lunes, 13 de abril de 2015

“Podemos esperar encontrar a Bolaño reapareciendo en novelas, cuentos y poemas”. Entrevista a Chris Andrews

Columbia University Press, 2014
Traducción de Bernardo Navia





¿Cómo conoció la obra de Bolaño?
En una conversación con libreros de Santiago y Valparaíso, en el año 2001. Bolaño era ya conocido en Chile: había ganado el Premio Rómulo Gallegos, y regresado al país en dos oportunidades, en 1998 y 1999. Sus relaciones con el mundo literario chileno contemporáneo fueron tormentosas, pero su lealtad hacia Enrique Lihn y Nicanor Parra siempre fue total. Me gusta pensar que él ha reclutado nuevos lectores para esos dos grandes poetas chilenos.


¿Esperaba que la obra de Bolaño encontrara un público masivo en inglés cuando comenzaste su traducción?
No, pero no porque pensara que no merecía ser leído. Con los dos primeros libros, pensé: puede que resulte, porque es la manera en que estas cosas generalmente marchan. Un autor conocido y respetado en su propio idioma generalmente recibe una o dos buenas oportunidades cuando se le traduce y, a no ser que suceda algo especial, es bastante normal que ese autor caiga luego en la categoría de autores que lo intentaron pero que sin embargo no prosperaron. Afortunadamente, Bárbara Epler (de New Directions) no se acercó a Bolaño desde esta perspectiva: ella estaba comprometida a esperar a que algo especial sucediera, lo que sí ocurrió, con la colección de historias Los últimos atardeceres sobre la tierra. Y luego con Los detectives salvajes, novela publicada por FSG.


¿Qué clase de libro ha querido escribir con Ficción de Roberto Bolaño (Roberto Bolaño’s fiction: an expanding universe)?
Bueno, es un libro académico, pero quería que esto quedara lo más claro posible. Quería representar lo más fielmente posible la complejidad de la obra de Bolaño, aunque esto significara cuestionar la calidad de mis propios argumentos. Quise hacerle justicia tanto a las texturas como a los detalles finos, pero también conectar la ficción con grandes interrogantes políticas y éticas, como por ejemplo aquellas de que si acaso Bolaño glorifica rencillas, o si su trabajo es romántico o anarquista. El libro, como un todo, presenta un arco: se mueve, hablando de manera muy poco elaborada, de forma a contenido a valor, y hay un cambio en el trasfondo conceptual que va de la narratología a la filosofía.


¿Cuál fue la parte más difícil de escribir del libro?
El apéndice, aunque ahí no era tanto lo que escribía como lo que cotejaba y traducía. Se alinea con las víctimas reales de los crímenes en Ciudad Juárez, de 1995 a 1998, tal como fuera documentado en la obra Huesos en el desierto, de Sergio González Rodríguez, con las víctimas ficticias en “La parte sobre los crímenes”, en 2666. Si se comparan las notas de González Rodríguez con las descripciones hechas en 2666 se obtiene que, aunque Bolaño se toma muchas libertades a partir de su base documental, especialmente en la segunda mitad de “La parte sobre los crímenes”, hace coincidir el número de mujeres asesinadas y reproduce aquel terrible ritmo de crímenes con una escrupulosa exactitud.


¿Cómo ve la recepción futura de las obras de Bolaño?
No creo que nunca sea un asunto urgente leer aquel libro del cual todo el mundo esté hablando. Si ese libro es bueno, aún lo será cuando pasen algunos años. Los lectores que piensen así, descubrirán a Bolaño aunque él ya sea una noticia añeja, pero la experiencia de la inmersión en su ficción aún será fresca para ellos. En lo que nos concierne tanto a críticos como a académicos, recién hemos comenzado a analizar su trabajo, y hay aún mucho más por descubrir en él. Los materiales de manuscritos sin publicar nos pueden obligar a reorganizar nuestras ideas; pero aún si esto no existiera, un libro como 2666 presenta una veta casi inagotable. Bolaño fue un autor de cartas maravillosamente generoso, de manera que tal vez algún día podamos ver alguna colección de sus cartas, y de sus correos electrónicos. Él ya tiene una vida rica y agitada como un personaje de ficción, de la obra de novelistas bien establecidos como Javier Cercas (Soldados de Salamina) y Rodrigo Fresán (Mantra) a la de los escritores emergentes como Oswaldo Zavala (Siembra de nubes), Carlos Almonte (Viento blanco) y Pablo Martín Sánchez (Fricciones)… Creo que podemos esperar encontrar a Bolaño reapareciendo en novelas, cuentos y poemas, porque él es un autor al que nos apegamos y es natural querer prolongar su vida en la imaginación. Un reciente artículo de Ignacio Echevarría describe el poderoso "Efecto Bolaño" que se hace sentir mucho más allá del campo de la literatura. Una manifestación de ello es la reciente película “El futuro”, dirigida por Alicia Scherson, basada en Una novelita lumpen, recientemente traducida por Natasha Wimmer.