por Julio Suárez Anturi
http://juliosuarezanturi.wordpress.com/. 05.04.2011
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Se echa de menos que nadie haya comentado las afirmaciones del crítico literario (y literato él mismo) Camilo Marks sobre la pléyade de escritores que conforman, a su juicio, el “canon” de la literatura chilena. Quizás porque se ha reducido tanto el interés por la lectura, que ahora ni siquiera los intelectuales leen.
Quisiera, solamente, llamar la atención sobre un par de afirmaciones que hace Camilo Marks sobre uno de los íconos recientemente erigidos de la literatura chilena: Roberto Bolaño. Este ha sido, verdaderamente, un alto referente de las letras, tras la obtención de varios premios, el Municipal de Santiago (La pista de hielo) y, en especial, los premios Herralde y Rómulo Gallegos (ambos por Los detectives salvajes).
Pero especialmente, más allá de estos premios en vida, por los obtenidos por su novela póstuma 2666 que, a la sazón, eran tres o cuatro novelas que había dejado de herencia a su familia, para que publicaran una a una y tuvieran sustento con sus regalías, durante un tiempo adecuado; como se sabe, los editores prefirieron publicarlas en un solo tomo, y titularlo con el número mencionado. Por 2666 ganó, póstumamente, los premios Municipal de Santiago, Altazor, Fundación Lara, Salambó, Ciudad de Barcelona y National Book Critics Circle Award.
Para Camilo Marks, “2666 también alcanza grandes momentos, pero es tan desmesurada e interminable que muchas veces flaquea, por no decir que contiene extenso segmentos muy prescindibles”. En cambio, el autor de Canon – Cenizas y diamantes de la narrativa chilena, se deshace en elogios por Los detectives salvajes.
Dice Camilo Marks: “Los detectives salvajes es una enorme novela, enorme tanto en su longitud, como en las posibilidades de interpretación que presenta. El mayor problema de un crítico consiste en analizar una obra que se impone enseguida por el puro valor de su ímpetu narrativo, como un torrente, a veces como un diluvio, de manera que clasificarla o desmenuzarla termina por limitar su potencial literario”.
Y añade: “Los detectives salvajes sigue siendo el fruto culminante de la prolífica carrera de Bolaño… Los detectives salvajes puede leerse en varios planos. Su título alude, por supuesto, al género policial y los dos actores principales de la trama –Arturo Belano, alter ego de Roberto Bolaño y Ulises Lima– son, a su manera, dos investigadores intentado descifrar un misterio: el origen de un movimiento literario y el paradero de su fundadora”.
Aunque de la primera etapa, Camilo Marks considera Estrella distante (1996) “una de sus mejores novelas”, lo que quería llamar la atención del canon de Marks es la consideración definitoria que hace de su obra, y del propio Roberto Bolaño, que debió haber concitado más debate, que el nulo presentado en Chile hasta el momento. He aquí las palabras del ensayista:
“De modo categórico, Roberto Bolaño no es, en esencia, un escritor chileno. Se encuentra por completo al margen de la literatura chilena y es imposible asociarlo con la tradición novelística este país. A pesar de que la acción de algunos cuentos suyos transcurre en Chile y una de sus mejores novelas –Estrella distante (1996)– comprende temas relacionados con nuestro pasado inmediato, esto es, el período previo y posterior al golpe militar de 1973 y los avatares de personas de ese tiempo, el tratamiento y las técnicas narrativas se alejan demasiado de la prosa nacional. En realidad, Bolaño podría ser mexicano, español, chicano y en parte chileno o, a lo mejor, una mezcla de todas esas nacionalidades pero, en definitiva, está al margen de la historia de la literatura chilena reciente. Es, en el buen sentido de la palabra, demasiado cosmopolita, demasiado universal, absolutamente desarraigado, extraordinariamente original. No se ve cómo ni por dónde podría incluírsele dentro de la novelística nativa del presente. Él mismo se encargo de decir, de modo explícito y a veces acerbo, que nunca podría sentir cercanía con nuestros escritores o adhesión por alguna corriente literaria local.
“Lo anterior carece de importancia y tal vez obedece a un estéril afán catalogador. Con el mismo propósito ocioso, definiremos a Roberto Bolaño, de forma provisoria –todo lo relacionado con él es todavía inestable– como un novelista nacido en Chile y que escribe en español”.
Obviamente que el hecho de ser simplemente “nacido en Chile” y además “escribir en español”, no resta la grandeza que pueda tener Bolaño, pese a que “todo lo relacionado con él es todavía inestable”. Lo interesante es que Bolaño se aparta del flujo “identificable” de literatura “netamente” chilena, y trasciende. No sé si esto le quita méritos, o, por lo mismo, lo mantiene por sobre todo lo demás.