La Tercera. 03.10.2010
Su discurso tiene el peligro de una navaja y sus canciones estallan como molotovs. Pero Zack de la Rocha (40) asoma al otro lado de la línea como un tipo de actitud moderada y espíritu casi intelectual. Agradece con trato casi reverencial la opción de hablar con Chile, se abre inquieto a mostrar todo lo que le interesa la historia local y se disculpa casi incómodo cuando reconoce que no se ha informado en profundidad de la huelga mapuche que esta semana se solucionó parcialmente. "No conozco esa historia, pero prometo informarme sobre ella. Es importante saber sobre los que no tienen voz", declara, al teléfono desde su residencia en Los Angeles, el cantante y rostro histórico de Rage Against the Machine (RATM), el pelotón sonoro dueño de parte de los mayores himnos anarquistas y antiimperialistas que cruzaron los 90 bajo una fórmula que hermanó el alto voltaje del rock duro con el hip hop de fraseo político.El mismo cuarteto que se alista para saldar una deuda generacional: el próximo 11 de octubre debutarán en Chile con un show en el Estadio Bicentenario de La Florida que espera reunir a 25 mil personas y que ya se alza como una de las citas musicales del año. Un asunto de convocatoria, pero también de historia: durante los 90, y gracias a una banda sonora que incluyó temas como Killing in the Name, Freedom y Bulls on Parade, Chile se convirtió en el epicentro del arrastre continental de los norteamericanos y en uno de los países donde su obra se asumió como propia. "Siempre supimos de la gran cantidad de fans con que contamos por allá. Por eso entendemos que lo de ahora será especial", completa De la Rocha.
Con todo el interés que siempre han mostrado por Sudamérica, ¿por qué nunca vinieron en sus días de éxito?
Ir a Chile es algo que siempre quisimos hacer, durante años. Teníamos listo un recital en Santiago el año 97 ó 98, pero justo tuve un problema en una rodilla que me obligó a guardar reposo. Fue muy doloroso, no podía ni caminar. Sabíamos que dejaríamos en el camino a una gran cantidad de fans en Santiago, pero fue sólo un asunto médico. Ahora será algo muy especial no sólo para nuestros seguidores, sino que también para nosotros: vamos dispuestos a conocer en terreno la historia chilena que hemos conocido en teoría".
¿Como cuál?
Mi primer acercamiento a Chile fue a través de los libros. Con ellos conocí la historia de coraje de una parte de la población chilena. Durante los últimos diez años, he leído casi todo de Roberto Bolaño y durante alguna temporada fue al único escritor que le presté atención. Los detectives salvajes y 2666 son piezas maestras de esta nueva era, no lo dudo, porque están relacionadas con el analfabetismo, la oscuridad y lo que es la vida de manera real. Lo que significa salir de tu hogar, separarte de tus compañeros, dejar atrás tu familia… Leyendo su obra sentía mucha paz, porque, además, dignificaba la figura del latino. Fue una gran inspiración.
¿Cómo conociste sus libros?
A través del amigo de una ex novia que me dijo que debía conocer su obra. Aquí en Estados Unidos la ignorancia y el conservadurismo no permiten que uno se acerque a otras realidades. Tengo un padre que nació en Durango, México, y eso me permitió conocer a muchos nativos de ese país o chicanos que se movían por Los Angeles. Eso hizo que llegara a Bolaño, pero también a Víctor Jara. Cuando tenía 18 años, en los 80, estaba en un movimiento punk y okupa de Los Angeles que estaba luchando por cierta justicia en el transporte público. Y ahí alguien puso un casete de Víctor Jara y me comenzó a contar su historia. Me di cuenta de su tremenda lucha, su gran personalidad y el triste final a manos de una guerra impulsada por Estados Unidos en 1973. Para mí es una gran historia de desengaño y coraje.
¿Siente su música similar a la de trovadores norteamericanos como Bob Dylan o Phil Ochs?
No lo creo así. En Latinoamérica siempre ha sido más difícil hacer música y el movimiento de La Nueva Canción Chilena, reflejo también de lo que pasaba con Allende, es un buen ejemplo de eso. Allá siempre ha existido mucha más opresión y la música lo muestra. Así como también los libros. Isabel Allende es otro buen ejemplo de escritora que me gusta.
¿Tanto como Bolaño?
No, porque son muy distintos. Leí La casa de los espíritus y su obra es mucho más de hechos cotidianos, de la vida familiar y de relatos más simples. Bolaño presenta luchas más internas y se mueve en un campo más histórico.
Vacacionó en Chile en 2004, ¿ir a La Moneda y Valparaíso significó también rastrear todo lo que había aprendido de Chile?
Claro. Quería conocer La Moneda, el último lugar donde estuvo Allende, donde dio ese discurso y, por cierto, donde EE. UU. impulsó algo muy cruel. También fui a Valparaíso para conocer los lugares propios de Neruda y me moví por otros lugares más pequeños a hacer surf y visitar las playas. Pero sólo fue un paseo. Lo de nuestro próximo show será una deuda con los fans y vamos para tributar toda la influencia que recibimos de Bolaño y Víctor Jara".
Zack de la Rocha habla a alta velocidad y por momentos interrumpe la conversación para disculparse: en una sala contigua están ensayando junto al resto de RATM todo el repertorio que mostrarán en la gira latina que también pasará por Brasil y Argentina. "En Chile haremos un show de cuatro horas y para eso necesitamos mucha preparación. Vamos a presentar nuevas canciones que ahora estamos ensayando, pero básicamente será un repaso por lo más amplio de nuestro repertorio", promete.
La banda se volvió a juntar en 2007, ¿cómo ha sido esta segunda vida?
Muy buena, estamos todos más grandes y maduros y ya no caemos en los problemas que nos enfrentaban hace diez o quince años. Esto es distinto y lo proyectamos mucho: estamos trabajando en un nuevo álbum que saldrá el próximo año, quizás para el verano del hemisferio norte.
¿Es difícil hoy mantener el mismo espíritu combativo de los orígenes?
Nuestras canciones aún tienen actualidad y la gente lo sabe. Aún representan cierto sentimiento de libertad. Hay mucha música corporativa, como ese hip hop que trata mal a las mujeres, que el público sabe apartar rápidamente.
Su discurso les valió censura, pero fama. ¿Cómo fue lidiar con eso?
A momentos no fue fácil. Incluso, lo más complejo que vivimos fue tras la caída de las Torres Gemelas, cuando decían que nuestra música era antipatriota y desaparecimos de algunas radios ligadas a Bush. Nos quitaron de todos los catálogos. Fue una persecución.
¿Cambió su visión de EE. UU. con la llegada de Obama?
Uf, eso requeriría otros cuarenta minutos de entrevista… Pero al menos ha dado la esperanza que el pueblo necesitaba y la justicia que se esfumó con Bush.