La
Vanguardia.com. 30.10.2016
Bolaño bromea entre amigos usando una máscara
de Pinochet
Santiago de Chile, 1999
"En
los Estados Unidos les está dando por el video, tengo buenos datos. En Londres
los adolescentes juegan durante algunos meses a ser estrellas de la canción. Y
no pasa nada, por supuesto. Aquí, como era de esperar, buscamos la droga o el
hobby más barato y más patético: la poesía, las revistas de poesía; qué le
vamos a hacer, no en balde esta es la patria de Cantinflas y Agustín Lara”,
afirma el doctor Carvajal, uno de los personajes de El espíritu de la
ciencia-ficción, la nueva novela de Roberto
Bolaño (1953-2003), que se pone el jueves a la venta. Una obra en la que
el joven poeta Jans Schrella –un trasunto del propio Bolaño– vive la bohemia
literaria mexicana.
Todo lo que
rodea a Bolaño es un acontecimiento. Desde el boom latinoamericano, con nombres
como García Márquez o Vargas Llosa, no se recuerda a un escritor con semejante
eco mediático y a la vez aplauso de la crítica. Autor inicialmente de culto, ha
tenido éxito en mercados tan difíciles como el de Estados Unidos y antes de
morir había empezado a entrar en las primeras deliberaciones de los académicos
suecos, esas que con el paso de los años pueden fructificar o no. La aparición
del nuevo libro coincide con una polémica sobre la gestión de su memoria que ha
llevado a su viuda, Carolina López, a demandar judicialmente a varias personas
e instituciones que se refirieron a Carmen Pérez de Vega como “la última pareja
de Bolaño”, acusándolos de atentar contra el honor y la intimidad de la
familia. La demanda se extiende a la propia Pérez de Vega.
Hay que
decir que algo, en teoría, tan sencillo de dilucidar es, a tenor de los amigos
consultados, interpretable. Para A. G. Porta y otros, “Roberto y Carolina no
estaban separados”. En cambio, para otros, “su pareja era Carmen”.
El tema no
es un mero chisme y tiene que ver con el salto que su obra acaba de dar de
Anagrama –la editorial que le publicó prácticamente todos sus libros– a
Alfaguara por una cantidad ligeramente superior a 500.000 euros. La relación
entre Jorge Herralde y Carolina López no era buena. “Desde el 2007 no tengo
contacto directo con ella –confirma el editor–, solamente a través de agentes y
abogados”, a pesar de lo cual llegó a publicar siete libros póstumos de Bolaño
entre el 2003 y el 2011. Para el fundador de Anagrama, “los herederos no nos
han retirado sus títulos por una cuestión de dinero, sino porque formábamos
parte de aquellos amigos íntimos a quienes nos había presentado a Carmen como
su novia, con la que yo mantenía un trato esporádico y cordial”. Herralde habla
de “una lista negra”. Cuenta que, mientras Ignacio Echevarría y Bruno Montané
preparaban la edición de La Universidad Desconocida, “un día recibimos
un burofax de un pomposo despacho de abogados en nombre de los herederos
desautorizando la edición de dicho texto. Le respondí a Carolina López que,
entonces, quedábamos a la espera de su edición y esa es la que publicamos, con
algún poema añadido por ella y eliminando la introducción”. El hecho de que
Pérez de Vega fuera consultada en alguna cuestión menor, durante la edición de
un libro anterior, molestó a la viuda, a la que Herralde no consultó acerca de
la idoneidad de Echevarría y Montané para ocuparse del nuevo título.
“El 16 de
diciembre del 2015 -prosigue Herralde-, se produjo una reunión en Barcelona,
muy cordial, entre Carolina López, Sarah Chalfant (de la agencia Wylie), Carlo
Feltrinelli y Silvia Sesé, de la que todos salieron convencidos de que Bolaño
seguiría en Anagrama . El precio del anticipo ya se había acordado en reuniones
previas”. Esa misma tarde, López tuvo una reunión con Penguin Random House,
donde les vendieron toda la obra de Bolaño, sin darnos opción a seguir en la
puja”. Herralde deja claro que “no tengo nada contra Wylie, ni contra Random
House, es una decisión de Carolina López. No hablaré de delirios ni paranoias
porque mis conocimientos médicos son realmente insuficientes”.
