peso neto,
en total 70 poemas a los que se añade “El Movimiento Infrarrealista y los
agujeros negros de la vida”, presentación-manifiesto de 1987, más un prólogo de
Pedro Damián Bautista.
Casi treinta años
median entre estos dos libros, y si pensamos que mientras se escribían los
poemas de Uso y abuso (1974-1976) Méndez
planeaba alrededor de los veinte y que en Peso
neto (2004) ya rondaba los cincuenta, podríamos tener la imagen de un gran agujero
negro de la vida entre ambos. Resonarán ahí ciertas balaceras, además de
ráfagas más personales y quizá más destructivas, de cuyas actas el poeta dejará
debida constancia como el buen cronista de nota roja que es, pues, tal cual
apunta desde el primer poema de Uso y
abuso, “me propongo demostrar / que aparte de las luchas sociales / existen
vidas íntimas”.
Ese “aparte” puede
oírse también en clave dramática, teatral: al respetable le hablaré de crímenes
y traiciones, de trotskistas devenidos diputados plurinominales, de antiguas
amigas hoy enajenadas, de jefes de redacción y papasquiaros despóticos, en
síntesis: de política, pero sólo si es posible evidenciar en ella los intersticios
por donde se cuela el murmullo (festivo o sombrío) de los descalabros personales,
los proyectos truncos del amor alguna vez posible, ahí cuando, por ejemplo, “tu
belleza se convierte / en un problema político”.
Son principalmente
los poemas del primer libro los que de esta manera acusan recibo de lecturas de
la poesía centroamericana, empezando por el desbande epigramático de Ernesto
Cardenal (el célebre “me contaron que estabas enamorada de otro / y entonces me
fui a mi cuarto / y escribí ese artículo contra el Gobierno / por el que estoy
preso”), en el que la lucha revolucionaria implica necesariamente —y tal vez
antes que cualquier otra cosa— pasar por el fogueo sentimental junto a ciertas
lacerantes dudas pequeñoburguesas. Sin embargo, el hilo se extiende hacia una
tradición o anti-tradición más lejana, la de la sátira latina, e incluso hacia
el aún más remoto cinismo filosófico; como en las afiladas lenguas de Catulo,
Horacio, Marcial o Crates, en los textos de Cuauhtémoc Méndez el poema es
también una hoja de apuntes sobre circunstancias puntuales y trayectorias
políticas específicas, acerca de las cuales se cuchichea en clave de fingido
candor apelativo (con ese timbre tan propio del “canto en falsete” de la parodia, como la caracterizó Gérard
Genette) previo al martillazo despiadado o la pregunta malintencionada. (Leyendo
poemas como “Epigramita interno”, de Uso
y abuso, “Sobre los profesionales del P.R.T” y “Correspondencia” de Peso neto —dedicado el primero a Ricardo
Hernández, el segundo a Pedro Peñaloza y el tercero a Octavio Paz— uno se
sorprende de la existencia, aún, de bardos tan solemnes en tierras mexicanas,
con esos ademanes de capa y toga y palestra, ansiosos por ser captados por
cualquier columna de suplemento cultural o, mejor aún, aceptados en los
pupitres del Colegio Nacional o equivalentes). Méndez irrumpe entonces como
poeta cómico al exhibir estos itinerarios microscópicos y pasar rigurosa
“báscula” tanto a los andamiajes de la escena político-cultural como a su
propia biografía. “Sus preguntas obscenas arrancan la falsa cobertura de
nuestras decencias y nos liberan del yugo férreo del conformismo”, decía Wylie
Sypher acerca del Falstaff de Shakespeare, y en varios de estos poemas Méndez
susurra con insistencia entre versos: ¿te acuerdas?, ¿te acuerdas?, como esa pregunta
que, tan incómoda para la hoja de decencia del progresismo, será mejor
desterrar de la escena.
Pero los residuos permanecen.
