martes, 23 de noviembre de 2010

Bolaño: El mito baja a la tierra

por Paula Corroto
Público.es. 22.11.2010




El 15 de julio de 2003, el chileno Roberto Bolaño falleció en una clínica de Barcelona tras una complicación de su enfermedad hepática. Lo tenía todo para convertirse en mito: 50 años, una adoración in crescendo entre los escritores y lectores latinoamericanos por la novela Los detectives salvajes ganadora del premio Herralde en 1997 y el Rómulo Gallegos en 1998 y una forma de estar en el mundo nada complaciente. Golpeaba a la vida, se fajaba con ella ("es un trabajo como de minero del siglo XIX", decía de su labor de escritor) aunque luego esta le devolvió un derechazo al hígado.

La publicación en 2004 de la monumental 2666, novela póstuma e inacabada, y la entrada en el mercado de EE. UU. de Los detectives salvajes en 2007 supusieron la gota definitiva para el estallido de la bolañomanía. Y con ella, las nuevas etiquetas: el triunfo del escritor maldito, del tipo que malvivió en Barcelona, que apenas vendió mil ejemplares de sus primeros libros y que falleció al cumplir el medio siglo. El plato del éxito póstumo ya estaba cocinado.

Varios escritores, críticos y traductores de la obra del chileno homenajean esta semana a Bolaño en la Casa de América de Madrid. Y lo hacen con un objetivo: bajar a la tierra al mito abordando sus cualidades literarias, como su labor poética y sus radiaciones en la cultura contemporánea.

"Me pregunto si este éxito global no es de algún modo una especie de cierre de su obra. Tras su consagración internacional, la crítica parece que ha dejado de poner su acento sobre él. Que se haya convertido en un fenómeno de masas es muy saludable, pero su obra está ahí para ser leída y para ser interpretada de nuevo. Yo creo que hay que leer con Bolaño y contra Bolaño", estima el escritor argentino Patricio Pron, uno de los participantes del homenaje. Pron no está de acuerdo en la lectura romántica que se ha hecho de la figura del chileno en los últimos años: "Esa interpretación de índole biográfica impide que se comprenda que lo suyo fue el triunfo de la literatura sobre cualquier tipo de imposición política", afirma.


Un escritor total

Su sucesor en el Premio Herralde, Marcos Giralt Torrente, también cree que tras el éxito póstumo de Bolaño existe bastante artificio. "Se favoreció de la suerte por su muerte prematura y por la necesidad, en aquellos momentos, de tomar un nuevo valor hispano", señala. Como Pron, insiste en que es un autor absolutamente necesario. "Él nos volvió a enseñar cómo se escribe en castellano. Y que todo es la forma. 2666 es un ejercicio alucinante de escritura. Tanto que no deja de extrañar que un escritor tan literario consiga estar en el caballo mediático".

Este misterio está bastante aclarado para el crítico literario Ignacio Echevarría, albacea de Bolaño, que le considera un "escritor total". Si el chileno ha tenido éxito en EE. UU. se debe a que su obra tiene "calidad, vigor y grandeza". "Bolaño bebe en la literatura norteamericana y se apropia muy personalmente de algunos moldes genéricos, como la novela negra y la ciencia ficción, o la velocidad de los beat", mantiene. De ahí que novelas como Los detectives salvajes, la historia de una generación envejecida, que, sin embargo, conserva el esplendor de la alegría, haya impactado en tantos escritores y lectores jóvenes.

"Yo valoro, sobre todo, el tratamiento de los temas. Bolaño dominaba estilos y lenguajes distintos. Hay cuentos escritos al estilo de Borges. Otros completamente diferentes. Hay que ser muy bueno para escribir textos como Nocturno de chile", dice su amigo personal Antoni G. Porta, también participante en el homenaje. Aunque "si él hubiera conocido este éxito, se lo hubiera tomado con total normalidad", aclara.

Sus lectores siguen a la espera de la publicación de inéditos. "Hablamos de materiales accesorios a una obra cuyo entorno ya está dibujado", apunta Echevarría. Material para que la bolañomanía deje de ser un artificio, donde juega un papel fundamental su poesía. Para el catedrático de literatura española de la Pompeu Fabra, Jose María Micó, también está presente en el homenaje, "siempre que hay un éxito póstumo se corre el peligro de distorsionar la obra. Por eso vamos a hablar de su poesía, que es muy desconocida. Su poesía no es lírica. Tiene una concepción muy narrativa porque es un escritor que va más allá de los géneros. Quedan muchos poemas inéditos y habría que hacer un esfuerzo por reunirlos".











viernes, 12 de noviembre de 2010

Bolaño en Turín

por Raul Schenardi
Traducción del italiano de Jaime Riera Rehren




Fotografía: Carmen Pérez de Vega




En mayo de 2003, pocos meses antes de morir, Roberto Bolaño vino a la Feria Internacional del libro de Turín para presentar Los detectives salvajes. En aquella ocasión lo entrevisté para la revista “Pulp” y aprovechando su exquisita disponibilidad seguimos conversando un buen rato tras terminar la entrevista. Por motivos de espacio tuve que eliminar una parte del texto registrado y ahora, con cierta melancolía, me parece interesante recuperar lo omitido. Me presenté a Bolaño como un admirador, pidiéndole que me firmara un maltratado ejemplar de la edición española, y creo que esto lo dispuso favorablemente hacia mí. En medio de la confusión reinante en el lugar, las interrupciones de los lectores que le pedían autógrafos y el evidente cansancio de Roberto, acosado por la sed (una de las primeras cosas que me dijo fue que no se encontraba bien, yo pensé en un malestar pasajero producido por la agitación de la Feria y el viaje), consiguió concentrarse para responder con amplias digresiones cuando el tema le parecía lo suficientemente interesante. Porque el Bolaño conversador, como el escritor, era torrencial, elíptico, aseverador en las afirmaciones y en las negaciones.

