lunes, 14 de enero de 2008

Un escritor en fuga: Roberto Bolaño

por Jonathan Solórzano



Buscar el respeto de los demás es lo contrario a cualquier proyecto literario porque te lleva a la inmovilidad, al consenso, a los votos y a un sitio en la sociedad. Y el escritor no debe buscar un sitio en la sociedad, más bien debe huir de ella. Su lugar es el aire libre y su casa es la intemperie.

R. Bolaño




La primera vez que escuche un comentario sobre Roberto Bolaño fue durante una conversación cantinera, un amigo escritor me lo recomendó entonces y se comprometió a prestarme Los Detectives Salvajes, novela ganadora en 1999 del premio Rómulo Gallegos. Definitivamente no había mejor lugar que una cantina en el centro del D.F. para tener un primer acercamiento a la literatura del escritor chileno.

Bien se dice que un escritor no hace más que escribir la misma historia una y otra vez, Bolaño no es excepción, pues sus obsesiones quedan plasmadas dentro de su muy particular universo literario, sea cuento o novela, de modo que para el lector bastará leer un libro de él para querer una dosis más de literatura a la bolañesa o descartarlo definitivamente del librero. Bolaño no son de los que pueden gustar a medias.

Durante su estancia en México en la década de los 70´s, Bolaño conoció al poeta Mario Santiago y ambos crearon el grupo poético de los infrarrealistas, inspirados en el efímero movimiento estridentista de los años veinte. En Los Detectives Salvajes veremos retratados a Bolaño y Santiago en los personajes de Arturo Belano y Ulises Lima, quienes serán la esencia del movimiento poético de vanguardia "los realvisceralistas", opositores al movimiento cultural establecido en México que buscan "partirle su madre a Octavio Paz". Enemigos de todo mundo, odiados, temidos y ninguneados por los intelectuales de entonces. Poetas oscuros que son devorados por la literatura como si se tratara de un cáncer. Extranjeros en todas partes que un día se lanzan en un viejo y madreado Impala, en compañía de una joven prostituta y un poeta adolescente, por los desiertos de Sonora en busca de Cesárea Tinajero, mítica poeta estridentista.

La obra de Bolaño está llena de personajes oscuros y fantasmagóricos, adolescentes y poetas irreverentes, criminales, suicidas y dementes. Héroes románticos y transgresores que encuentran en el fracaso la forma de expresión a su rebeldía. Personajes que son perseguidos constantemente por la desesperación, los veremos siempre en fuga sin saber si escapan o desean ir directo a una cita con la locura o la muerte.

Retrato de una generación latinoamericana desencantada y exiliada, que encuentra su destino en una sala de tortura, un cuarto de azotea en el D.F. o en las calles vacías de una ciudad en toque de queda. Perdidos en la selva nicaragüense, en las carreteras francesas, en un bar en Barcelona o en los desiertos de Sonora o África. Pero también su literatura está llena de un sentido del humor ácido en dónde parecería jugarse constantemente bromas a sí mismo. Referencias que nos remiten a situaciones y personajes reales, siempre haciendo una crítica mordaz dirigida principalmente a otros escritores e intelectuales latinoamericanos. No es de sorprender que Bolaño se haya hecho de enemigos en todas partes e irrite tanto a cierto sector intelectual, pues tanto en sus libros como en sus entrevistas y declaraciones mantuvo una congruencia con sus ideas de toda la vida, un escritor sin pelos en la lengua.

Una de las grandes virtudes literarias de Bolaño es el manejo de la tensión narrativa tanto en cuento como en novela. Si bien, no es de quienes atrapan al lector en las primeras líneas, sí lo hace en base al encadenamiento de sucesos y el profundo manejo sicológico de los personajes. Si no, ¿de qué otra manera un lector común podría soportar las 600 páginas de Los Detectives Salvajes, por ejemplo?

Su obra es extensa, deja los libros de cuentos Llamadas telefónicas y Putas asesinas. En novela: Una novelita lumpen, Amberes, Estrella distante, Nocturno de Chile, Monsieur Pain, Amuleto, Literatura nazi en América, La pista de hielo y la enésima vez nombrada, Los detectives salvajes. En poesía: Tres y Los perros románticos.

Roberto Bolaño murió en Barcelona el 15 de julio de 2003, a los 50 años. Muere como lo hubiesen hecho sus personajes, kamikazes de la literatura; en su muerte hay una congruencia casi insoportable, heroica y devastadora. Deja inconclusa una novela de más de mil páginas inspirada en las mujeres muertas de Ciudad Juárez.