El entorno
de López afirma que “Herralde trataba a Carolina como un trapo sucio”, mientras
que en Anagrama citan una lista de agravios concretos, básicamente reediciones
que la viuda no autorizaba. “Anagrama ya había dado a Bolaño todo lo que pudo
darle, que es mucho, mientras que Alfaguara cuenta con una distribución mucho
más potente en Latinoamérica, con lo que su obra puede dar otro salto y ampliar
su público”, argumentan los defensores del cambio de editorial, que
desdramatizan “algo muy habitual en el sector”.
Bolaño se
relacionó con las dos mujeres. Con López tuvo dos hijos –nacidos en 1990 y el
2001–, mantenía una vida familiar en Blanes, viéndose con amigos, realizando
algunos viajes y alternando periodos de alejamiento con otros de mayor
cercanía. Con Pérez mantuvo una relación amorosa a lo largo de seis años que
incluyó varios viajes, asistencia a actos públicos y actividades con amigos, a
alguno de los cuales les dijo, hacia el final de su vida, que buscaba piso en
Barcelona. La relación con Pérez de Vega se inició en diciembre de 1997 y duró
hasta su muerte, de hecho fue ella la que lo condujo al hospital Vall d’Hebron
donde murió y quien llamó a Carolina para que se presentara.
Este diario
se ha intentado poner en contacto con López y con Pérez. En el caso de la
viuda, la editorial Alfaguara se ha remitido a la rueda de prensa que dará la
semana que viene. Y Pérez de Vega ha declinado ofrecer declaraciones, más allá
de esta: “Yo no pedía nada. Solamente que no me arrebataran mi amistad,
cercanía y el conocimiento que tengo de Roberto”.
Ignacio
Echevarría se refirió, hace unos días, en un artículo en la revista El
Cultural, a la causa de que lo hayan apartado de las labores de edición de
los textos del chileno: “Mi buen entendimiento con Pérez de Vega, la mujer con
la que Bolaño mantuvo una larga y estrecha relación sentimental durante los
últimos años de su vida (en especial los tres últimos, en que la relación se afianzó
y se hizo más o menos pública)”.
También se
han vertido ríos de tinta sobre la dolencia hepática que, finalmente, le llevó
a la muerte. El doctor Víctor Vargas, del hospital Vall d’Hebron, declaró al
diario chileno La Tercera que fue “un trastorno inmunológico que afecta
a las vías biliares y va dañando el hígado”. Contactado por este diario, Vargas
responde: “He firmado un documento a la familia por el que me comprometo a no
hablar de este tema”. Hacia el año 1992 o 1993, los médicos le dijeron que debía
pedir un trasplante de hígado, lo que fue posponiendo hasta entrado el siglo
XXI. Cuando ingresó en el hospital –afectado por el sangrado de las varices
esofágicas, un daño colateral de su dolencia–, Bolaño estaba ya el segundo de
la lista de espera.
Volviendo
al nuevo libro, el chileno Bruno Montané vivió la bohemia mexicana junto a
Bolaño. Forzado a realizar una lectura fragmentaria y apresurada de El
espíritu de la ciencia-ficción, ya adivina algunos referentes: “Veo que el
personaje de Rodríguez es Juan Rejano, poeta andaluz exiliado en México que
aparece en Los detectives salvajes. Otros aparecen por su nombre real,
como el periodista cultural Jesús Luis Colín, con quien nos solíamos ver en la
cafetería La Habana, o Alcira Soust Scaffo, que es el auténtico nombre de
Auxilio Lacouture –el personaje de Amuleto–, quien, expulsada de México,
vivió unos pocos años como vagabunda en Montevideo”.
Del baúl de
Bolaño siguen brotando, pues, obras póstumas. Además de El espíritu de la
ciencia-ficción, tuvimos las novelas 2666 (2004), El Tercer Reich
(2010) y Los sinsabores del verdadero policía (2011), los volúmenes
de cuentos El gaucho insufrible (2003) y El secreto del mal (2007),
así como el volumen de poesía La universidad desconocida (2007) y los
ensayos recogidos en Entre paréntesis (2004). Si bien él mismo dejó
claro que había obras que no daba por buenas –como El Tercer Reich–, es
evidente que tienen interés para la legión de bolañistas que puebla el mundo.
Herralde certifica que “cuando, con él vivo, miramos sus cajones, sólo quiso
rescatar Amberes y Monsieur Pain y no consideró los demás títulos
aptos para la publicación, aunque yo no dudo de que son valiosos”.
Ahora, se
espera un nuevo libro de cuentos, otro de poesía y el Diario de vida, una
libreta la naturaleza de cuyo contenido no ha quedado aclarada. Aunque, dada la
labor de catalogación que se viene realizando, tal vez la semana que viene
Carolina López dé alguna sorpresa.