(El poeta reinstala la pregunta obscena). La “Globalización” de Peso neto consiste en esta postal
vernácula: “Al pie del altar / a la Virgen de Guadalupe, / sentados en la
banqueta / los muchachos fuman mariguana / y cocinan cocaína para baserolearse”;
mientras, “Dándose la espalda a sí misma, / la clase obrera internacional /
expone las vértebras cervicales de su conquistas / al apetito de las
transnacionales y el capital” (“Análisis”). La especie de anti-promesa
vituperante que era el poeta de Uso y
abuso, aquel machín redentor de putas incapaz de acertar tiro alguno como
no sea contra sí mismo (“Catuliana”), el derrotista de “Experiencia” y
“Discurso de mediacalle”, el utopista de “Lo haremos” y el exultante enamorado
de “Lo común”, perderá pelo, contraerá adicciones, pero no por ello cejará. “La
vida habrá cambiado los vellitos de la historia / y aún, pese al agotamiento,
encontraré calor en tus axilas”; así, Méndez desentona con una “Contracanción”
poco fiable a la hora de rellenar los formularios de cualquier proyecto
emperrado en progresar, y es ahí donde los dardos se dirigen, vaya cosa, hacia
las mujeres, situadas en el lugar de un desengaño que con algo de tremendismo
podríamos llamar contrarrevolucionario: salvo honrosas y rotundas excepciones (la
muchacha proletaria de “Canción cansada”, por ejemplo), otras como la llanera
solitaria de Coyoacán y “todas las niñas de la Secundaria número 18” (“tan preocupadas
porque tronaron matemáticas”), no se salvarán justamente porque se salvaron, y
Méndez se cobrará de la única forma precaria que tiene a mano; como su carnal
Ramón en “Memorándum para una amiga casada”, podría sentenciar con despecho:
“Bertha, / dondequiera que estés la felicidad y la enajenación sean contigo”.
La mujer casada, alguna vez “compañera”, ahora juega en la misma liga de los
ex–camaradas trotskistas acomodados en curules o en cargos públicos de los que
el poeta-sindicalista se ha excluido. (“Que quede claro —decía Cuauhtémoc
Méndez en carta a revista Proceso en
1999— que el suscrito nunca ha sido diputado, mucho menos cuando desde entonces
advertimos que el financiamiento público y la representación plurinominal a los
partidos eran la carnada en el anzuelo del régimen para cooptar y domesticar a
la izquierda mexicana.”).
En ese registro se
oye también “El Movimiento Infrarrealista y los agujeros negros de la vida”,
suerte de balance de una década para ser leído en el Palacio de Bellas Artes,
ni más ni menos. Por supuesto, no es un detalle menor: “El hecho mismo de que
estemos aquí desmiente que nuestra bronca con las instituciones sea únicamente
visceral y válida como bronca en sí misma”, advierte Méndez en un intento por
restar protagonismo al carácter exclusivamente beligerante achacado al
infrarrealismo por “quienes ejercitan sus alquiladas plumas de pavos irreales
en los medios de difusión”. Tales medios son los que, al destacar sólo el escándalo
berrinchudo y omitir las propuestas del movimiento, escamotean aquello que para
el único marxista de la pandilla constituye, en esencia, la práctica
fundamental del infrarrealismo: su lucha contra la alienación y la
mercantilización del arte.
A diez años del
“no nos interesa publicar” de Roberto Bolaño, Méndez parece responder que sí,
que al infrarrealismo —consciente de sus filiaciones, desde Hora Zero a “mi
abuelo” Karl Marx— le interesa desprenderse de su presunta alergia hacia las
instituciones estatales a fin de disputarles hegemonía, pues ¿qué más práctico
para el Estado que desproveer a sus adversarios del interés por alcanzarlo?
¿Qué más funcional al poder que establecerse como Único? Es su estrategia más
difícil de combatir, la más peligrosa —aún más que la trampa del prestigio y la
acumulación—, la que permanece viva y se robustece a diario con becas a la
creación, a la investigación, a editores atentos a cuanto formulario se deba rellenar:
“el hecho de abarcar entre sus tentáculos cualquier manifestación artística que
sale de los marcos establecidos para volverla al cauce de la pusilanimidad, a
través de legitimar un supuesto pluralismo que sólo existe en la imaginación de
quienes hoy, sentados en una silla sin cinchas, llevan de las riendas a un
indómito caballo”. Entre esas formas apantallantes de pluralismo ilusorio, dirá
Méndez, sin duda se encuentra el permiso para “vociferar y presentar libros de
poesía” en el Palacio de Bellas Artes, porque, mientras tanto, “ya las
corporaciones policiacas fraguan alguna nueva redada en contra de campesinos o
colonos en lucha por la tierra”.
