viernes, 27 de diciembre de 2013

Scherson y Bolaño: Una relación de película

por Marcelo Simonetti
Revista Caras. 31.05.2013









En pocas semanas más, específicamente el 15 de julio, se cumplirá una década sin Bolaño. La sentencia es, más bien, un decir. Sobre el escritor no se han tejido teorías como las urdidas luego de la muerte de Jim Morrison o Elvis Presley, pero tras su deceso Bolaño parece haber resucitado. La elogiosa crítica a su obra en Estados Unidos y la publicación de nuevos libros —siete en total, entre novelas, cuento y poesía— han propiciado el milagro. Y ahora, justo ahora, una película vuelve a estirar la cuerda de su existencia.

Alicia Scherson —Play (2005), Turistas (2009)— rellena una copa de vino. Acaba de entrar a su departamento. Llega retrasada por culpa del taco y porque se quedó sin efectivo y debió convencer al señor del parquímetro que la dejara ir a casa a buscar el dinero para pagarle. En una escena que, perfectamente podría ser de un cuento de Bolaño, el hombre accede y mientras espera, esta entrevista se realiza.

Scherson nunca conoció a Bolaño, pero es su fan. Lo evidencia la colección de Anagramas que ocupa la hilera de uno de los libreros que tiene repartidos por el living del departamento que comparte con otro cineasta, Cristián Jiménez; también sus palabras.

“Entré a Bolaño por Los detectives salvajes, luego leí todos sus cuentos, y más tarde las novelas: Nocturno, Estrella distante, La literatura nazi en América; también su poesía. Pero ninguna de esas lecturas me llevó al cine, a pensarlas como posibles adaptaciones. Me acuerdo que Una novelita lumpen la leí en 2005. Recuerdo haberla comprado en la calle, pirateada. Enganché al tiro. Cuando terminé dije: quiero hacer una película con esto”, sostiene.

La bolañomanía aún no se desataba cuando Alicia Scherson contactó a la agente de los derechos del escritor, Carmen Balcells, para contarle de su deseo de adaptar Una novelita lumpen —la última de las novelas que Bolaño vio publicada—, quien algunos meses más tarde confirmó la cesión de derechos por parte de la viuda de Bolaño, Carolina López.

“Lo que más me enganchó de la novela fue el tono, la voz de la protagonista, Bianca —interpretada en la película por Manuela Martelli. Es una voz sabia, que habla desde el futuro, convertida en madre, pero a la vez es una voz de niña, lúcida y llana. Lo otro que me gustó fue el hecho de que habiendo una trama muy clara que articula la historia —una pareja de adolescentes huérfanos que intenta robar una caja fuerte—, hay desviaciones de ese plot que son más importantes que la trama principal. Dicho de otro modo, no es tan importante el camino, sino cómo lo recorres, los desvíos que eliges, cómo vas y vuelves. Esa relación con las tramas es la que me interesa. La posibilidad de poder pervertirlas. Y Bolaño hace eso mejor que nadie”.


Bolaño, el libertador

Alicia Scherson estaba en tercer año de Biología y ya no quería saber nada más de mitocondrias y ribosomas, cuando vio un aviso en el que llamaban a postular a la escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. “Ese aviso me cayó encima como esos diarios que aparecían girando en la pantalla en las películas de los años 50", recuerda. Postuló y quedó seleccionada. Tras ese viaje a Cuba, supo que no iba a despegarse del cine.

Demoró casi siete años en estrenar. En 2004 filmó Play, y un año después su ópera prima llegaba al cine. Y aunque en esos días aún no tenía en mente adaptar Una novelita lumpen, Bolaño ya era un personaje importante en su vida.

“Bolaño se erigió como un referente nuevo para toda una generación que estaba hasta la tusa con el realismo mágico", afirma Scherson. "Lo viví en carne propia con Play cuando la presenté en diferentes festivales en Europa. Como tiene algunos elementos fantásticos y venía de América Latina, te decían ah, Chile, realismo mágico. Y tenías que hacerte cargo de ciertos patrones que no te correspondían. Bolaño nos dio un nuevo canon, nos liberó de ese karma”. Pero además, Bolaño también vino a cambiar lo que significaba sentirse latinoamericano, según Scherson.

