sábado, 27 de marzo de 2010

Nicanor Parra: "Bolaño me puso en órbita de nuevo"

por Andrés Gómez Bravo
La Tercera. 27.03.2010
Extracto










En abril de 2009 Nicanor recibió una visita inesperada. Carmen Balcells, la gran madre de los agentes literarios en español, la representante de García Márquez e Isabel Allende, fue a visitarlo a Las Cruces. "Llegó en su silla de ruedas y muy tranquila me dijo: ¿Tú te opones a que te haga multimillonario?". Fue un balazo a quemarropa. Y una oferta que no pudo rechazar, afirma.

Carmen Balcells quedó encantada con Parra y lo invitó a Barcelona, pero el antipoeta ya no se sube a los aviones. "El avión es el medio de transporte más seguro, me decía ella. Después de la silla de ruedas, le dije yo".

Un año después, la sociedad con Balcells da su primer fruto: Parranda larga, una monumental antología que el sello Alfaguara edita en toda Hispanoamérica. Seleccionada por el escritor y crítico argentino Elvio Gandolfo, la edición recorre toda su obra, desde sus primeros poemas a los Discursos de sobremesa. El volumen, de casi 500 páginas, marca un nuevo lanzamiento internacional para Parra y se suma a la reciente traducción de sus discursos en EE. UU.

"Esto se lo debo a Bolaño. La Carmen Balcells vino por él. Roberto me puso en órbita de nuevo", dice, y recuerda "la mansa frase" que le dedicó el autor de Los detectives salvajes: "Todo se lo debo a Parra". Hasta entonces, asegura Nicanor, "yo era uno de los veinte poetas chilenos. Pero Roberto me puso en la cabecera de la mesa. ¿Te acuerdas lo que escribió en Entre paréntesis?".

Con el título "Ocho segundos con Nicanor Parra", Bolaño anotó: "El que sea valiente que siga a Parra. Sólo los jóvenes son valientes, sólo los jóvenes tienen el espíritu puro entre los puros (...). Parra escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado".

En el prólogo de Parranda larga, Elvio Gandolfo aporta lo suyo: "En el siglo XX los dos grandes virajes o sacudones del lenguaje poético español y latinoamericano lo propinaron el nicaragüense Rubén Darío y el chileno Nicanor Parra". Sentado en la mesa del comedor, el antipoeta se toma la cabeza con las dos manos: "Se pasóooo", exclama.

¿Le gustó la antología? "Sólo leí el prólogo", confiesa. "Los poemas los conozco; yo los escribí".

Ahora Nicanor está interesado en otro discurso: la poesía de los niños. "Los niños expresan lo que sienten. Dicen lo que piensan, no lo que les conviene. Hay que registrar lo que dicen, pero sin intervenir. Cuando el autor mete mano, se estropea todo".