Al comienzo de la entrevista, hablando del paralelo que muchos críticos han establecido entre Los detectives salvajes y Rayuela de Cortázar y de quienes contraponían el Cortázar autor de cuentos al Cortázar novelista, presuntamente inferior, Bolaño desarrolló un agudo análisis de El Aleph, el célebre cuento de Borges.


Como todos los cuentos de Borges, está construido de un modo ejemplar. Quiero decir que cuenta una historia, o dos historias, pero cuenta además cómo se construye una historia, cualquier historia. En El Aleph tenemos la historia de amor entre Borges y Beatriz Viterbo, luego está la muerte de Beatriz en la flor de su juventud, apasionada, soberbia, fascinante, que además muere dejando a Borges con un palmo de narices, porque él no logra nunca poseerla, en ningún modo. La primera parte es purísima, en la segunda hay frustración, muerte, agonía, y hay un amor no correspondido. Luego está la tercera historia: Borges intenta hacer revivir en los gestos cotidianos el recuerdo de Beatriz, y lo logra visitando su casa una vez al año; cuarta historia: la aparición de Carlos Argentino Daneri, primo de Beatriz, y su amistad con Borges. Después viene la quinta historia, y ahora ya no se trata de Borges ni de Beatriz Viterbo, sino de Daneri y de sus tentativas de escribir poesía. Sexta historia secreta subyacente: Carlos Daneri como una sátira de Pablo Neruda y de sus intenciones de crear una obra de arte totalizante (en aquel período Neruda estaba escribiendo el Canto general). Digamos que Daneri es el retrato especular y absolutamente infernal de Neruda. Séptima historia: la realización de Daneri en el Aleph. Borges baja y contempla el Aleph y digamos que esta historia es el núcleo principal del cuento. Octava historia: la venganza del enamorado despechado, ergo Borges, contra el primo, que probablemente había tenido una relación carnal con Beatriz Viterbo. Última historia: destrucción de la casa, que conlleva la destrucción del Aleph, y una nota final sobre los destinos literarios de Borges y de Carlos Daneri, quien gana un segundo premio en un concurso de poesía, mientras Borges no gana nada. O sea que en un cuento de diez páginas ya hay diez historias, ¿me explicas cómo carajo se puede escribir una novela de más de 600 páginas contando una sola historia? Es absolutamente imposible, quien piense algo así es un idiota. Toda novela es una sucesión de historias que se van entrelazando. Stendhal ya lo había visto con una claridad solar: la literatura, un libro, es un espejo que no se está quieto, que se mueve a lo largo de un camino, y en el espejo se van reflejando las cosas que suceden durante el recorrido, y cada cosa puede quedar suspendida, con un punto interrogativo, o bien puede terminar. En este sentido, Rayuela de Cortázar, que narra muchísimas historias, no hace más que seguir la ley natural de la novela. Ni siquiera el escritor más monótono podría escribir una novela donde haya una sola historia. La novela, en este sentido, sería una sucesión de cuentos, porque la vida es una sucesión de cuentos. De hecho, un año es la sucesión de cuatro estaciones, en rigor un año no es un año, son cuatro estaciones, y un día no es un día, es la mañana, la tarde, el atardecer, la noche.¿Y qué es lo que hace un novelista? Una sucesión de cuentos. Claro, luego podemos discutir de la estructura, de la forma que se da esta sucesión, pero en un plano absoluto no se trata más que de una sucesión de cuentos.
Cuando le pregunté con cuáles escritores latinoamericanos sentía afinidad, o apreciaba en todo caso como autores, Bolaño respondió:

El argentino Rodrigo Fresán, que es amigo mío, está escribiendo cosas interesantes, lo siento muy cercano; otro argentino, Alan Pauls, luego están los mexicanos Daniel Sada, Carmen Boullosa, el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, quizá el mejor autor de cuentos, el estilista más refinado de mi generación. Guatemala es un país extremo, hay una miseria y una violencia que te hacen erizar el pelo...allí nadie debería escribir, deberían ser todos analfabetos, parece un callejón sin salida...Y sin embargo cada treinta o cuarenta años saca un escritor extraordinario, antes Miguel Angel Asturias, después Monterroso, y hoy Rodrigo Rey Rosa.

Roberto, a propósito de la cita de “Bajo el volcán” de Malcolm Lowry abriendo tu novela. ¿Estás de acuerdo en que se trata de una gran “novela mexicana” a pesar de estar escrita en inglés, y en que anticipa el boom latinoamericano de los sesenta?
Absolutamente sí. La cita está allí por eso. Lowry escribió la gran novela mexicana, sin duda.