“Bolaño tiene una manera de entender lo latinoamericano o lo hispanoamericano siendo de ningún país y de todos los países a la vez. A Bolaño lo reclaman los mexicanos, los españoles y nosotros. Él, como persona o personaje, y por supuesto su obra, simplemente no son encasillables en una nacionalidad. Ese tipo de pertenencia compleja al territorio es algo que compartimos, quizá de forma aún más potente, con mi generación y las que la siguen. Es una definición de identidad que está en cambio permanente. No podemos andar por ahí representando a la patria como si fuéramos una miss Chile o un equipo de fútbol. Sin embargo, siempre en la memoria, en la sangre y en la obra, están la cordillera y la marraqueta tostada con palta”.


El futuro

Ese carácter híbrido de Bolaño también lo tiene El futuro —que se estrena el jueves 6 de junio en los cines locales—, al punto que en los festivales donde se ha presentado han tenido problemas para resolver en qué sección la seleccionan. “La historia ocurre en Roma, está hablada en italiano e inglés, tiene una directora chilena y un equipo técnico que mezcla alemanes, italianos y argentinos... ¿Dónde la pones?, ¿en la sección de cine del tercer mundo?, ¿en la de cine europeo? Es un karma bolañiano que aceptamos con gusto”, dice.

La película cuenta la historia de dos hermanos que quedan huérfanos tras un accidente y, en ese sentido, es muy fiel a lo que sucede en la novela. “La trama es la misma, los personajes son los mismos, lo que cambia tiene que ver con cierta materialización que ocurre al hacer el traspaso, con la concreción absoluta que exige el cine, donde todo tiene que ser visible. La verdad es que recién ahora descubrí esa banalidad del cine y esta adaptación aumentó mi admiración a la literatura. Las palabras escritas son tan abiertas, tan misteriosas… Por ejemplo, la atmósfera que Bolaño arma en esta novela es imposible precisar dónde está, en qué palabras o en qué frases se esconde. En cambio en el cine, esa atmósfera hay que construirla a pulso, como un albañil, pura materialidad”.

Ese carácter híbrido de Bolaño también lo tiene El futuro —que se estrena el jueves 6 de junio en los cines locales—, al punto que en los festivales donde se ha presentado han tenido problemas para resolver en qué sección la seleccionan.

Pero eso es, precisamente, uno de los aciertos de El futuro. La película rescata la atmósfera de la novela. Es muy bolañiana.

“La historia se desarrolla en una Europa al borde del despeñadero. Es casi una premonición bolañiana. La novela fue escrita por encargo en el 2001 —de hecho fue lo único que Bolaño escribió por encargo— y yo creo que resuena allí algo de ese ambiente apocalíptico del cambio de milenio. Esa sensación de fin de mundo se nota más todavía en Europa y específicamente en Roma, cuando estás conviviendo con las ruinas del imperio”, dice Scherson.

Ha pasado casi una hora, y como si retomara una historia lateral, esas que se escapan de la trama, se acuerda del señor de los parquímetros. “Tengo que llevarle el dinero”, dice. Bajamos los ocho pisos en ascensor y cruzando Providencia desaparece rumbo a ese encuentro probable. Todo como si fuera un cuento de Bolaño.











jueves, 12 de diciembre de 2013

Alicia Scherson y su nueva película El Futuro: “Le tengo una envidia profunda a los escritores”

Entrevista de Ignacio Molina
The Clinic. 10.06.2013







Luego de Sundance, Rotterdam y BAFICI, la directora tras Play (2005) y Turistas (2009) estrena en Chile El futuro (2013), una película basada en Una novelita lumpen, de Roberto Bolaño y con coproducción chileno- italiana-española-alemana. Se trata de la única adaptación a pantalla grande de una obra del escritor de 2666 y está protagonizada por Manuela Martelli (30) y Rutger Hauer (69).

