El Periódico de Catalunya. 08.10.2008
Los escritores tienen una ventaja evidente sobre los delanteros centro: pueden triunfar después de muertos. Parece que en la literatura hay una fastidiosa propensión a esperar que se muera un escritor para ponerse uno a leerlo. Fastidiosa para el autor pues el resto de la gente (editores sobre todo) suele estar más cómoda en compañía de un escritor difunto que con uno contante y sonante. Un ejemplo de libro es Roberto Bolaño. Nacido en Chile, pasó su vida adulta en Blanes. Y ahora, a cinco años de su muerte, se descubre que es un escritor mayúsculo y en su Blanes vital se apresuran a ponerle nombre a la sala de actos de la Biblioteca Comarcal. Dudo sobre si a Bolaño, tan lector, no le hubiese hecho más ilusión que le dedicaran una sala llena de libros más que de conferenciantes. Uno nunca sabe.
Mucha gente. Lo de descubrir placas tiene algo de magia. Nada por aquí, descorro el telón y ale hop: Un texto de Bolaño sobre su amor por Blanes. El día antes del acto moría la madre del escritor y uno puede asegurar que, aunque nadie recordó el deceso, la señora andaría por allí, bien orgullosa.
La alineación consta de Enrique Vila-Matas, Antoni García Porta y Rodrigo Fresán, que causa baja. Como moderador, Miquel Adam, editor de Laertes y bolañista a tope que acabó protagonizando el acto. Llegó con un trolley lleno de libros de Bolaño y, con un guiño a Vila-Matas, hizo el primero de sus chistes: "Mira, literatura portátil". A partir de aquí, el show: "Tengo tantas anécdotas que podría hacer un monólogo", y a fe que casi lo hizo. La cosa fue tan marciana que incluso Vila-Matas acabó sonrojado. Adam y Vila-Matas protagonizaron diálogos surreales que invocaron sin duda al espíritu del homenajeado. "¿Se arrepiente usted de algo, Vila-Matas?". "De todo menos de lo que acabo de decir", contestó. "Aún no ha llegado la auténtica recepción de Bolaño", añadió. Y Adam: "Pues será entre la crítica porque entre mis colegas...". Parecían dos detectives salvajes, créanme.