Uso y abuso / Peso neto se cierra con este análisis implacable del sexenio
infinito, que también es una autocrítica hacia la estrechez de miras del infrarrealismo
y de quienes delimitan la zona de acción en y para la esfera de la poesía. ¿No
será que también ella, a fin de cuentas, al ver a los muchachos drogándose al
pie de cualquier altar, “pasa por la acera de enfrente / y se persigna”?
Selección de poemas de Cuauhtémoc Méndez
¿A quién si no a
ti, Cuauhtémoc,
le dedico mis
versos?
Pues de todos
cuantos los leen
eres el único que
no hace remilgos
ni se chupa las
muelas.
De Uso y abuso (1974-1976)
CONFIESO:
Las condiciones que padezco
propician el canto de los
pueblos.
Pero a estas alturas,
cuando la Bestia manipula y
confunde,
cuando a los débiles les
hacen creer
que entre el materialismo
histórico y el mariguanismo histérico
no hay diferencia alguna,
cuando nos mutilan,
cuando a nuestras
relaciones las esfuman
o bien cuando las usan al
servicio de sus fines,
tengo el atrevimiento de
cantarle a una muchacha,
pues me propongo demostrar
que aparte de las luchas
sociales
existen vidas íntimas.
ALGO
EN CONTRIBUCIÓN A LA BELLEZA
Helena,
tu belleza se convirtió
en un problema político.
Ahora es necesario
reencontrar en los besos
nuevas formas de lucha,
nuevos besos
a partir de otros ojos,
de otros observar al mundo
porque no hay hermetismo
en una boca con dos
lenguas.
CATULIANA
Dimas le dijo a
Gestas:
—Qué chingaderas
son éstas.
Clamor Popular
Beto:
Acuérdate de la Olivia
aquella
a la que conocimos juntos y
tanto amamos,
a quien deseamos más que a
las modelos
de las revistas con que nos
masturbábamos.
Ésa, la mosquita muerta
que no deshojaba zippers
sino pétalos de rosa,
la que vimos únicamente por
su aduraznada piel
y su manera de manchar la
mezclilla con belleza,
ha fornicado siempre con
quien se lo pide
y nosotros la sublimamos
sin darnos cuenta.
Príncipes azules no fuimos;
si acaso, morenos
redentores de putas.
LA
BALADA DEL VIUDO (¿VERSOS ADOLESCENTES?)
En homenaje a ti,
me había propuesto
llegar a una
célebre tristeza.
Camilo
Pensar que entre tu cuerpo
y el mío
sólo hubo algunas cartas,
música de Rolling Stones
entre cigarros de mariguana,
visitas dominicales al
panteón,
besos cháfaros,
cachondeos musgosos bajo un
árbol a mediodía,
recorridos a museos
polvosos,
sonrisas estúpidas junto a
una fuente
mientras las caricias
envejecían hasta el tope,
conversaciones con tu madre
haciéndole ver las
propiedades de la mariguana,
convencerla de que ahí no
estaba la trampa.
Después,
algunas cartas espaciadas
—pláticas almidonadas—,
lejanas visitas,
hasta que aquellas cosas
se van olvidando.
DE
CÓMO SE ESTÁ PRESO SIN CÁRCEL Y SE PADECE SIN TORTURAS
Patricia, amiga mía,
hoy son los mismos
kilómetros de ayer los que nos juntan;
digo, que nos separan.
Y veo que te me acercas
tanto que peligramos.
Así las cosas no es
conveniente, hermosa,
que clave mis colmillos en
tu nombre.
Escucho a Carol King y no
te olvido:
good bye/ good bye/ good
bye
my love
my love good bye.
Sé que mis amigos dirán,
cuando les enseñe mi
poemita agradable,
que abuso de las voces
coloquiales sin saberlas colocar.
Pero no importa, bella mía,
Porque a cada letra, a cada
palabra, a cada verso
es otro este Cuauhtémoc que
te escribe,
otros sus ojos que te ven,
otra la sensación que tiene
cuando pone Pa-tri-cia.
Verdad, pues, que me
encarcelo en ti y te padezco,
que la distancia la
transformo en tiempo
y que los kilómetros que
habría de recorrer para abrazarte
se quedan en segundos.
Cierto.