En el departamento de Alicia Scherson (39) se despliegan el mismo tipo de objetos pop que tanto le gusta incluir en sus películas: en la muralla principal destaca un poster de Blow-Up de Antonioni. Debajo, una mesa con un vinilo de Cat Power —Moon Pix— enmarcado y en vinilo. En frente, un sillón quizás sacado de La Naranja Mecánica y que sirve tanto para descansar como para leer la colección que alberga el librero que se encuentra detrás. Uno que contiene Queer de Burroughs, El primer hombre de Camus, Cuentos completos de Nabokov, Libertad de Franzen, Plata quemada de Piglia, y Putas Asesinas de Bolaño.

Y entre los objetos esparcidos en el departamento de Alicia Scherson —un piso nueve con vista al San Cristóbal— existe uno que, en este momento, destaca por sobre todos: un coqueto muñeco de Roberto Bolaño montado completamente en crochet. “Lo hizo ‘la warra de las galaxias’. Una argentina que con un material tan burdo como el crochet consigue adaptar rasgos y personalidades de un sinfín de personajes», cuenta Scherson sonriendo. «Acabo de llegar de la Feria del Libro de Torino, en donde se realizó un homenaje a Bolaño ya que se conmemoran diez años de su muerte”, dice mientras contempla los libros.


¿Cuál fue tu primer acercamiento a Bolaño?
Empecé por Los detectives salvajes y luego fui leyendo las otras novelas. Una novelita lumpen la leí el 2005, pero no para adaptarla sino por placer. Sin embargo, mientras avanzaba me dije: quiero hacer una película con esto. El libro tiene una atmosfera muy visual. Es una manera de escribir que tiene Bolaño donde te genera un mundo entero, y eso que construye es muy cinematográfico. Además me pasó algo con Bianca, la protagonista.


¿Qué te pasó con Bianca?
Inmediatamente la empecé a ver como la voz en una de mis películas. Ella empieza el libro diciendo que es una madre y también una mujer casada, pero no hace mucho fue una delincuente. Esa es la primera frase de la novela, y es súper intrigante y potente. Luego te das cuenta que hay una historia tremenda donde sus padres murieron en un accidente automovilístico, y ella junto a Tomás (Luigi Ciardo), su hermano, quedan huérfanos en Roma. De este modo, sin familia, tienen que sobrevivir en una ciudad gigante y lo hacen con maneras retorcidas: de pronto empiezan a descender hacia el lumpen, hacia los bajos fondos. Surgen planes de robo, prostitución, y se desarrolla una historia tremenda, pero Bianca la cuenta de forma lúcida y distante, sin ser sentimental.


Alicia Scherson, qué duda cabe, es una devora libros. Y eso se palpa en los guiones de sus películas —ella los escribe, claro— como también en el cariz de sus personajes. En Turistas, por ejemplo, Carla Gutiérrez (Aline Küppenheim, la protagonista) recorre Siete Tazas sin jamás soltar Desgracia de Coetzee. «Son caprichos y homenajes a los autores que admiro, dice ella». Sin embargo Alicia Scherson le tiene una curiosa envidia a los escritores.


¿Has pensado adaptar otro autores nacionales?
Como escribo mis guiones no tengo tantas ideas de adaptación. Sin embargo hay cuentos de Alejandra Costamagna, del libro Animales domésticos, que me gustan mucho. También las novelas de María José Viera Gallo, por ejemplo Verano robado se me hace como una suerte de Joven y alocada. Ambas autoras son súper cinematográficas, por tanto adaptables. No digo que lo vaya a hacer yo, pero me suenan como posibles películas. Tengo una envidia profunda por los escritores. Me encantaría ser escritora. Me parece que tienen una independencia y una especie de control de las cosas prácticas que es maravillosa.


¿Sí? ¿Has tratado de escribir una novela?
Tengo mucha conexión con la literatura pero no me atrevo, todavía, a escribir una novela. Pienso que lo haré cuando sea más vieja. Siento que el tipo de concentración, de obsesión, de trabajo solitario, me da un poco de miedo. Me refiero a que no cuento con la estabilidad psicológica para llevar el ejercicio de la escritura de una novela. El cine tiene un inicio solitario que es la elaboración del guión, pero después viene una fase donde estas en contacto con otras personas.