También Los detectives salvajes en el fondo es una novela mexicana. Muchos la han comparado con Rayuela, y en efecto hay resonancias no solo formales. ¿Acaso te propusiste escribir la Rayuela de los años noventa?Mi admiración por Cortázar es enorme, pertenezco a una generación que creció leyendo a Cortázar a los diecisiete años, y en un momento determinado encarnó la cima más alta a la que se podía llegar. De manera algo irracional, porque no existe “la cima más alta” y no es siquiera necesario llegar al punto más alto, pero como éramos jóvenes y a los jóvenes se les permite este tipo de exageraciones, Cortázar representava lo máximo a lo que podíamos aspirar. Con el tiempo mi autor favorito en lengua española ha llegado a ser Borges. Digamos que ahora Cortázar es el segundo, sigo leyéndolo con mucho placer. Nunca he estado de acuerdo con la falsa dicotomía entre el Cortázar autor de relatos y el Cortázar novelista. Creo que si ha habido alguien en el mundo que sabía estructurar un libro desde el punto de vista teórico, ése era Cortázar. Sabía mucho más que García Márquez, quien escribe casi intuitivamente, sobre todo si lo comparamos con Cortázar, y sabía mucho más que Donoso. Vargas Llosa en algún momento tuvo un sentido más o menos claro de la estructura, pero nadie lo tenía al nivel de Cortázar. Por lo demás, nunca podrá un escritor intentar escribir una novela “a la manera de”, sobre todo porque de algún modo ello implica un parricidio, y yo nunca he visto a Cortázar como un padre, sino al máximo como una especie de hermano mayor, pese a la enorme diferencia de edad. Él poseía la virtud de la juventud permanente, de la energía permanente, y también de la ingenuidad permanente. Lo conocí cuando tenía 22 años, en México, y ya en aquel entonces no estaba de acuerdo con muchas de sus posiciones políticas, especialmente en lo relativo a Cuba, o frente a lo que Cortázar consideraba que tenía que ser la postura en relación a compañeros de una determinada lucha. Yo creo que el escritor no tiene que pedirle permiso a nadie para escribir, mucho menos a los militantes, quienes normalmente son los que menos entienden de estas cosas. Pero él estaba muy comprometido con la lucha política y con una gran lealtad a este compromiso – lo que me parece digno de elogio-, y por lo tanto tenía este tipo de problemas, que yo en cambio no he tenido nunca, entre otras cosas porque siempre me han echado de los pocos grupos políticos en que he militado.

Por suerte para ti...
Por suerte, sí. Volviendo a la obra a imitar o a superar..., no, nunca. Soy sumamente modesto respecto a mi obra y me cuesta mucho pensar que Los detectives salvajes pueda ser comparado con Rayuela. Por mi parte, estaría feliz de llegarle a las rodillas, pero creo que no le llego ni a los talones. Los Detectives es una novela (creo que se nota) muy autobiográfica. En la práctica lo que hago es contar mi biografía y la de un queridísimo amigo a una edad en la que hemos dejado de ser jóvenes, los veinte años, lo suficiente para dejar de serlo. Y es una reflexión, o intenta una reflexión, sobre una generación de latinoamericanos – y no sólo – que creyó en la revolución...y probablemente si la revolución en la que creía hubiese triunfado habría terminado en un gulag. Lo que no es nada simpático [ríe]. En resumidas cuentas, se trata de hechos reales novelados, algunos para obtener una mayor verosimiltud, otros simplemente por motivos de orden estético. El único que no existió en la realidad es García Madero, un personaje simbólico que para mí representa la pureza con que un muchacho entra en el mundo de la literatura. Y que sea simbólico está claramente demostrado – o se da el indicio - por el hecho de que en la parte central de la novela desaparece del todo. ¿Cómo es posible que nadie recuerde al único poeta realvisceralista que acompaña a Belano y Lima en el viaje a Sonora? ¿Cómo es posible que absolutamente nadie hable de él? Es un símbolo, es el “joven poeta”. En cambio Lupe existió de verdad, y también las hermanas Font, en fin, casi todos. Es uno de los motivos por los que prefiero no volver a México [ríe].

Un personaje dice en un momento determinado: “He dejado de escribir poesía y desde aquel momento todo se ha vuelto mucho más gris”.La poesía en Los Detectives es fundamentalmente la metáfora de la fragilidad y de la portatilidad de la literatura. No hay arte más fácil – sólo al comienzo, después se convierte en el más difícil – que la poesía, que hacer poesía. Recuerdo que en aquella época y en esos ambientes circulaba incluso la idea de que podían escribir poesía también los que no sabían escribir, porque bastava soltar palabras en libertad. Estaba muy de moda la poesía de vanguardia, que se asociaba a menudo con la idea de cambiar la vida, o de cambiar vida, y para mí en el fondo la poesía – por lo menos como la veía yo en la época en que escribí los Detectives, ha pasado el tiempo, – es una metáfora de la fragilidad. Una fragilidad absoluta. Gente que no solo desde un punto de vista literario, sino además desde el punto de vista económico, no tenía ningún futuro y se aferraba a la poesía, y estaba bien que lo hiciera, pero aferrarse a la poesía durante un naufragio es como aferrarse a la tapa de una botella de champán: no te permitirá flotar. Además, la poesía es un arte portátil: para leer una novela se requiere tiempo y unas comodidades mínimas, mientras que un soneto lo puedes leer en medio minuto. Otra cosa es entenderlo. De manera que para mí la poesía, mientras escribía Los Detectives, era la puerta de entrada en lo desconocido, y en esa materia desconocida probablemente estaba esperando la verdadera poesía, pero también la puerta de entrada era poesía, una poesía bastarda, poco rigurosa, exagerada.

Aun teniendo en cuenta tus profundas raíces en la tradición literaria latinoamericana, tengo la impresión de que sabes dialogar con otras, especialmente la norteamericana...Para ser franco, yo, modestamente, como decía Vittorio Gassman, he leído muchísimo, y de muchas lecturas he sacado provecho. En este sentido, me siento en deuda con varias literaturas. No creo que haya una influencia directa de la norteamericana, pero de hecho en todos los escritores latinoamericanos hay una influencia que procede de dos líneas fundamentales de la novela norteamericana, Melville y Twain. Los Detectives debe sin duda mucho a Mark Twain. Belano y Lima son una transposición de Huckleberry Finn y Tom Sawyer. Es una novela que sigue el movimiento constante del Missisippi. Claro, mi deuda con Twain es enorme, es un autor que me gusta muchísimo. También he leído mucho a Melville, que me fascina. En efecto, por coquetería preferiría creer que tengo una mayor deuda con Melville que con Twain, pero desgraciadamente debo más a Mark Twain. Melville es un autor apocalíptico. Twain es el día, Melville la noche, y siempre la noche impresiona mucho más. En lo que concierne a la literatura norteamericana moderna, la conozco poco y mal. La conozco bastante hasta la generación precedente a Bellow. He leído bastante a Updike, pero no sé por qué lo hacía, seguramente era un acto masoquista, ya que cada página de Updike me lleva al borde de la histeria. Mailer me gusta más que Updike, aunque considero que como escritor, como prosista, Updike es más sólido. Los últimos escritores norteamericanos que he leído a fondo y que conozco bien son los de la “generación perdida”, Hemingway, Faulkner, Scott Fitzgerald, Thomas Wolff. Pero en alguna medida me siento mucho más en deuda con los europeos, en el sentido de que mis primeras lecturas fueron de poesía y yo leía sobre todo a poetas europeos, y pasar de la poesía europea a la narrativa europea fue muy fácil.