LO
COMÚN
Hacía tiempo que nadie me
quería
y yo, para adecuarme, no
quería a nadie,
ni a mí mismo siquiera.
Circulé en el camino del
abuso
de las palabras y los
tranquilizantes,
renegué de la vida y busqué
el suicidio,
pero torpe me dio la
espalda
y sus alas negras huyeron
de mis manos:
también renegué de él.
Sentí, pues, que estaba
definitivamente fragmentado.
Pero hoy me siento un sol,
una galaxia.
Brillo, amo y mi energía se
canaliza
en el intento de
transformar el mundo.
Hoy mi ternura
—rudimentaria forma de
decir: te quiero—
busca tus muslos, Rosario,
tu espalda,
donde las flores nacen como
si fueras El Jardín,
donde reposo de mis
batallas diarias con la historia.
Hoy me siento seguro aunque
me sigan con un piolet en mano,
pues no hay seguridad más
luminosa que tus piernas,
más recia que la fuerza del
cambio.
CONTRACANCIÓN
Cuando pasen mis años
y casi no haya pelo en mi
cabeza,
no tendré energía para
satisfacerte, nena,
pero seguiré siendo
brillante por mi inteligencia.
La vida habrá cambiado los
vellitos de la historia
y aún, pese al agotamiento,
encontraré calor en tus axilas.
Cuando pase mi tiempo
y los hijos que tengamos
rebasen mi pensamiento,
no seré yo el escarabajo
imbécil
que te dé una cajita con
listón amarillo para San Valentín
—el beato Agustín y sus secuaces
serán pura prehistoria—.
Cuando caiga mi pelo
y lo que reste quede
blanco,
saldrán mariposas
fosforescentes de mi boca,
seré aún más cabrón para
contar historias
y a través de mis ojos
sentirás a las noches más calientes.
Cuando sea viejo
y tú ya no recuerdes mis
poemas,
sabrás que es lo mejor,
que el hombre es el que
crece
y que los buenos versos
pasan ensalivando nuestros
cuerpos.
EPIGRAMITA
INTERNO
A Ricardo Hernández en 1976
Políticos como tú
tal vez son necesarios,
camarada:
con tanto bigote,
con tanta fuerza,
con tanto abrazo con las
estrellas.
Y aunque embriagadas de Poder
tus neuronas cortocircuitan
entre la realidad y los principios,
eres un buen agitador.
Pero hay algo que me
produce suspicacia:
que tan embelesado estás
haciendo el amor
con el futuro del Comité
Central,
que se te olvida
que con esos bigotes
comenzó Stalin.
AQUEL
VALLARINO, BRUNO, TAMBIÉN HACE VERSOS;
hace más versos que
nosotros
y los escribe en mejor
papel
que el que usa, por
ejemplo, Mario Santiago.
¡Ah! Pero es una lástima
que costoso papel,
costosa tinta,
tanta publicidad
se desperdicien en sus
versos malos.
Y aunque es de preocuparse,
infrarrealista amigo,
yo no me apuro tanto porque
todos
—nosotros mismos aunque no
queramos—
tenemos algo de Vallarino a
veces.
Digo: a veces escribimos
versos malos.
NO
TENGO GANAS NI DE LAMENTARME
Yo sé,
Mario Santiago, amigo,
que si te muestro mi poema
vas a decir:
“Es muy circunstancial.
No logras explotar las
situaciones,
se te pierde.
Hay líneas deslumbrantes en
tu tono
nomás que no las
aprovechas…
Te complaces, no te exiges.
Además, la descripción te
come y estereotipas.”
Pero bien sabes
cómo me duelen las
palabras,
cómo se me sube la
tristeza,
cómo tanta vida emborracha.
Digo, en el momento que
padezco
no tengo ya ni ganas de
lamentarme
o rebelarme contra tus
argumentos.
DISCURSO
DE MEDIACALLE
El poeta es vasto y vacío
como un sacerdote sin pies
y sin cabeza.
El mundo en su desnudez
invita a pensar en la pureza,
puré condimentado con
esperanza derrochándose en el baño en la huerta.
Cortando guayabas
reiteramos nuestra existencia
y ésta es un papalote
elevado en las tinieblas.
Las palabras de ningún modo
buscan reivindicar actos gratuitos
y a mí me queda poco por
decir.
Mugiendo como toro castrado
en la mañana trato de salir de un museo.