En El Futuro, Rutger Hauer (69)—recordado por darle vida al androide Roy Batty en Blade Runner— interpreta a Maciste: un viejo actor de cine, ex Mister Universo, ciego, y que vive solo en una mansión donde guarda un tesoro que Bianca (Manuela Martelli) intentará robar después de seducirlo. “Maciste es un antiguo Hércules —señala Scherson. Uno de esos actores multi talentosos que eran fisicoculturistas y que no ocupaban dobles de acción: eran acróbatas que manejaban artes marciales y armas. Fue un personaje muy difícil de castear: tenía que ser viejo y tener un cuerpo imponente. Una cosa decadente pero a la vez suficientemente sexy para enganchar a Manuela Martelli.







Revisando lo escrito por prensa Argentina sobre El futuro —que se exhibió en BAFICI—, me enteré que Rutger, mientras filmaban, constantemente estaba aportando ideas o discutiendo sobre el desarrollo de algunas escenas. Que ocurrió una suerte de tira y afloja en el set.
Rutger era súper creativo y quería estar aportando o cambiándole cosas al guión. Había que hacer una especie de lucha: frecuentemente quería modificar escenas, lo que era cansador ya que no todas las veces sus ideas se aceptaban. Sin embargo en las negociaciones él aportó con una escena donde aparece jugando con una katana. Una suerte de auto homenaje que hizo a un personaje que interpretó, a fines de los ochenta, en Blind Fury. Hay otra donde está en la cama con Manuela y empieza a realizar unas llaves de judo. Una mezcla de erotismo y artes marciales.


***


Mientras contempla el poster de Blow-Up —uno en donde David Hemmings aparece sugerentemente encima de Vanessa Redgrave, fotografiándola—,Scherson comenta que Manuela Martelli aparece la mitad del filme completamente desnuda. “Su personaje está siempre deambulando sin ropa por la casa de Maciste —dice. Él trata de buscarla con una mirada que no ve, mientras ella lo intenta seducir”.


Hay una carga erótica curiosa en esa imagen de Bianca desnuda ante los ojos de un ciego.
Claro, ella se pasea por la casa de Maciste sin ropa, con el cuerpo cubierto de aceite, y él jamás puede observarla. Entonces la desnudez de Martelli no podía ser coqueta ni tímida, ya que estaba con un tipo que no la podía contemplar. Hay una carga erótica fuerte en la imagen, pero desde la actuación había mucha tranquilidad.


¿Cómo manejó Manuela Martelli el hecho de estar la mitad del filme desnuda junto a Rutger Hauer, seduciéndolo?
El nivel de desenvoltura conseguido por Martelli se logró gracias al desparpajo de Rutger en el set. Me refiero a que se tomaba esas escenas como si Manuela estuviese vestida. Rutger trabajó con distancia: se reía, se divertía, de este modo Manuela pudo sentirse cómoda. Él tiene una cosa muy juguetona. Las salidas que tenía —como las llaves de judo— nos liberaron de la tensión que significaba tener a una actriz todo el tiempo desnuda. La misma Manuela cuando terminaba de filmar se iba a tomar una café y a los minutos recién se daba cuenta que estaba sin ropa y decía: ¡Ay, me tengo que poner la bata!


¿Qué va a pasar con Alicia Scherson en el futuro?
Estoy trabajando en Romántica, una comedia que ocurre al interior de un salón de depilación en cera caliente, y Heidelberg, que aborda el mundo universitario. También tengo en carpeta un documental sobre mi abuelo paterno. A él yo nunca lo conocí: murió en la década de los 50, en la cárcel.


¿Qué pasa con Alicia Scherson en el presente?
Siento que estoy cerrando un ciclo con estas tres películas. Han sido una tras otra: ¡No he parado! Siempre ha estado la presión que si paras no vas a poder volver, pero siento ahora que con estas estoy mucho más tranquila ya que si quiero hacer otra sé que lo voy a lograr con o sin plata. Ya no estoy con la ansiedad de antes. Como decía, estoy cerrando un ciclo: tengo 39 años y necesito una pausa para poder pensar bien en mi próximo proyecto.