El Secreto del Mal reúne las últimas narraciones en las que el escritor chileno se encontraba trabajando antes de su fallecimiento en el 2003 y que fueron encontrados en la memoria de su computadora. Narraciones o textos, que más que cuentos terminados, son apenas los esqueletos de futuros cuentos, que por desgracia el escritor chileno ya no pudo concluir, pero que, sin embargo, rescatan la personal visión que de la narrativa tenía Bolaño.
Los textos incluidos en El Secreto del mal se convierten así en un pequeño ejemplo del genio de este escritor chileno nacido en 1953 y quién vivó buena parte de su juventud en la Ciudad de México, antes de partir hacia España, en donde encontraría el justo reconocimiento para su calidad literaria, convirtiéndose en uno de los escritores latinoamericanos más importantes e influyentes de este siglo que apenas comienza.
Lo que encontramos en El Secreto del mal son textos que te atrapan y no te permiten abandonar el libro hasta el final. Son relatos, que le permiten a uno gozar y conocer la poderosa prosa de Bolaño.
Textos de apariencia inocua, que te llevan hasta el corazón de los conflictos humanos, en los que es posible percibir un aparente guiño que nos hace Bolaño desde el más allá; todo con el afán de acercarnos a su prosa poderosa y ágil, que termina por atrapar, casi sin dificultad, cualquier evento, cualquier anécdota, para acabar convirtiéndola en materia fecunda para sus narraciones.
Es justamente ahí en donde radica la fortaleza de este libro: en la enorme capacidad narrativa de Bolaño, en la aparente facilidad con la que aborda cualquier tema: Como nos dice Enrique Vila-Matas, Bolaño es un autor que abre grietas y que revoluciona la tradición literaria latinoamericana.
Lo único que podríamos lamentar es que a Bolaño no le haya alcanzado el tiempo para terminar todos los textos que dejó conclusos. La carrera contra la muerte debe haber sido dura e intensa. La muerte nos privó así de una de las voces más claras y lúcidas de la narrativa latinoamericana contemporánea, que apenas estaba llegando a su madurez y que ya había escrito obras tan importantes como Los detectives Salvajes. Por lo que sólo nos queda confortarnos con el legado que Bolaño nos dejó, y gozar de él.