Tú eres chileno, vives desde hace tiempo en España, te mueves a tus anchas en lo que un tiempo se llamaba “Patria grande”, pero te diferencias de aquellos intelectuales latinoamericanos que buscan un estatuto de “escritor nacional”, especies de “Papas laicos”, siempre dispuestos a asumir funciones oficiales, institucionales...Yo creo que es sobre todo por miedo que García Márquez se ve como el más grande escritor colombiano de todos los tiempos. Los escritores latinoamericanos, y pienso también en los españoles, en el fondo tienen mucho miedo y tratan de asegurarse el panteón post-mortem. Yo nunca le he tenido miedo a la muerte, y además no creo en el panteón. Mira, cuando se acaba se acaba, y no queda nada. Por eso estoy de acuerdo con Borges cuando dijo: después de la muerte vendrá el olvido, y muchos tarados le decían: No, maestro, después de su muerte quedarán sus libros. Él los escuchaba y debía de pensar: mira que manga de imbéciles. Porque él aludía al olvido en el sentido más amplio del término, es decir: la Tierra se acabará, el Sol se acabará, todo terminará, el olvido es un destino común a todo, no solo a los seres humanos. En este sentido los escritores latinoamericanos que se plantean siempre este objetivo, que se ubica entre el clericalismo y la cobardía, bueno, intentan asegurarse un lugar en el panteón post-mortem, y la mejor manera para hacerlo es convertirse en el escritor nacional de un país. En cambio yo creo en la pobreza intrínseca del ser humano. Un animal como nosotros, provisto de visceras y músculos, pocos huesos muy débiles sin un verdadero esqueleto...tener el esqueleto adentro en vez de afuera me parece una gilipollada absoluta. Mira, nos morimos y se acabó, a tomar por culo, no creo en el panteón de los hombres ilustres y no quiero ser el escritor nacional de ningún lugar, y por eso nunca me han preocupado las nacionalidades o cosas de ese tipo. De lo único que me preocupo cuando escribo es de salvaguardar una cierta verosimiltud en las formas del idioma que empleo. Quiero decir, cuando habla un peruano debe ser un peruano el que habla y cuando habla un mexicano o un centroamericano debe ser un mexicano o un centroamericano.

Otro aspecto que impresiona en Los Detectives es la polifonía, que inmediatamente me ha hecho pensar en los Tres tristes tigres de Cabrera Infante, entre otras cosas porque en ambas novelas prevalece una atmósfera de suspenso, de espera...Gran libro. Me gusta mucho Cabrera Infante, y sobre todo esa novela, su obra maestra. No te equivocas, si hay una novela polifónica de la generación del boom es Tres tristes tigres. Ahí está la lengua hablada en La Habana, pero no sólo. No sé si recuerdas aquel larguísimo capítulo sobre la muerte de Trotzky contada por diversos escritores cubanos, grandes escritores cubanos a quienes él debía mucho, pero con un sentido del humor y un sentido de desacralización de la escritura magníficos. Hay un estar, un vivir las cosas que están ocurriendo en La Habana. Es muy sensual, deja que las cosas sucedan y goza del momento. Carpe diem.

¿Y que harás en el futuro con tu alter ego Belano? Una vez amenazaste con que se suicidaría...¿Aparece en la novela que estás escribiendo?
En la nueva novela, no. Esta en un cuento en Putas asesinas, se encuentra en África, cinco o seis días después de desaparecer en la selva junto a un fotógrafo madrileño que buscaba la muerte y la encuentra, mientras que Belano está vivo. Solo, enfermo, pero vivo. Y tengo la mitad de un cuento en el que Belano viaja a México, algún tiempo después, para visitar la tumba de Ulises Lima. La persona a la que doy este nombre en la novela era un poeta, Mario Santiago, mi mejor amigo.




2003










lunes, 8 de noviembre de 2010

“Io non ho mai avuto paura della morte”. Entrevista a Roberto Bolaño (en italiano)

por Raul Schenardi
Feria del libro di torino - maggio 2003
Tomado de
www.archiviobolano.it




Questa intervista, concessa alla fiera del libro di Torino, a soli due mesi dalla morte, di cui Bolaño era ben consapevole, sorprende per il tono distensivo e amichevole, che raramente si riscontra nelle interviste di Bolaño, caratterizzate da un linguaggio mordace e aggressivo e dissacratorio e provocatorio, che lo scrittore utilizzava per contestare la casta degli scrittori scribacchini e dei critici e degli intellettuali, che vivevano - e vendevano - mantenendo in vita un sitema di valori, di miti, insomma tutta la retorica della letteratura del boom e del realismo magico, che era ormai morto per sempre e "non aveva più niente da dire"; forse diversità di questa intervista, nei toni, nello stile e nella dose di empatia mai prima riscontrati (che ci mostrano un Bolaño piu' autentico, ben lontano dalle leggende costruite attorno al suo personaggio), se non in rarissime eccezioni (forse nell'intervista di D.G.Miravet ) e determinata da due singolarità abbastanza evidenti: E' una delle pochissime interviste, se non l'unica, che Bolaño abbia concesso non in forma scritta, ma davanti a un semplice registratore. E' noto che Bolaño ha sempre posto la condizione di rispondere alle domande in forma scritta. E' una delle pochissime interviste, se non l'unica tra quelle note, concesse a una persona non di nazionalità ispanoamericana e che, quindi, sarebbe stata destinata a un pubblico non ispano americano. forse e' questo il motivo che ha indotto Bolaño a non indossare i panni del "provocatore" aggressivo e dissacratore che non faceva sconti a nessuno, consapevole che dopo la sua opera, niente sarebbe più rimasto come prima. come di recente ha detto Alan Pauls. Per me ci sono due Bolaño: uno è quello che chiude, in qualche modo, il ciclo del grande romanzo latinoamericano, e in questo senso, I detective selvaggi un po' è il romanzo che chiude; e dopo c'e' l'altro Bolaño, che è quello di 2666, che per me è qualcuno che apre qualcosa
Carmelo P.


