lunes, 10 de junio de 2013

En la cocina (inédita) de Roberto Bolaño

por Carles Geli
El País, Cataluña. 06.03.2013







La noticia está recortada con los dedos: “Un poeta chileno ha sido muerto de hambre por su mujer”. La otra nota del periódico, igual: “Seis niños atraviesan el desierto en busca de cariño y de fútbol”. En la libreta pequeña junto al papel amarillento del diario hay apenas un apunte sobre las noticias; unas páginas después, una breve narración engarzando aspectos de ambas; al lado de eso, ya un manuscrito, con una letra envidiablemente cartesiana y clara: “Ahora abro la ventana, qué luna, detrás de mí, acuchillados y silenciosos, están Charles Bronson, Ernesto, Ramón y los dos pequeños”. Así arranca el manuscrito del relato-nouvelle inédito “Las alamedas luminosas”, historia de Julio Arriagada, poeta y ex ministro, secuestrado en casa por su mujer, al que se le han cruzado (o tarde o temprano lo harán) unos niños huidos por Antofagasta.

Ahí está, desnuda, la génesis de un texto inédito del escritor chileno Roberto Bolaño, de entre 1979 y 1980. Es sólo una de las múltiples perlas de su archivo en el que entre las 14.374 páginas del apartado de originales se incluyen 26 cuentos nunca publicados, cuatro novelas también inéditas como lo son un sinfín de poesías, borradores, más de mil cartas recibidas, escritos de vida… Fragmentos de esas novelas aún no impresas, diversos relatos y poemas que tampoco han visto aún la luz y que aún no ha podido ver ni su agente, el temible Andrew Wylie, son el gran atractivo de los 230 originales que hay en la muestra “Archivo Bolaño: 1977-2003”, que hasta el 30 de junio puede contemplarse en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).

La exposición permite husmear por encima del hombro de Bolaño, pasearse por la trastienda del autor fallecido hace ahora diez años, de moverse en su laboratorio y contemplar lo que sólo vieron sus ojos. Porque hay bastantes muestras de inéditos: como la novela “El espíritu de la ciencia-ficción”, de los géneros predilectos de Bolaño, y en cuyas tres libretas de espiral narra la historia de un periodista y un escritor del género investigando unas extrañas estadísticas sobre poesía, en una historia que intercala cartas a escritores reales de ciencia-ficción; o la también novela “D.F. La Paloma. Tobruk”, que muestra la gran obsesión de bolaño por ser feliz si puede escribir; o el relato “El espíritu de Rudolf Amand Philippi”, donde un profesor de arte dramático ve cómo los alumnos a los que adoctrina sobre Martha Graham se apuntan por las noches a manifestaciones sandinistas.

Pero son obras que tardarán en ver la luz. “Son originales que hay que trabajar y estudiar mucho más; no tengo intención de publicar ningún inédito más hasta que se analicen bien y, por otro lado, hasta que las traducciones de las obras anteriores de Roberto no se consoliden”, apunta Carolina López, viuda de un escritor traducido a 37 lenguas y cuyo título estrella, 2666, da nombre desde hace poco a una librería de Pekín, donde ya es un escritor de culto. La mayoría no está fechado, por lo que la cronología creativa del catálogo de la muestra es clave. Pero López no quiere un experto específico para el archivo. “Cada proyecto tendrá su especialista adecuado”.

La muestra expone una ínfima parte de un fondo que cuenta con 14.374 páginas del apartado de originales, que incluyen 26 cuentos inéditos, cuatro novelas, poesías, borradores, más de mil cartas recibidas.

Bolañistas y bolañólogos (más éstos) disfrutarán de lo lindo. La muestra, comisariada por Valérie Miles y Juan Insua, ofrece esos 230 originales, así como un centenar de fotografías, otros tantos libros, ocho audiovisuales y un archivo digital con casi todas las entrevistas de las 167 que le hicieron y que él conservaba. “Lo guardaba todo: he encontrado hasta una servilleta de papel de estas de bar de México; cómo un papel así de 1975 resistió hasta Blanes en 2006 lo dice todo”, ilustra López, que ese año empezó a trabajar en ese gran archivo, donde ha localizado también 84 libretas y 15 cuadernos-libros (seis inéditos) montados por ella y el propio Bolaño para presentarse a galardones.