Después que el mundo perdió
su inocencia
y el dinero corroyó los
actos humanos,
en las mañanas cayeron
tubos de dentífrico gastados
sobre los botes de basura,
el pan Bimbo ganó adeptos,
la Chrysler cerró sus
fábricas obligada por el ocaso de la demanda,
sobre nuestros oídos
sonaron despertadores incitándonos
al desconcierto en los
transportes,
a los actos gratuitos en la
oficina,
a las miradas lúbricas
sobre los culos en capullo de las secretarias.
Yo me he envilecido con las
palabras
dibujando sucesos
epidérmicamente, flores marchitas, olores rancios,
contribuyendo con mi
granito de arena
para la justificación del
capitalismo y sus playas
anegadas de cangrejos
mecánicos.
El régimen político.
Esa pelota de futbol que se
desinfla, el cuero está podrido,
las patadas de la
oligarquía financiera hacen su efecto
hasta que el público
enardecido salta a la cancha.
Ahí, los designios de Dios
vuelven a ser puré y esperanza.
La prensa en este país es
un féretro infecundo: no tiene cadáver.
Sola en su contemplación.
El dinero de los garbanzos
en la olla de los puercos.
En ese sentido,
la belleza ha dejado de ser
un ataque de epilepsia
y sólo nos queda la lujuria
degollándonos como guajolotes
el doce de diciembre.
La pureza atravesó las
relaciones de cambio
y fungió de presidenta en
la sesión donde se vendió a la justicia.
Las palabras se hicieron
mercancías en los puestos burocráticos.
La Catedral de México es un
monumento al capital.
Carlos Marx retratado para
adorno
en las oficinas del Partido
Comunista Mexicano.
Chavitas corriendo,
delirantes
por ser en una foto
tiernas-rositas-del-Luxemburgo,
mientras decenas de
castrados masturban conceptos de café,
dan las nalgas por una
pistola,
se suicidan en los portales
días sobre días,
esperan su oportunidad para
ablandar la competencia
creyendo que el mundo los
espera con las piernas abiertas,
que un puestecito en el PRI
para seguir estudiando.
El dinero ha machacado
soledad,
traicionado al amor y a los
pájaros.
¿Cómo tenerles confianza a
las palabras?
CARTA
A UNA LLANERA SOLITARIA CON CRINOLINA DE ARO QUE SEGÚN SUS PALABRAS –FICCIÓN,
PURA FICCIÓN– SE DIVIERTE AVENTANDO RADIOS DE TRANSITORES A LOS TRANSEÚNTES QUE
NAVEGAN LAS CALLES DE LA COLONIA QUE SUFRE SU PRESENCIA
Destino: Coyoacán.
Un edificio,
un multifamiliar,
un condominio con los vidrios de las
ventanas muy brillosos…
Total: un penthouse muy alto,
pero que no le toca ni los pies al cielo.
Seguro seguro
que pelas la naranja
después de la comida
con un cuchillo impecable
de cocina;
limas tus uñas, vistes
mezclilla y te emociona
cuando hablas de la
revolución con un obrero
o una chica proletaria hace
de ti su confidente
hasta exclamar: “¡Qué
conmovedor! ¡Qué conmovedor!”,
mientras llegas a tu casa
sana y salva
a tomar chocolate
calientito,
pan con mermelada,
un suéter para este frío,
música de Vivaldi y
“hasta mañana, mami, que
sueñes con los angelitos”.
Eres angelical.
Mas no se trata de eso
ni de tomar cerveza de vez
en cuando en Garibaldi
y rescatar líneas –ruinas–
de poemas frustrados
hasta sacar a flote lo que
te interesa y decir:
“El suceso concreto ya lo
tengo”,
para luego escribir dos
tres acciones anecdóticas
que no te sacan de la ostra
de tu departamento:
conexiones de baches con
asfalto,
viento podrido…
–perro muerto tirado en un
baldío cerca de tu casa.
En ese caso,
mejor cerrar la ventana y
pensar en el mar
como en un trapo guando que
te pega en la cara.
Pero el mar, desde aquí en
Garibaldi,
después de pasar por San
Juan de Letrán
y ver a una mujer correr
gritando
alrededor del Palacio de
las Bellas Artes,
es algo más que un pañuelo
sucio,
que el mingitorio de Dios:
el hogar-dulce-mar de los
náufragos,
y los trapos aguados que le
encuentras
se borran o se manchan con
caricias.