Mi presentai a lui come un fan, chiedendogli di firmarmi una copia maltrattata dell'edizione spagnola, e credo che la cosa lo abbia ben disposto nei miei confronti. E nonostante la confusione imperante nello stand, le interruzioni di lettori che chiedevano autografi (ricordo lo staff di minimum fax, religiosamente in coda), e l'evidente stanchezza di Roberto, assillato dalla sete (una delle prime cose che mi disse fu che non stava bene, ma io pensai a un malessere passeggero, allo stress del viaggio e della fiera), riuscì a trovare la concentrazione per rispondere alle domande e la voglia di aprire ampie digressioni, quando l'argomento gli sembrava abbastanza coinvolgente. Perché il Bolaño conversatore, come lo scrittore, era torrenziale, ellittico, reciso nelle affermazioni e nelle negazioni.
Raul Schenardi, Pulp libri - dicembre 2007



Roberto, mi ha colpito in apertura del tuo romanzo la citazione da Sotto il vulcano, di Malcolm Lowry. Sei d'accordo che si tratti di un grande "romanzo messicano", nonostante l'abbia scritto un inglese, e in anticipo rispetto al boom latinoamericano degli anni '60?
Assolutamente sì. La citazione è lì proprio per questo. Lowry ha scritto il grande "romanzo messicano", non c'è dubbio.

Anche I detective selvaggi in fondo è un romanzo messicano, molti lo hanno paragonato a Rayuela (Il gioco del mondo) di Cortázar, in effetti ci sono assonanze non solo formali. Ti eri forse proposto di scrivere la Rayuela degli anni Novanta?
La mia ammirazione per Cortázar è enorme, appartengo a una generazione cresciuta leggendo Cortázar a diciassette anni, e in un certo momento incarnava il punto più alto cui si potesse arrivare. In modo un po' irrazionale, perché non c'è mai un "punto più alto", e non è nemmeno necessario arrivare a un punto più alto, ma siccome eravamo giovani, e ai giovani si consentono queste esagerazioni, Cortázar rappresentava il massimo cui potevamo aspirare. Col tempo il mio autore preferito in lingua spagnola è diventato Borges. [1] Cortázar ora è il secondo, diciamo che continuo ad amarlo e a leggerlo con grande piacere. [2] Io non sono mai stato d'accordo con la falsa dicotomia fra il Cortázar autore di racconti e il romanziere. Io penso che se c'è stato qualcuno al mondo che sapeva come strutturare un libro, dal punto di vista teorico, era Cortázar. Ne sapeva molto di più di García Márquez, che scrive quasi intuitivamente, soprattutto se paragonato a Cortázar, molto più di Donoso... Vargas Llosa, c'è stato un momento in cui aveva un senso della struttura più o meno chiaro, ma al livello di Cortázar nessuno. E del resto uno scrittore non può mai tentare di scrivere un romanzo o un racconto "alla maniera di...", anzitutto perché in qualche misura ciò implica un parricidio, e io non ho mai visto Cortázar come un padre, tutt'alpiù come una specie di fratello maggiore, nonostante la grande differenza di età. Lui aveva la virtù della gioventù permanente, dell'energia permanente, e anche dell'ingenuità permanente. Io l'ho conosciuto quando avevo 22 anni, in Messico [3], e già allora non ero d'accordo con molte sue posizioni politiche, soprattutto per quanto riguarda Cuba, o per quella che Cortázar riteneva dovesse essere la posizione dello scrittore di fronte ai compagni di una determinata lotta. Io credo che uno scrittore non debba chiedere il permesso a nessuno per scrivere, tanto meno a dei militanti, che di solito sono quelli che ne sanno meno di queste cose. Ma lui era molto impegnato nella lotta politica, e oltre tutto leale nei confronti del suo impegno - cosa che mi sembra degna di lode -, e quindi aveva di questi problemi, che io invece non ho mai avuto, anzitutto perché dai pochi gruppi di sinistra nei quali ho militato sono stato cacciato.

Per tua fortuna...
Per mia fortuna. Tornando all'opera da imitare, o da superare... mai, mai.... Sono estremamente modesto rispetto alla mia opera e faccio molta fatica a pensare che I detective selvaggi possa essere paragonato a Rayuela. Per parte mia sarei felicissimo se gli arrivasse al ginocchio, ma credo che non gli arrivi nemmeno al tallone. I detective è un romanzo (credo che si noti) molto autobiografico. In pratica quello che faccio è raccontare la biografia mia e di un carissimo amico a un'età nella quale abbiamo smesso di essere giovani, a vent'anni, abbastanza per smettere di esserlo. Ed è una riflessione, o tenta una riflessione, su una generazione di latinoamericani - e non solo - che ha creduto nella rivoluzione... e probabilmente, se la rivoluzione in cui credevamo avesse trionfato, saremmo finiti in un gulag. E la cosa non è affatto simpatica [ride]. Insomma, sono avvenimenti reali romanzati, alcuni per ottenere maggior verosimiglianza, e altri per ragioni unicamente di ordine estetico . L'unico che non è mai esistito in realtà è García Madero, un personaggio simbolico che per me rappresenta la purezza con cui un ragazzo entra nel mondo della letteratura. E che sia simbolico è chiaramente dimostrato - o se ne da l'indizio - dal fatto che nella parte centrale del romanzo scompare totalmente. Com'è possibile che nessuno ricordi l'unico poeta realvisceralista che accompagna Belano e Lima nel viaggio a Sonora? Com'è possibile che assolutamente nessuno parli di lui? È un simbolo, è il "giovane poeta". Lupe invece è esistita davvero, e le sorelle Font, quasi tutti... È uno dei motivi per cui preferisco non tornare in Messico [ride].

