Critica.cl. 02.04.2005
Semblanza de "un perro romántico"
Referirse a Roberto Bolaño es hablar de literatura; de mundos, de ideas. Considerado por muchos uno de los escritores más destacados de la literatura hispanoamericana de los últimos tiempos, Bolaño logró, en su corta pero prolifera carrera, destacar como una voz nueva, con él se vislumbró posibilidades de desarrollo literario ilimitado -se lo llegó a nombrar el Cortázar chileno-, pero que el destino se encargó de truncar con su fallecimiento el año 2003, a causa de una patología hepática congénita. Nacido en Santiago de Chile en 1953, Bolaño llevó una existencia bastante trashumante. A los 15 años estaba viviendo en México, donde comenzó a trabajar como periodista y se hizo troskista. En el 73 regresó a Chile y pudo presenciar el golpe militar. Se alistó en la resistencia y terminó preso. Unos amigos detectives de la adolescencia lo reconocieron y lograron que a los ocho días abandonase la cárcel. Se fue a El Salvador donde conoció al poeta Roque Dalton y a sus asesinos. En el 77 se instaló en España, donde ejerció (también en Francia y otros países) una diversidad de oficios: lavaplatos, camarero, vigilante nocturno, basurero, descargador de barcos, vendimiador. Hasta que en los 80, pudo sustentarse la vida ganando diversos concursos literarios.
A fines de los años 90 la suerte empezó a estar de su lado: Los detectives salvajes (Anagrama, 1999) obtuvo, entre otros los destacados premios Herralde y Rómulo Gallegos, éste último considerado el Nobel de Latinoamérica, que alguna vez ganaron también escritores de la alcurnia literaria de García Márquez y Vargas Llosa.
Hoy su obra ha sido traducida a una multiplicidad de idiomas y su legado es sinónimo de estudio y devoción.
En el presente informe me propongo analizar de manera global Los detectives salvajes, deteniéndome en diversos puntos de su construcción narrativa y distintas aristas que el asunto de la novela y la figura de su autor entregan y sugieren.
Tipos de narrador
En Los detectives salvajes el asunto es la búsqueda, en primer lugar de una nueva poesía encarnada por la poeta Cesárea Tinajero, pero además se advierte la persecución de la libertad y del amor.
Considerando la descripción del relato realizada por Genette: "el relato designa el enunciado narrativo, el discurso oral o escrito que entraña la relación de un acontecimiento o de una serie de acontecimientos"(1), es posible establecer que en Los detectives salvajes existe una doble búsqueda, por una parte encontramos a los poetas Ulises Lima y Arturo Belano tras los pasos de Cesárea Tinajero y su obra, y por la otra hallamos a un narrador anónimo o innominado en búsqueda de estos dos jóvenes poetas. La búsqueda de Cesárea Tinajero se ubica espacialmente en México y su temporalidad no supera los tres meses, entre noviembre de 1975 y febrero de 1976, mientras que la búsqueda de Lima y Belano abarca veinte años y se desarrolla en casi diez países. El primer narrador que encontramos es intradiegético, personificado por el joven Juan García Madero que escribe la primera -Mexicanos perdidos en México (1975)- y tercera partes -Los desiertos de Sonora (1976)- de la novela a modo de diario. El segundo tipo de narrador se hace presente en la segunda parte -Los detectives salvajes (1976-1996)-, esta es una voz narrativa extradiegética que se encarga de compilar los testimonios de 38 personas, en quince ciudades y ocho países. Respecto al narrador innominado se podrían hacer diversas conjeturas respecto a su personificación, me inclino en que sería un periodista o detective, quien investiga la historia de Belano y Lima, sin escatimar recursos en saber cuál fue el destino que ambos tuvieron. La objetividad y especificidad planteadas y presentes en el discurso de García Madero, se contrapone con la disgregación que encontramos en el narrador extradiegético presente en la segunda parte. En la primera parte de la obra, nos encontramos con el personaje Juan García Madero, adolescente mexicano de 17 años de clase media acomodada, quien narra su propia historia de iniciación en la forma de vida centrada en la poesía y el amor. Este narrador nos cuenta además la historia de los poetas real visceralistas, de la familia Font, de la prostituta Laura y su proxeneta Alberto, y de las similitudes que posibilitan que en la tercera parte (continuación de su diario) en compañía de Laura, siga a Belano y Lima en su búsqueda, y finalmente hallazgo de Cesárea Tinajero, a través del viaje por los desiertos de Sonora. La narración de García Madero posee un orden de realidad perfectamente hilvanado, poseedora de una causalidad estable que lo conduce desde el descubrimiento de la poesía hasta el enfrentamiento con la muerte. El segundo plano narrativo -Los detectives salvajes (1976-1996)- está constituido por una extensa serie de anécdotas, testimonios, reflexiones, encuentros, acontecimientos históricos, personas, viajes, ciudades, etc. En este plano se distingue el narrador innominado, que actúa como recepcionista y difusor de los discursos de diversos personajes, aún cuando Arturo Belano aparezca desempeñando esta función, específicamente cuando se refiere al chileno Andrés Ramírez en el bar El Cuerno de Oro en Barcelona "Mi vida estaba destinada al fracaso, Belano, así como lo oye. Salí de Chile un lejano día de 1975, para más datos el 5 de marzo a las ocho de la noche, escondido en las bodegas del carguero Napoli, es decir como un polizonte cualquiera, y sin saber cuál sería mi destino final" (Pág. 383). La narración presenta prolepsis y analepsis en la búsqueda de Belano y Lima, generando narraciones autónomas, siguiendo una práctica ya iniciada con el último capítulo de su novela La literatura nazi en América (Seix Barral, 1996), que poco tiempo después se convirtió en su novela Estrella distante (Anagrama, 1996), y desde la cual desprendió uno de los relatos presentes en Amuleto (Anagrama, 1999), esta es una característica propia y relevante de su estilo narrativo, el hipertexto que marca las obras de Roberto Bolaño. Es así como podemos concluir que la novela está construida por una gran serie de narraciones (relativamente) cortas, imbricadas o dialogantes, que perfectamente podrían convertirse en un libro independiente.
