miércoles, 16 de julio de 2008

Familiares de Roberto Bolaño despidieron sus restos en el Mar Mediterráneo

www.cooperativa.cl
16.07.2003











Luego de una ceremonia laica sus restos fueron arrojados a las aguas por su hijo Lautaro.

Sólo familiares cercanos al escritor chileno Roberto Bolaño se reunieron en la localidad española de Blanes, en las cercanías de la ciudad de Barcelona, para despedir sus restos, lo que fueron esparcidos a las aguas del Mar Mediterráneo por su hijo Lautaro, de 13 años de edad. El autor de “Los perros románticos” falleció el lunes a causa de una insuficiencia hepática.

Blanes, lugar donde vivía Bolaño desde 1981, es fundamentalmente una ciudad turística que en la temporada veraniega duplica su población, estimada en sólo 30.000 personas.

Previo a este acto privado en Blanes, un centenar de personas, entre familiares y amigos del escritor, participaron en una ceremonia laica en el tanatorio Les Corts de Barcelona. En la oportunidad, el escritor argentino Rodrigo Fresán, el español Ignacio Echevarría y el editor de Bolaño, Jorge Herralde, leyeron textos en homenaje al autor chileno. Fresán recordó algunos momentos de la vida y personalidad del escritor, un hombre a quien "le intrigaba y apasionaba Argentina", país en el que, decía Bolaño, "hasta los escritores más pésimos saben escribir".

El escritor argentino leyó también uno de los mensajes que Bolaño le envió por correo electrónico, en el que el chileno decía: “No sé cómo hay escritores que todavía creen en la inmortalidad literaria. Me dan ganas de abofetearlos para que reaccionen y salven su vida”.

Por su parte, Echevarría aseguró que la muerte de su amigo Bolaño representa una "pérdida irreparable para Chile" y remarcó sus palabras con una cita del escritor fallecido, que aseguraba que “todo lo que empieza como comedia, acaba como tragedia”.

Durante la misma ceremonia, el editor Jorge Herralde relató que “en el último semestre de su vida ya aparecían indicios de una despedida implícita”, razón por la cual canceló gran parte de sus obligaciones fuera de España para pasar más tiempo con el escritor.

El editor, que no pudo acabar su discurso a causa de la emoción, definió a Bolaño como una “persona condenada al fracaso, un trapecista sin red”.