Un personaggio a un certo punto dice: "Ho smesso di scrivere poesia e da quel momento tutto è diventato molto grigio".
La poesia nei Detectives è fondamentalmente la metafora della fragilità e della portatilità della letteratura. Non c'è arte più facile - solo all'inizio, dopo diventa la più difficile di tutte - che scrivere una poesia, che fare poesia. Ricordo che a quel tempo in qualche ambiente circolava addirittura l'idea che la poesia potevano scriverla anche quelli che non sapevano scrivere, perché bastava mettere giù parole in libertà. La poesia d'avanguardia era molto di moda e si associava spesso all'idea di cambiare la vita e di cambiare vita, e per me in fondo la poesia - perlomeno come la vedevo all'epoca in cui ho scritto I detectives, è già passato del tempo - è una metafora della fragilità. Una fragilità assoluta. Gente che non solo dal punto di vista letterario, ma nemmeno da quello economico, non aveva futuro, e si aggrappava alla poesia, e faceva bene a farlo... però aggrapparsi alla poesia durante un naufragio è come aggrapparsi al tappo di una bottiglia di champagne: non ti terrà a galla. La poesia poi è un'arte portatile: per leggere un romanzo servono tempo e una serie di comodità minime, mentre un sonetto puoi leggerlo in mezzo minuto. Altro problema è capirlo. Così, per me la poesia quando scrivevo i Detective era la porta d'ingresso nell'ignoto, e in quella materia sconosciuta, probabilmente, stavo aspettando la vera poesia, ma anche la porta d'ingresso stessa era poesia, una poesia bastarda, poco rigorosa, esagerata...

Si ha l'impressione che, pur avendo profonde radici nella tradizione letteraria latinoamericana, tu sappia dialogare anche con altre, in particolare quella nordamericana...
Per essere sinceri, io, modestamente, come diceva Vittorio Gassman, ho letto moltissimo, e da molte letture ho tratto profitto. In questo senso ho debiti nei confronti di parecchie letterature. Non credo che ci sia un'influenza diretta di quella nordamericana, ma sicuramente c'è un'influenza che riguarda di fatto tutti gli scrittori latinoamericani e che proviene dai due rami fondamentali del romanzo nordamericano, Melville e Twain. I detective ha senz'altro un debito con Mark Twain. Belano e Lima non sono altro che una trasposizione di Huckleberry Finn e Tom Sawyer. È un romanzo che scorre secondo un moto costante, che è il Missisippi. Insomma, il mio debito con Twain è enorme, anche perché è un autore che amo moltissimo. Ho letto molto anche Melville, e mi affascina. In effetti, per civetteria, preferirei credere di essere più in debito con Melville che con Twain, ma sfortunatamente penso di dovere di più a Mark Twain. Melville è un autore apocalittico... Twain è il giorno e Melville la notte, e la notte impressiona sempre molto di più. Ma per quel che riguarda la letteratura nordamericana moderna, la conosco poco e male. La conosco abbastanza fino agli scrittori della generazione precedente a Bellow. Updike l'ho letto abbastanza, ma non so perché lo facessi, sicuramente era un atto masochista, perché ogni pagina di Updike mi porta sull'orlo dell'isteria. Mailer mi piace più di Updike, anche se ritengo che come scrittore, come prosista, Updike sia più solido. Credo che gli ultimi scrittori nordamericani che ho letto a fondo e che conosco bene siano quelli della "generazione perduta": Hemingway, Faulkner, Scott Fitzgerald, Thomas Wolff. Mi sento molto più in debito, in qualche misura, con gli europei, nel senso che le mie prime letture sono state di poesia e io leggevo soprattutto poeti europei, e passare dalla poesia europea alla narrativa europea è stato molto facile.

Tu sei cileno, vivi da molti anni in Spagna, ti muovi a tuo agio in quella che un tempo si chiamava "Patria grande", ma sei piuttosto diverso da quegli intellettuali latinoamericani che ricercano uno statuto da "scrittore nazionale", sorta di "papi laici" pronti ad assumere funzioni ufficiali, istituzionali...
Io credo che sia soprattutto per paura che García Márquez si vede come il più grande scrittore colombiano di tutti i tempi, o Vargas Llosa come il miglior scrittore peruviano. Tutti gli scrittori latinoamericani, e penso anche gli spagnoli, in fondo hanno molta paura e cercano di assicurarsi il pantheon post-mortem. Io non ho mai avuto paura della morte e inoltre non credo nel pantheon. Guarda, quando finisce è finita e non resta niente, perciò io sto con Borges quando disse: Dopo la morte, verrà l'oblio, e molte teste di cazzo gli dicevano: Ma no, Maestro, dopo la sua morte resteranno i suoi libri. Lui li ascoltava e doveva pensare: guarda che branco di imbecilli! Perché lui alludeva all'oblio nel senso più ampio del termine, vale a dire: la Terra finirà, il Sole finirà, tutto finirà, l'oblio è un destino comune di tutto quanto, non solo degli esseri umani, e in questo senso gli scrittori latinoamericani che si pongono sempre questo obiettivo che sta fra il clericalismo e la vigliaccheria, be', cercano di assicurarsi il pantheon post-mortem, e il modo migliore per farlo è diventare lo scrittore nazionale di un paese. Io invece credo nella povertà intrinseca dell'essere umano. Un animale come noi, provvisto di viscere e muscoli, pochi, ossa debolissime, privo di esoscheletro... avere lo scheletro dentro invece che fuori mi sembra una cazzata assoluta... Guarda, si muore ed è finita, fanculo, non credo nel pantheon degli uomini illustri, e non voglio essere lo scrittore nazionale di nessun posto, e in questo senso non mi hanno mai preoccupato la nazionalità o cose del genere. L'unica cosa di cui mi preoccupo quando scrivo è di salvaguardare una certa verosimiglianza negli idiomi che impiego. Voglio dire: quando parla un peruviano dev'essere un peruviano che sta parlando, e quando parla un messicano o un centroamericano dev'essere un messicano o un centroamericano.

