lunes, 21 de diciembre de 2009

“En realidad todos estamos incomunicados”. Entrevista a Roberto Bolaño

por Sònia Hernández y Marta Puig
En Bolaño salvaje (1ª edición). Barcelona. 03.2008





¿Por qué vino a España?
Por la casualidad, el azar.

¿Piensa volver a su país?
Sí, y si vuelvo será también por azar.

¿Ha encontrado dificultades para publicar?
Desde hace algunos años no, ninguna. Las dificultades son las mismas que te puedes encontrar en cualquier lugar del mundo, que es la enorme estupidez del negocio, de las editoriales, de las entrevistas, de los editores, de los escritores, es el muro con el que choca siempre cualquier creador, en cualquier momento.

¿Ha influido en su obra la estancia en España?
Me ha influido muchísimo, en todos los sentidos. Supongo que de la misma manera que vivir en Chile. El vivir en un lugar siempre influye. Nunca cierras las ventanas al lugar donde estás. Es igual a como influye en cualquier persona el estar con alguien, el enamorarte de alguien, pasar hambre en algún sitio, siempre lo recuerdas, o el peligro, la felicidad desbordada, son cosas que influyen estés donde estés y seas quién seas.

¿Qué tradición tiene con la tradición literaria de su país?
Ninguna. No tengo ninguna relación con la (tradición literaria) de mi país, ni con la española. No, ésta menos aún. Yo admiro mucho a algunos escritores españoles y son mis amigos. Por ejemplo, Enrique Vila-Matas me gusta muchísimo, lo admiro profundamente y además es mi amigo. Pero no hay tradición española que me haya influido a menos que empecemos a hablar del Siglo de Oro, y entonces sí. Cervantes es Dios. De la literatura universal hay muchísimos escritores que me han influido. Yo creo que todos. Es decir, todo libro que lees te está diciendo algo, y en ese sentido, todos los escritores, todas nuestras obras son parte de un gran libro. Cuando Borges decía que él estaba más orgulloso de las obras que había leído que de las que había escrito, yo creo que decía mucho más de lo que aparentemente parece. El acto de leer un libro es realmente importante. Cuando uno lee está actuando, se pone con esa acción en una tradición, ya no diría literaria sino humana, humanística.

¿Qué presencia tiene ahora su obra en su país de origen?
Ninguna. Dudo mucho que los chilenos crean que yo soy chileno. Creo que ellos creen que soy un catalán loco que ha decidido hacerse pasar por chileno.

¿A qué público lector se dirige?
No me dirijo a nadie en concreto. Pero si esto fuera posible, me gustaría dirigirme a dos o tres jóvenes desesperados que leen un libro como quien se agarra de una tabla. Es el mejor de los lectores. Te quiere y después te mata.

¿Piensa más en el público español que en el chileno?
No. En principio, cuando un escritor cualquiera se pone a escribir no piensa en nada. Nadie puede pensar en doscientas mil personas. Es una presunción, por parte de un escritor, decir “yo pienso…”. Con gran esfuerzo podrás pensar en cinco o seis. La literatura es trabajosísima y realmente en lo único que piensas es en acabar.

¿Se relaciona con otros escritores?
Sí, con Enrique Vila-Matas, con Ignacio Martínez de Pisón, con Javier Cercas…

¿Cómo valora la narrativa española más reciente?
La narrativa es espléndida. La poesía es como para cogerlos a todos y tirarlos por un barco en alta mar.

¿Cree que la literatura de su país es suficiente o insuficientemente conocida en España?
Creo que es insuficientemente conocida porque los lectores españoles no tienen por qué conocer la literatura chilena, así como los lectores chilenos tampoco conocen la literatura española. El mundo vive en una incomunicación que fluye a una velocidad de vértigo. Es una paradoja, pero es así. En realidad todos estamos incomunicados.





Ilustración: Cecil Gaspar