jueves, 21 de octubre de 2010

Otro Bolaño

por Nick Caistor y Guadalupe Gerardi
Revista de Libros. Madrid. Nº 162, Junio 2010




La cuestión de la validez de publicar obras póstumas de un autor que no las consideraba terminadas o no creía que fueran de una calidad satisfactoria para ser publicadas en vida se ha vuelto nuevamente polémica en el mundo de la literatura anglosajona, donde tanto The Original of Laura, la novela inédita del gran escritor Vladimir Nabokov, como los cuentos Look at the Birdie firmados por Kurt Vonnegut han resucitado un debate que había nacido en el siglo xx con el caso emblemático de Franz Kafka.

En la literatura de habla hispana, es la obra del escritor chileno Roberto Bolaño, fallecido en el año 2003, la que está en el punto de mi­ra. Al parecer, después del éxito en Estados Unidos de su novela clave 2666, la agencia literaria Wylie impulsó la venta de toda la obra del autor chileno. En España, Jorge Herralde y Anagrama parecen decididos a tener la biblioteca completa de Bo­laño, que abarcaría nada menos que once novelas, cuatro libros de relatos (incluidos algunos ensayos), una com­pilación de artículos, columnas pe­riodísticas y entrevistas, y tres libros de poesía.

La claramente precursora novela de Roberto Bolaño, El Tercer Reich, comienza al estilo de una de sus grandes novelas, Los detectives salvajes, con una entrada de diario y con lo que para los ya versados lectores de Bolaño podría ser la voz de Benno von Archimboldi (uno de los personajes principales de 2666) hablando de su novia Ingeborg. Sin embargo, después de leer unas líneas, nos damos cuenta de que el protagonista de esta historia es otro: un personaje llamado Udo Berger, joven, escritor amateur, alemán, experto en juegos de estrategias bélicas, quien está de­sarrollando un war game con nombre de evidentes resonancias nazis: «El Tercer Reich». Bolaño diseñó a este personaje (inspirado tal vez en el personaje principal de la novela de Philip K. Dick Tiempo desarticulado) co­mo un ser fascinado con este juego de mesa al que se dedica por placer, trabajo y obsesión. A través de este juego Bolaño presenta el tema del nazismo, al cual recurrirá de manera insistente a lo largo de su obra.

La novela dura más o menos lo que duran unas vacaciones de verano y la primera entrada del diario del 20 de agosto ya nos presenta a Udo junto a su novia Ingeborg de vacaciones en el hotel donde solía veranear con sus padres en la Costa Brava (el mismo lugar en el que trabajó Bolaño durante la composición de esta novela). Allí conocerán a otra pareja de alemanes, Charly y Hanna, y a partir de lo que parece ser una estancia banal y corriente empezarán a surgir distintos hilos narrativos: las posibilidades de un crimen, aventuras amorosas, seres misteriosos con pasados oscuros, y todos desarrollados en una narración de lectura ágil con varios diálogos marcados por el eterno compañero de la literatura de Bolaño: el absurdo.

Los protagonistas de esta novela incluyen tipos tan singulares como dos españoles extraños apodados el Cordero y el Lobo, otro especialista en war games llamado Conrad, la pareja de turistas alemanes, la enigmática dueña del hotel, Frau Else, su marido -que permanece en el trasfondo de la historia hasta casi el final del libro- y el personaje que más atraerá la intriga de los otros y del lector: el Quemado. En la novela se presume (pero nunca se confirma) el origen latinoamericano del Quemado. Este singular integrante del elenco bolañano planeará una trama que el protagonista y los lectores desconocen y que, al igual que las causas de las quemaduras que deformaron su cara, no se revelará hasta las últimas páginas del libro. También habrá otras voces que se intercalan en el relato, como las palabras que surgen al azar del texto de Florian Linden (aquí un autor de novelas policíacas), que hablan de la naturaleza del mal y parecen enviar mensajes subliminales al protagonista al avisarle, por ejemplo, que «su vida está en peligro». Uno de los personajes de­sa­parecerá en la playa y se originará una búsqueda colectiva que correrá de forma paralela a otras historias, como la de la rivalidad de Udo con el Quemado, forjada y desarrollada a partir del juego de guerra en el que las potencias del Eje (representadas por Udo) se enfrentarán a los ejércitos aliados (representados por el Quemado).

Así, en el agobiante cuarto del hotel de la costa se desarrolla la partida del juego de guerra intercalada con el desarrollo de la misteriosa desaparición, y ambas estarán rodeadas de una atmósfera de conspiración y de entropía del fin del mundo. Las palabras de advertencia provenientes de la novela policíaca que Udo había empezado a hojear hacen que se empiece a vislumbrar el inicio de una historia paralela, la inminencia de un trasnochado ajuste de cuentas y la cercanía de un posible asesinato.

Falto del característico vigor de la narrativa bolañana, y formado sobre un argumento de calidad oscilante, el texto cuenta, sin embargo, con algunos momentos ejemplares, sobre todo algunos diálogos de humor inteligente y ácido. La novela toca ciertos temas que fueron apareciendo de manera constante a lo largo de la obra de Bolaño, como, por ejemplo, la parodia del establishment literario, las negociaciones entre escritores y editores, la ubicuidad del mal, los crímenes reales y potenciales, las posibilidades y también lo atractivo de la transgresión, la literatura policíaca y los duelos entre personajes con aires fatídicos e irónicos. Para aquellos lectores interesados en manuscritos encajonados o en los antecedentes de lo que ha sido calificado acertadamente de «una obra magistral», la lectura de El Tercer Reich merece la pena. Pero quienes quieran disfrutar de una novela intensa, bien escrita, y con un argumento de­sa­fiante, tal vez deberían elegir otro título, que seguramente podrán encontrar en las estanterías de la librerías que ya cuentan con la obra (casi) completa de Bolaño.