Ti renderai conto che si tratta di una sfida micidiale per qualsiasi traduttore...
Sì, per i miei traduttori dev'essere un incubo, più che una sfida.

Un altro aspetto che colpisce dei Detective è la polifonia, che mi ha fatto subito pensare a Tre tristi tigri di Guillermo Cabrera Infante, anche perché in entrambi i romanzi prevale un'atmosfera di suspence, di attesa...
Grande libro. A me piace molto Cabrera Infante, e soprattutto questo romanzo, che è il suo capolavoro. Non ti sbagli affatto: se c'è un romanzo polifonico della generazione del boom è Tre tristi tigri. C'è la lingua parlata dell'Avana, ma non solo. Non so se ricordi quel lunghissimo capitolo sulla morte di Trotzky raccontata da diversi scrittori cubani, da grandi scrittori cubani, a cui lui deve molto, ma con un senso dello humour, con un atto di desacralizzazione della scrittura magnifici. C'è uno stare, un vivere le cose che stanno succedendo all'Avana, è molto sensuale, in questo senso... lasciare che le cose succedano, e godere del momento. Carpe diem.

E del tuo alter ego Belano che ne farai in futuro? Una volta hai minacciato di farlo suicidare... Compare nel romanzo che stai scrivendo?
Nel nuovo romanzo no. C'è in un racconto di Putas asesinas, si trova in Africa, 5-6 giorni dopo che è scomparso nella foresta insieme a un fotografo madrileno, che cercava la morte e l'ha trovata, mentre Belano è vivo. È solo, malato, ma vivo. E ho un racconto scritto a metà, in cui Belano fa un viaggio in Messico, tempo dopo, per visitare la tomba di Ulíses Lima, che invece è morto; voglio dire, la persona che chiamo così nel romanzo era un poeta, Mario Santiago, il mio miglior amico.

° ° °

In un articolo di recensione a 2666, apparso su Pulp libri - dicembre 2007, Raul Schenardi così racconta l'intervista: Nel maggio del 2003, pochi mesi prima di morire, Roberto Bolaño venne al Salone del libro di Torino per presentare I detective selvaggi, da poco uscito da Sellerio. In quella occasione lo intervistai per "Pulp" (vedi nº 44) e approfittando della sua squisita disponibilità, proseguii poi una lunga chiacchierata a registratore spento. Per ovvi motivi di spazio a suo tempo dovetti tagliare ampie parti dell'intervista, e ora, un po' malinconicamente, mi sembra interessante recuperarne un paio di brani.All'inizio dell'intervista, parlando del parallelo stabilito da molti critici fra I detective selvaggi e Il gioco del mondo di Cortázar, e di quanti contrapponevano il Cortázar scrittore di racconti all'autore dei romanzi, presuntamente inferiore, Bolaño ha sviluppato un'acuta analisi del celeberrimo racconto di Borges, L'Aleph:

"Come tutti i racconti di Borges, è costruito in una maniera esemplare. Vale a dire che racconta una storia, o due storie, ma racconta anche come si costruisce una storia o qualsiasi storia. Nell'Aleph abbiamo la storia d'amore fra Borges e Beatriz Viterbo, poi c'è la morte di Beatriz, nel fiore della gioventù, appassionata, superba, affascinante, che oltretutto muore lasciando Borges con un palmo di naso perché lui non riesce mai ad averla in nessun modo. La prima parte è purissima, nella seconda c'è frustrazione, morte, agonia, e c'è un amore non corrisposto. Poi c'è la terza storia: come Borges cerca di far rivivere nei gesti quotidiani il ricordo di Beatriz, e ci riesce andando a visitare una volta l'anno la sua casa. Quarta storia: l'apparizione di Carlos Argentino Daneri, cugino di Beatriz e la sua successiva amicizia con Borges. Poi viene la quinta storia, e ormai non è più questione di Borges né di Beatriz Viterbo, ma di Daneri e dei suoi tentativi poetici. Sesta storia segreta soggiacente: Carlos Daneri come una satira di Pablo Neruda e del suo tentativo di creare un'opera d'arte totalizzante (in quel periodo Neruda stava scrivendo il canto generale). Daneri è, diciamo, ritratto speculare e assolutamente infernale di Neruda. Settima storia: la realizzazione di Daneri nell'Aleph. Borges scende e contempla L'Aleph, e diciamo che questa storia è il nucleo principale del racconto. Ottava storia: vendetta dell'innamorato rifiutato, ergo Borges, sul cugino, che probabilmente aveva avuto una relazione carnale con Beatriz Viterbo. Ultima storia: distruzione della casa, che porta con sé la distruzione dell'Aleph, e una nota finale sui destini letterari di Borges e di Carlos Daneri: Daneri vince un secondo premio a un concorso di poesia e Borges resta a bocca asciutta. Insomma, in un racconto di dieci pagine ci sono già dieci storie, mi dici come cazzo si fa a scrivere un romanzo di oltre seicento pagine con una sola storia? È assolutamente impossibile, chi pensa una cosa del genere è un idiota. Ogni romanzo è una successione di storie che si vanno intrecciando. Stendhal l'aveva già visto con una chiarezza solare: la letteratura, un libro, è uno specchio, uno specchio che non se ne sta quieto però, ma si muove su una strada, e sullo specchio si riflettono via via le cose che succedono durante il percorso, e ogni cosa può restare in sospeso, con un punto interrogativo, oppure può finire. In questo senso Il gioco del mondo di Cortázar, che racconta moltissime storie, non fa che seguire la legge naturale del romanzo. Nemmeno lo scrittore più monotono potrebbe scrivere un romanzo dove vi sia una sola storia. Il romanzo, in questo senso, sarebbe una successione di racconti, perché la vita è una successione di racconti. Di fatto, un anno è la successione di quattro stagioni, un anno in realtà non è un anno, sono quattro stagioni, e un giorno non è un giorno, c'è il mattino, il pomeriggio, il tramonto, la notte. E cosa fa un romanziere? Una successione di racconti... Certo, poi possiamo discutere della struttura, della forma che si dà a questa successione, ma su un piano assoluto non si tratta di nient'altro che di una successione di racconti". (R.B.).

