El Mercurio, 10.08.2002
En Blanes (España) hace un calor sofocante y el estudio de Roberto Bolaño no tiene aire acondicionado. Este escenario hace más tediosa la tarea de lidiar cada día con las mil páginas que tendrá su próxima novela "2666", cuyo título amerita "una extenuente explicación". Ya en la cuenta regresiva para la entrega del Premio Nacional de Literatura nadie se exime de aportar su granito de arena en términos de dimes y diretes. A Roberto Bolaño el tema no le va ni le viene, pese a que la crítica lo considera una de las grandes voces narrativas del momento, ganador del Premio de Novela Romulo Gallegos, en una ocasión señaló: "Me encantaría que en Chile me quisieran y no salieran imbéciles diciendo que no soy chileno. En ese sentido no me deja indiferente una buena crítica, pero tengo la piel dura y sé aguantar golpes". Con todo, el asunto del mayor galardón literario nacional no le quita el sueño. "No estoy nominado al Premio Nacional. La verdad es que una vez dije lo que pensaba de Skármeta y de Isabel Allende, en tanto escritores. Si debo optar entre él y ella, me quedo con la Allende, pero escogiendo entre la espada y a pared. No me parecen candidatos muy representativos de lo que puede ser la literatura chilena, lo que alguna vez fue o pretende ser. Ni uno ni otro han hecho demasiados esfuerzos por hacer literatura", asegura el literato. "Como esto parece ser una especie de elección en medio de una tribu de caníbales, hay que escoger el menos malo, por ello me quedo con la Allende antes que con Volodia Teitelboim. ¿Qué obra de este último tiene un cierto valor literario? Más bien, con su actitud dogmática, ha sido un genio -hablo del Volodia joven- de la antología famosa, pero claro, no vas a estar toda tu vida con una obra que hiciste a los 20".
¿Considera que este Premio ha adquirido un descarado tinte político?
Me parece nefasto, pero no es más que gente que está escupiendo al cielo. Lo único que está haciendo Zurita es aumentar un cierto desprestigio, porque sí se mereció el Premio Nacional, pero su actitud actual, que apunta a la de un burócrata, a la de un funcionario, además, "cahuinero". Supongo que debe ser propio del masoquismo de Zurita, ampliamente demostrado.
¿Qué pasa con su producción?
El Premio nacional me las trae flojísimas, no me interesa en lo más mínimo. Hay dos poetas grandes a los que leo y releo: Enrique Lihn y Jorge Teillier y no obtuvieron el galardón. No haré ningún lobby para que me postulen.
Muchos críticos valoran "Los detectives salvajes" y su injerencia en México, donde se hablaba de las cosas que decía "el niño Bolaño".
"El niño" Bolaño en 2003 cumple 50. Lo que se diga de mi obra en México me tiene sin cuidado. Ahora me están traduciendo en Francia, Suiza, Alemania, Italia y si me preocupara de lo que dicen dejaría de escribir. Mi último viaje fue a París, donde se publicaron tres novelas mías de un golpe, que tuvieron una acogida crítica que no me esperaba. Aparecí en la portada del suplemento cultural de Le Monde. Me da vergüenza porque a Hans Georg Gadamer, un intelectual al que adoro, sólo le dieron una reseña.
¿Qué viene ahora?
Esta novela larguísima, una obra monstruosa, que da para todo. A veces me preocupa la recepción del público ya que es un salto al vacío, porque la apuesta es muy alta. Tiene que ser con una estructura novedosa, los argumentos siempre son los mismos, pero la estructura condiciona la prosodia y eso es realmente una pesadilla.