De todo un poco de eso hay en esta “primera exploración a un archivo que muestra el origen de personajes y obsesiones, la tremenda productividad de Bolaño y cómo se enfrentó a un canon bien heterodoxo; por suerte, lo hizo todo con una alta legibilidad caligráfica”, apunta Insúa. Eso se aprecia ya en el material del primero de los tres apartados que conforman la muestra, que corresponden a cada uno de las ciudades y los procesos creativos que vivió en Cataluña desde su llegada en 1977, con apenas 24 años, procedente de México.

En Barcelona (“La universidad desconocida, 1977-1980”) se tratará de leer y escribir, perseverar y volver a leer y a escribir, en un bucle sin fin. “Desde que llega a España quiere aprender a hacer novela, lo tiene en la cabeza”, perfila Miles. Vive precariamente en un piso lamentable de la calle Tallers: “el cagadero en el pasillo compartido con otros dos pisos sin ducha”, lo describe en una libretita, que comparte vitrina con las tres, más grandes, tituladas “Diario de vida, ejercicios de 1979” y cuyo primer volumen subtitula: “Notas de vigilante nocturno del camping Estrella de Mar”, labor que ejerció tal que así. Está también un ejemplar de “Algunos poetas en Barcelona”, publicado por esos años por La cloaca, editorial de mal nombre pero en cuya entrada conocerá a uno de sus amigos más íntimos en Barcelona, Antoni García Porta, de quien puede leerse una carta que acompaña un relato suyo sobre el que pide a Bolaño opinión.

En medio de infinitos “ejercicios de estilo, al modo de los de Raymond Queneau”, compara Miles, ese apartado ofrece también los originales inéditos del relato “Tres minutos antes de la aparición del gato” (referencia al felino cortazariano de Rayuela) y la nouvelle “La virgen de Barcelona”, relato autobiográfico donde ya se aprecian los cambios de punto de vista, la fragmentación, la mítica influencia de Arcimboldo.

Tras esa obra ya está en “condiciones de trabar y desarrollar las estructuras de sus grandes obras”, explica Miles sobre el apartado de Girona (“Dentro del caleidoscopio, 1980-1984”). Aislado, Bolaño escribe e intenta que se publiquen sus primeros títulos, por lo que se presentará a un sinfín de “premios búfalo que un piel roja tenía que salir a cazar pues en ello le iba la vida”, escribirá sobre ese periodo. Junto a otros recortes alucinantes (un viejo chino de 142 años y en bicicleta; los portentosos ojos de un niño también chino que parece ver a través de objetos opacos y que darán pie al relato “El contorno del ojo”), una vitrina recoge los tubos de ensayo de más novelas inéditas como Diorama, de 1984 (donde ofrecen a un chileno sin papeles un trabajo de operador y vigilante nocturno en una sala de cine barcelonesa).

El tercer apartado, el de Blanes (“El visitante del futuro: 1985-2003”) refleja cómo en la localidad gerundense van reduciéndose los innumerables trabajos extraliterarios y se nota, para regocijo del mitómano: se pone estudio (en la calle del Lloro); deja la vieja máquina de escribir y coge otra eléctrica y salta al ordenador (ambas piezas pueden verse en la muestra) y acabaran saliendo productos como la endemoniada, por inacabada, Los sinsabores del verdadero policía o la capital 2666, cuya elaboración permite ver libretas, y notas y esquemas, como el de la misma novela (con un “centro oculto”, según sus dibujos, a los que era aficionado y con los que juega la exposición). Entre sus tres gafas, juegos de guerra de mesa e imágenes con sus amigos Javier Cercas y Enrique Vila-Matas, hay hasta listados de libros clave en su vida (La sinagoga de los iconoclastas, de Roberto Wilcock, es uno) e infinitud de poemas inéditos en cualquier soporte; entre ellos, en un libreta grande de espiral, un autorretrato de marzo de 1993, donde dice que lee y escribe “En una vano intento de que el Tiempo/ no me devore/ Soy un pasajero ilegal en este autobús del Infierno”.