Mejor así:
Regrésate
a tu cuna,
olvida
que viviste entre floreros de porcelana china,
zapatos
lustrosos, cocina funcional, ropa en París-Londres,
exención
de impuestos, paseos en Volkswagen,
madrinas
escritoras, concursos de poesía,
teléfono
cerca de la cama, gran imaginación
para
arrojarle a los peatones hasta tus pantaletas.
Cuando vuelvas,
haz de cuenta que el Metro
sigue siendo el Metro.
Súbete a él;
aprende a mover las nalgas
como si fueras secretaria,
los ojos como un satélite
ruso,
tu cuerpo como si te
desenvolvieras en el cercano mundo de la farándula
y exporta azúcar,
la tienes en el cuerpo y a
cada rato
–¿tu familia será?– le
pones en la madre.
¿Conforme? No.
Las cervezas nos indican el
rumbo
y haremos el poema.
CANCIÓN
CANSADA
A esta muchacha le nace una
rosa en la entrepierna.
Es ella por ella y por los
hijos que vendrán.
De sus manos brotan cientos
de abejas en caricias
y el mundo gira en sus
pezones.
En sus axilas un olor loco
dando vueltas
nos conduce a decir
que la mujer no es puro
corazón ni puro sexo.
El hijo que llevaba en el
vientre
no sabrá del dolor que
generan las calles,
el esfuerzo de construir un
puente
no será ya su esfuerzo,
el mundo se acabó para él
como se acaba para las
hormigas de un parque.
No podrá ser un solitario
adolescente en la onda del conecte,
ni sentirá la angustia de
una cobija helada,
ni sus ganas conocerán a
una mujer
que le ayude a encontrarse,
músculo a músculo, consigo.
Porque él no fue,
no aumentarán los
desempleados.
Esta muchacha representa la
fuerza
que siembra las semillas
huyendo en desbandada,
es todas las mazorcas
sitiando a una ciudad
construida sobre agua.
Su amor procede de dos
sexos
unidos bajo un techo de
cartón
que hizo que el tiempo se
sonrojara.
Su padre construyó
condominios donde nunca vivieron,
escuelas a las que nunca
fue,
iglesias en que nunca rezó,
mercados donde los
alimentos
rebasaron el precio del
trabajo.
Su madre coció té bajo un
tejabán agujereado.
El sudor de su cuerpo cayó
en masa de pan y de tortillas
y a veces en colchón,
sus manos se le
encallecieron,
le dolió la espalda frente
a una Singer,
perdió sus ojos tratando de
pasar
por el ojo de una aguja sus
recuerdos,
aceptó su destino como las
playas del océano.
Supo de la dureza del mundo
y abrió las piernas con
dulzura.
Esta muchacha percibe ya
que el mundo es duro.
Su hijo no llegó porque era
un plato más,
porque era blusa,
pantalones, libros,
alguien gastando su
potencia
en las agencias de empleos
o lumpenviviendo.
Sin embargo, ella siente el
amor
como un trago de mezcal en
noche fría.
Siente que el mundo es
mundo pero no está como debiera.
De Peso neto (2004)
PESO
NETO
Escondrijo del
resentimiento social,
mi corazón es nido del amor
a mis semejantes
y hasta los de otras
especies animales
y reinos de la naturaleza…
Pero condena sin remisión
a todos los orejas,
los chivas,
los dedos,
los ojetes,
los culeros…
MI FAMILIA
en este país,
es de las pocas
que no viven del gobierno.
Nuestras demoras en los
pagos
de los servicios públicos
son los únicos negocios
que tenemos con él.
YO SOY
CUAUH-THOR
Los que informan, no
informan.
El evento cultural más
interesante
de la Semana Santa en
Michoacán
no es la procesión al
Calvario,
llamada por el pueblo llano
Vía Crucis,
sino el apareamiento o la
procreación,
como quieran nombrarle:
coger y hacer hijos,
o simplemente coger sin
tener vástagos.
Pero no con-trabajo, sino con
placer
para complacer.
El contrabajo es de los
violines.
