jueves, 19 de marzo de 2020

Bruno Montané: "Duele que el dinero del legado de Bolaño se use para demandar a sus amigos"

Por Javier García
La Tercera, Culto. 21.01.2020



Bruno Montané nació en Valparaíso en 1957, luego vivió en Santiago en los años de la Unidad Popular. Tras el golpe de Estado, con 17 años, Bruno Montané llegó a México, en 1974. Allí conoció a Roberto Bolaño y Mario Santiago y juntos crearon el movimiento infrarrealista que quedaría para siempre registrado como “realvisceralismo”, en la novela Los detectives salvajes, donde Montané inspira al personaje Felipe Müller.

En 1976 Montané se trasladó a Barcelona, España, y su vínculo con Bolaño continuaría. Incluso juntos escribieron y publicaron poemas a cuatro manos. “He aprendido poesía, también, y camaradería cotidiana, de Bruno Montané, quien llegó a mi casa en México, en 1974, cuando tenía 17 años y yo 21, y de allí en adelante cuántas aventuras, recitales, préstamos, S.O.S., conversaciones en el fondo de la gillette”, apunta Bolaño en la antología Entre la lluvia y el arcoíris (1983), de Soledad Bianchi. Más tarde dirá sobre los versos de su amigo: “Montané escribe como un naturalista que cree en muy pocas cosas y que sin embargo sigue haciendo su trabajo con tesón”.

Hijo de la poeta y pintora Helga Krebs, quien participó con uno de sus dibujos en el libro Chistes parra desorientar a la policía poesía (1982), de Nicanor Parra, y del arqueólogo Julio Montané, autor del Atlas de Sonora, que Bolaño usó para escribir sobre México; Bruno Montané es autor de los poemarios El maletín de Stevenson (1979-1981), El cielo de los topos (1987-1995) y Mapas de bolsillo (2013). Ahora reúne esos tres títulos más un conjunto de inéditos en la antología El futuro, disponible en Chile por editorial Candaya.

Antes del estallido social de octubre, Montané llegó con su mujer al sur de Chile. Ahora está en Santiago y regresará en febrero a España. Vino dos veces antes, solo algunos días, incluso compartió un festival con el poeta Leopoldo María Panero, en 2004, pero esta es su estadía más larga en 45 años. “Yo no tuve vida adulta en Chile, que sí la estoy viviendo estos días. Con respecto a la revuelta social, me parece una cosa increíble este espíritu colectivo que se ha generado. Los muros que también han hablado, oscilando sus mensajes entre la rabia y la poesía. Mi adolescencia en Chile fue durante la UP, pero había un lenguaje distinto, más regulado. Hoy hay una nueva manera de cómo decir las cosas”, comenta Montané.

De bromas y juicios
“El mito fue de carne y hueso y respiró,/ pero ahora ríe en el fulgor de ese oleaje/ que desafía todas las derivas”, escribe Bruno Montané en el poema “Un nuevo mito”, parte de esos versos inéditos apuntados en una libreta con el nombre de El futuro, que le dieron título a la antología que ahora publica. El ejemplar abre con un prólogo del crítico español Ignacio Echevarría: “No queda en este libro testimonio alguno de la prehistoria del poeta Bruno Montané, activo partícipe de la neovanguardia mexicana de la década de los setenta”.

Sobre ese pasado, señala Montané, unos de los pocos sobrevivientes tras la muerte de Mario Santiago (1998) y Bolaño (2003): “Lo más importante del infrarrealismo era el ideal de grupo, luego la personalidad y genialidad de Mario y Roberto eran totalmente nucleares. Pero el infrarrealismo también fue una genial broma poética colectiva, generada por ellos”.

El poeta cuenta que se escribió decenas de cartas con Bolaño. Ese material pudo haber ido a parar a algunas universidades norteamericanas e incluso al Archivo del Escritor en la Biblioteca Nacional de Chile. Pero finalmente, en 2017, la Biblioteca Nacional de España adquirió el epistolario formado por 44 cartas (fechadas entre 1976 y 1997), 18 tarjetas postales y 3 piezas manuscritas de Bolaño. “Quizá lo mejor hubiese sido que quedaran en Chile, pero yo estaba con un problema económico grueso en ese momento y, bueno, se quedaron en España. El epistolario de Roberto es buenísimo, cada carta de él es un texto que vale mucho”, señala Montané. Entre esos documentos hay un texto de 14 páginas que Bolaño escribió tras la lectura de Purgatorio (1979), del poeta Raúl Zurita.

Montané lamenta que no se puedan publicar esos papeles. Además, recuerda que Bolaño mantuvo una extensa correspondencia, entre otros, con Antoni García Porta (Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce) como con el poeta Carlos Edmundo de Ory. “Está en Cádiz ese epistolario y es maravilloso porque Carlos hacía copia de las cartas”, dice Montané.

Ayer, el crítico Ignacio Echevarría se refirió al epistolario de Bolaño en la columna “Malas cartas”, en el suplemento El Cultural, de El Mundo: “La procelosa correspondencia de Roberto Bolaño, por ejemplo, sin duda una de las vetas más ricas y asombrosas de cuanto escribió, no puede ser publicada sin el consentimiento de sus herederos, no al menos hasta que sus derechos pasen a dominio público”.

Hace diez días, Echevarría fue absuelto en un juicio en España. Carolina López, viuda de Bolaño, lo demandó por “atentar contra el honor y la intimidad de su familia”, al afirmar que el escritor mantuvo una relación con Carmen Pérez de Vega. Ante el resultado López deberá pagar los costos del proceso. En ese juicio Montané sería testigo, pero se excusó porque se encontraba en Chile.

Sobre los juicios que ha emprendido la viuda de Bolaño, comenta Montané: “Duele que el dinero del legado de Bolaño se use para demandar a sus amigos. Ahora también esta última resolución deja en evidencia que una demanda tiene que corresponder a algo demandable. Ha sido un buen punto, como precedente, en este asunto de las demandas literarias”.