Continua Schenardi: Quando gli chiesi degli scrittori latinoamericani che sentiva affini o di cui apprezzava comunque il lavoro, Bolaño rispose:

L'argentino Rodrigo Fresán, che è mio amico, sta scrivendo cose interessanti, lo sento molto vicino, un altro argentino che si chiama Alan Pauls, poi ci sono i messicani Daniel Sada, Carmen Boullosa, il guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, forse attualmente il migliore autore di racconti, lo stilista più raffinato della mia generazione. Il Guatemala è un paese estremo, c'è una miseria… una violenza che fa rizzare i capelli in testa… nessuno dovrebbe scrivere, dovrebbero essere tutti analfabeti… sembra una situazione senza vie d'uscita. Eppure ogni trenta o quarant'anni tira fuori uno scrittore straordinario: prima Miguel Ángel Asturias. Poi Arturo Monterroso, oggi c'è Rodrigo Rey Rosa". (R.B.).




Note

[1] In piu' di un'occasione Bolaño Ha manifestato la sua grande ammirazione nei confronti di Borges e
Cortazar: Per me Borges è, senza il minimo dubbio il più grande scrittore in lingua spagnola del ventesimo secolo. Lo scrittore totale. E' un gran poeta, un garnde prosatore, un grande saggista, è perfetto. Borges è mostruoso. Borges è Borges. [Intervista D.G. Miravet].
[2] Nella tavola rotonda
Filba 2008 - 1, Alan Pauls ha tra l'altro osservato in proposito: Per me ci sono due Bolaño: uno è quello che chiude, in qualche modo, il ciclo del grande romanzo latinoamericano, e in questo senso, I detective selvaggi un po' è il romanzo che chiude; e dopo c'e' l'altro Bolaño, che è quello di 2666, che per me è qualcuno che apre qualcosa. Bene, io direi che Borges appare costantemente in Bolaño, ma cio' che è curioso è che, ho l'impressione, che Bolaño era un fanático di Borges che scriveva come Cortazar, e ciò è molto curioso, diciamo. Perchè ovviamente, un libro come La letteratura nazista in America è un libro totalmente borgesiano, così come è J. R. Wilcockiano, ma un romanzo come I detective selvaggi è senza dubbio un romanzo molto più cortazariano che borgesiano. Io credo che forse Bolaño usava Borges per preservarsi dai rischi di Cortazar, per essere cortazariano nel senso migliore della parola e non nel peggiore. Come una specie di sitema di precauzioni utilizzava Borges. E nello stesso tempo, mi pare che uno potrebbe anche dire che una delle cose notevoli che Bolaño fa con la sua letteratura è che in qualche modo queste due linee della letteratura argentina - la linea Cortázar, che è una linea propriamente vitalista, surrealistica, diciamo, ludica, di modernizzazione estetica; y dall'altro lato, la linea Borges, che è una linea, naturalmente, intellettuale, concettuale, concettualista, di una specie di classicismo perverso - sono due tradizioni che, credo, nella letteratura argentina non vanno per niente d'accordo, mentre in Bolaño vanno d'accordoQuando dico cortazar potrei dire anche i beatniks e Kerouac. Allora, mi pare che qui c'e' un'altra cosa che Bolaño riesce a fare. come una specie di alchimista sufficientemente miracoloso, che è quella di riconcialiare due tradizioni reciprocamente ostili- Perchè è molto facile essere uno scrittore eclettico e montare tradizioni, è una cosa che si fa da cinquanta o sessanta anni, è molto facile. E' quasi l'ABC dello scrittore contemporaneo. Ciò che è molto più difficile, credo, è riconcialiare tradizioni ostili; ostili esteticamente, ostili politicamente. E credo che sia questo quello che fa Bolaño. Per me ci sono due Bolaño: uno è quello che chiude, in qualche modo, il ciclo del grande romanzo latinoamericano, e in questo senso, I detective selvaggi un po' è il romanzo che chiude; e dopo c'e' l'altro Bolaño, che è quello di 2666, che per me è qualcuno che apre qualcosa. [Alan Pauls].
[3] Mi incanta Cortazar. l'ho conobbi, tra l'atro, in Messico. Per me fu come conoscere un Dio. E in più sembrava un Dio: era bellissimo, altissimo, giovanilissimo. Lo vedemmo per strada. Era con carlos fuentes, ognuno con le rispettive mogli...parlammo con lui. stavano aspettando un taxi che, fortunatamente, tardo un casino ad arrivare. Cortazar per me è come parlare di babbo natale. [Intervista D.G. Miravet].