Precisamente de las violas,
los cellos y los violoncellos,
mas no de las arpas ni las
balalaikas ni las guitarras,
aunque éstas también tengan
cuerdas,
mucho menos con las cuerdas
del piano
porque pian-pianito te
acuerdas
y te van tocando.
Si aquel es un canta-autor
y el otro un coautor,
yo soy un cautín-cautor,
pero sobre todo
un Cuauh-Thor.
FE DE
RATAS
Bernal Díaz del Castillo lo
confesó:
los españoles vinieron por
el oro,
por la tierra
y dizque a poblar…
Lo de los esclavos ya fue
ganancia,
robada incluso
a la adversidad de la
viruela.
ANÁLISIS
1
Dándose la espalda a sí
misma,
la clase obrera
internacional
expone las vértebras
cervicales de sus conquistas
al apetito de las
transnacionales y el capital.
Todos los gobiernos del
orbe
--desde la remota China
Popular hasta el Tío Sam--
copatrocinan esa
carnicería:
la venta individual de la
fuerza de trabajo.
2
El que no quiere ver,
ni con colirio limpiará sus
ojos;
quien no quiere oír,
ni destapando sus oídos
escuchará,
así fuera la voz misma de
Dios
o el susurro del Diablo lo
que hablase.
3
Arrebatados por la
animalidad,
con gozo poblamos el
planeta,
cultivando las artes del
amor y la guerra.
Sobre nuestras cabezas
elevamos dioses y demonios;
y placeres sin número
practicamos.
Se queja el individuo de su
efimeridad.
CORRESPONDENCIA*
En tu casa, Octavio,
de palio apócrifo recibes
para lucir obras de los
grandes pintores contemporáneos,
tapices persas, esculturas
de la antigua Grecia
y cerámicas prehispánicas.
Empastadas en piel y con
lomos dorados,
las mejores voces del mundo
en tus libreros
duermen el sueño de los
justos,
mientras tu criada sirve a
tus invitados
té de la India en
porcelanas chinas.
No se puede negar el buen
gusto
de tanta riqueza humana
allí reunida en gran barullo,
pero de paz no hay nada,
salvo los versos con que lo
manchas todo.
* Redactado por
Cuauhtémoc durante un café mañanero en El
Gran Premio el día que se dio la noticia de que el Premio Nobel de
Literatura de ese año (1988) se había otorgado a Naguib Mahfouz; lo precedía
una misiva para los periódicos del Distrito Federal:
Señor director:
Como tantos mexicanos indignados por la miopía de
la Academia Sueca que le impidió otra vez a Octavio Paz acceder al Nobel, para
desagraviar ese desaire a una de las luces de las letras nacionales
contemporáneas, un grupo de entusiastas amigos se reunió bajo la divisa: “A
falta de galardón, poema”, y en la siempre viva vena latina elaboró el
siguiente epigrama que rogamos inserte en su correspondencia.
Lo firmaba la
brigada del Movimiento Infrarrealista “Por la paz de Nobel”, y entre paréntesis
los nombres: Cuauhtémoc Méndez, Iván Guzmán, Pedro Damián Masson, Mario
Santiago, Ariadna Polifema, Mario Raúl Guzmán, Mauricio Chávez, José Pedro,
Ramón Méndez, y el aporte anarcolinista de José Luis Colín. (Nota de Ramón
Méndez Estrada).
SOBRE
LOS PROFESIONALES DEL P.R.T.
Recuerda, Pedro,
lo esmirriado de los profesionales
cuando el PRT
carecía de registro en
Gobernación:
los frecuentes boteos
apenas alcanzaban para que
malcomieran,
pero esos días felices
removimos las losas y las
peñas
con que los poderosos
quieren tapar el Sol.
Y aunque ahora
te sientes entre levantadedos
y gordo y rozagante
aún puedas vociferar,
espero que los cheques
que expide Manuel Barttlet
no te causen amnesia…
A menos, Peñaloza,
que tu apellido
retrate cabalmente
lo que hay en tu cabeza.
DIBUJO
Bajo el cierzo de la
publicidad,
los directores y
subdirectores de los diarios
doblan sus de por sí
encorvadas espaldas
en caravanas similares
a su contemporánea
ancianidad social.
Veneran los poderes de los
vientos del Norte.
Se creen los sacerdotes de
la comunicación.
Critican y deciden sobre lo
que es publicable,
sea por consejo de su
propio bolsillo
o del barril sin fondo de
Gobernación.