Es importante detenerse en el relato de García Madero, que funciona como sostén de dos pilares de la novela (primera y segunda parte) y al centro (segunda parte), mediante una serie de testimonios, entre los cuales, y en este respecto desempeña un rol vital, la intervención de Amadeo Salvatierra, personaje que Bolaño utiliza para exponer su propia visión de mundo y su reflexión acerca de la relación existente entre poesía y existencia personal, entre la poesía y la vida misma. La novela posee diversas características que permiten relacionarlas con el concepto de novela totalizadora, donde la segunda parte -Los detectives salvajes (1976-1996)- engloba este concepto con características como la multiplicidad de voces narrativas y la inestabilidad temporal, con presencia constante de analepsis y prolepsis. A esta parte, y siguiendo con la hipertextualidad de Bolaño, se remiten la serie de cuentos publicados en Llamadas telefónicas (Anagrama, 1997), Putas asesinas (Anagrama 2001), e incluso a su novela Nocturno de Chile (Anagrama, 2000).
Hasta aquí hemos visto, a grandes rasgos, las características de las diversas voces narrativas que en la novela aparecen y su derivación en otras obras del autor. Ahora me detendré en otra posible interpretación de la novela, como es la tragedia que en ella se presenta.
La contingencia trágica de una época
En Los detectives salvajes, la búsqueda de Cesárea Tinajero nos permite vislumbrar la crítica reflexiva de Roberto Bolaño sobre la literatura. Los personajes Lima y Belano persiguen uno de los posibles orígenes de la poesía moderna mexicana, el que esta representado con el real visceralismo, que si bien es una creación del autor, tiene su fundamento en las poéticas vanguardistas mexicanas del siglo XX. En este sentido, la figura de Juan García Madero es vital, no solo porque vive y describe el mundo literario existencial presente en Ciudad de México a mediados de los años 70, sino porque es él quien acompaña a Belano y Lima en su búsqueda de Cesárea Tinajero y además es quien finalmente recepciona la obra no publicada de la mítica poeta. Luego sabemos que la búsqueda de Belano y Lima acaba irónicamente con la muerte de Tinajero, lo cual nos hace vislumbrar que el supuesto origen y continuación de su legado quedaría en manos del más joven y recién incorporado Juan García Madero. Los personajes Belano y Lima, representan dos sujetos sobresalientes dentro de una generación de hispanoamericanos que era joven cuando ya habían ocurrido grandes acontecimientos en el mundo de las letras, como la cristalización de las vanguardias literarias en las obras de poetas como Vallejo, Borges y Paz, y de narradores como Cortázar, Carpentier, Fuentes u Onetti. En este sentido, Bolaño se refiere a la novela y sus personajes: "Belano y Lima no eran revolucionarios. No eran escritores. A veces escribían poesía, pero tampoco creo que fueran poetas. Eran vendedores de droga", una declaración que despierta más de una suspicacia, pero que representa la siempre polémica y enigmática opinión de Bolaño sobre la literatura y su obra.
Los hijos hispanoamericanos de los años cincuenta, según la mirada de Bolaño, están todos marcados por el sino trágico de las utopías traicionadas: "Éramos demasiado pequeños cuando se estaban gestando los proyectos de transformación radical del mundo, y cuando llegamos a la edad de participar en el mundo descubrimos que teníamos que escondernos entre escombros y cadáveres"(3). Lo anterior refleja en gran medida el proyecto literario oculto tras Los detectives salvajes y el mensaje y opinión que Bolaño tiene de la realidad que su propia generación debió pasar.
En Los detectives salvajes, las preguntas sobre el origen conducen a los terrenos de la tragedia, en este sentido, el hallazgo de Cesárea Tinajero sitúa a los personajes en el umbral de la pesadilla representada por el asesinato, el exilio, el sin sentido, a fin de cuentas: la auto aniquilación. Sin embargo, el fin de la novela deja una brisa de esperanza, de fe en la imaginación cuando García Madero se pregunta ¿Qué hay detrás de la ventana?, ante un rectángulo de líneas entrecortadas. Con la tan buscada obra de Cesárea Tinajero en sus manos, al joven García Madero aún le queda toda la vida por delante para leer e inventar respuestas. Lamentablemente, con la muerte de Bolaño, estas y muchas otras respuestas e interrogantes, quedaron por siempre sepultadas.
Notas
1. Gérard Genette, Figuras III, 1ra ed., España. Ed Lumen , 1989, p.81.
2. Fragmento extraído de entrevista publicada en "Las últimas noticias", Chile.19/11/2002
3. Op cit.