RENUNCIA
No sé si de Herodes
la calva aureola ciñe tu
cabeza,
o si de Pinocho
sus largas historias imitar
pretendes.
Sólo sé, Castilleja,
que en los pasillos del
sicofante diario te paseas
murmurando cuentos falaces
sobre mi renuncia:
que si la ideología de El
Nazi-Onán
era incompatible con mi
vida bohemia… etcétera.
Pero sabes mejor que nadie
que todo fue un desplante
tuyo:
dilapidaste tu ser subdirector
expulsando a mi hija de la
Redacción
y esa gota de vinagre
fue la que derramó mi bazo.
Entérate por siempre
que prefiero en mi rostro
el arado de las manos de
Ariadna,
a que un salario mísero
destroce mis bolsillos.
BÁSCULA
Me pueden pasar báscula:
en mis bolsillos
no encontrarán
ni un mísero salario.
CORRECTOR DE
NOTA ROJA
De un tajo
cortáronle a la dama sus
sueños;
y a mí, las esperanzas de
un aumento de salario.
Ella caminaba por allí
revoloteando con su
sensualidad anónima en el viento;
yo, hasta mañana corregía
en el vespertino los errores ajenos.
Ella buscaba un consuelo
para su soledad;
yo, el mínimo al menos.
Ella encontró catorce
centímetros de cruda realidad.
La noticia se publicó en la
última edición del Diario de México,
cuando cerraron el
periódico
y me quedé sin sueldo.
HOJEANDO UNA
REVISTA PORNOGRÁFICA
miré una página de anuncios
y encontré que decía:
“Corazón: 15 mil o 20 mil
dólares
Hígado: arriba de 150 mil
por rebanada
Córneas: 4 mil cada una
Leche: 10 dólares el medio
litro
Huevos: 2 mil por cosecha
Pulmón: 20 mil (entero o
alvéolo)
Riñón: 10 mil-50 mil por
rebanada
Tejido fetal: mil 200 por
libra
Médula de hueso: 10 mil por
taza
Piel: 50 por pedazo
Cuerpo entero muerto:
50 mil si murió hace menos
de 15 horas
mil si tiene más de 15
horas muerto”,
y quedé estupefacto.
PIRUL
Ándate con tiento,
árbol.
Cuida el verde
de tus hojas
lanceoladas,
la fortaleza
de tus ramas,
los rojos frutos
que los vientos de abril
te arrancan.
Ándate con tiento
y cuida todo eso.
Pero más que del viento,
cuídate
del peso
del futuro cadáver
del ahorcado.
NOTA ROJA
Tomás cosió a balazos a su
cuñado.
Rosalía se robó tres
pantaletas y un brassiere.
Elizabeth se llevaba el
Resistol 5000 entre la blusa.
Salomón se masturbó en su
cuñada.
José Armando quiso desnudar
a mordidas a Hermelinda.
Toño se robó tres borregos.
Juan Carlos se enfrentó a
plomazos con la policía.
Elenita dejó tirada a su
recién nacida.
Jorge quiso masturbarse en
su sobrinita.
A Esteban, Raúl, Pepe, Juan
Manuel y Roberto
los atoraron con cuatro
kilos de opio y heroína.
Oberto, Juvenal, Gregorio y
Edmundo
festejaban su graduación y
manejaron ebrios;
hoy lo lamentan sus
respectivos deudos.
GLOBALIZACIÓN
Al pie del altar
a la Virgen de Guadalupe,
sentados en la banqueta,
los muchachos fuman
mariguana
y cocinan cocaína para
baserolearse.
La gente pasa por la acera
de enfrente
y se persigna.
Cuauhtémoc Méndez Estrada (Ciudad de México,
1956-Morelia, 2004), poeta cofundador del Movimiento Infrarrealista,
periodista, dirigente sindical. Escribió los libros de relatos Contando historias, Los cuentos de Simona y El rebaño (inéditos), además de los
folletos de poesía Blanda noche
dentro del horno y la hoja Calandria
de tolvaneras número 6. Su obra poética se concentra en Uso y abuso (1974, 2017), Versos sueltos del verso continuo de la vida (inédito),
Morras y mazmorras (inédito), Sin comas, 5+, cinco más (inédito)
y Peso neto (2017).