Revista Para Leer. 09.01.2018
Estaba yo, este último verano, paseando por el barrio de San
Andrés en Ciudad de México, cuando mi amigo Federico Guzmán nos preguntó a mi
novia y a mí: «¿Qué os parece este título para un libro: Sepulcros de vaqueros?».
A los dos nos gustaba, sin saber aún si Federico estaba hablando de algún libro
escrito por él o por otro. Entonces nos contó que iba a ser el título del nuevo
inédito de Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003), que
aparecería en Alfaguara en septiembre. Me alegré de forma inmediata. Yo he
leído todo lo que ha aparecido de Bolaño en el mercado y siempre me alegra
tener más material suyo a disposición. Ya sé que estos libros no van a estar a
la misma altura que sus obras maestras, como Los detectives salvajes, 2666,
Llamadas telefónicas o Estrella distante, pero los que he leído
hasta ahora me siguen haciendo disfrutar. Así que, cuando llegó septiembre,
escribí a la editorial Alfaguara para que me enviara Sepulcros de vaqueros y me acerqué a él a principios de noviembre.
Según lo que había leído en internet, el libro contenía tres
novelas cortas. La primera sería la titulada Patria. Según se comienza a leer, el lector habitual de Bolaño
reconocerá algunas de sus referencias vitales. Ésta es la primera frase: «Mi
padre fue campeón de boxeo, el más valiente, el más salvaje, el más astuto, el
mejor…». En el cuento “Últimos atardeceres en la tierra”, del libro Putas asesinas, Bolaño también habla de
este padre que fue boxeador, y que se corresponde con su biografía real. Aquí
nos encontramos también con un personaje poeta que es un trasunto del autor,
pero que aún no se llama Arturo Belano, sino Rigoberto Belano (me alegro del
cambio final).
El 11 de septiembre de 1973, un poeta de veinte años recita uno
de sus poemas en una fiesta burguesa. Poco después, todos reciben la noticia de
que se ha producido un golpe de Estado. El poeta se monta en un coche con la
joven Patricia Arancibia, de la que se acabará enamorando. El poeta acabará
detenido en un campo de fútbol, mientras un avión que escribe en el aire
recorre los cielos. Como el lector avezado de Bolaño sabrá, esta última imagen
es una de las centrales de su novela corta Estrella
distante.
Me doy cuenta de que cuando Bolaño no quiso publicar en vida
parte de su obra fue porque algunas escenas las reciclaba de un libro a otro, y
por tanto, aunque Patria tiene
páginas originales, acaba siendo una prueba (o un borrador) de lo que sería Estrella distante. Hasta aparece aquí,
en Patria, un personaje llamado
Bibiano, como en Estrella distante, y
unas hermanas (en este caso las Pons) de destino trágico, que además acudían al
taller literario del oscuro Cherniakovski. Las páginas en las que se habla de
los viajes a la India de Cherniakovski son las más sugerentes. Cherniakovski
sería un trasunto del personaje que se acabaría llamado Ruiz-Tagle en Estrella distante. Al final, parece que
la narración de Patria está
incompleta porque da un salto y se sitúa en Francia. Las páginas son
misteriosas, pero no queda muy clara la relación con las anteriores.
Como digo, Patria es,
en gran medida (pero no solo eso), una versión previa de Estrella distante, y para mí, como admirador de Bolaño, tiene un
interés más arqueológico que literario. Sin embargo, no dejo de disfrutar de la
sugerente prosa del autor, en la que siempre encuentro más de una metáfora
sorprendente. «La voz era tan letal como un bumerán afilado», leemos en la
página 68.
Las sorpresas de verdad empezaron para mí con la segunda
narración, la titulada Sepulcros de
vaqueros, que a su vez está subdividida en cuatro relatos: “El aeropuerto”,
“El Gusano”, “El viaje” y “El golpe”.
“El Gusano” es un cuento que aparece en el volumen Llamadas telefónicas. He comparado los
dos textos y existen pequeñas variaciones, pero es en esencia el mismo cuento.
Es en este momento cuando la lectura de este nuevo inédito cobra especial
relevancia para mí, cuando descubro que el cuento “El Gusano” en realidad
formaba parte de una novela corta. La navaja llamada Caborna, que el Gusano le
regala a Belano al final de este cuento, aparecerá de nuevo en “El golpe”.
“El aeropuerto” habla de la partida de la familia Belano (o
Bolaño) de Chile a México. Es un cuento con algunas páginas bellísimas, como
las que hablan del padre montado a caballo o el intento que hace el joven
Belano de visitar a Nicanor Parra antes de su partida. “El Gusano” habla de la
estancia de Belano en el DF, cuando se iba a la Alameda y no a clase. “El viaje”
narra la vuelta de Belano de México a Chile, cuando ha llegado al poder
Allende, y sobre todo se centra en un viaje en barco. Belano lee a otro
pasajero un cuento de ciencia-ficción que está escribiendo y estas páginas me
han fascinado. “El golpe” habla de la estancia de Belano, de nuevo, en Chile y
de las primeras horas del golpe de Estado.
Si Bolaño decidió publicar en uno de sus libros “El Gusano”, no
entiendo por qué no quiso publicar el resto de relatos. “El aeropuerto” y “El
viaje” me han parecido buenos cuentos, mejores que algunos de los incluidos en Putas
asesinas, por ejemplo.
La última novela corta (o relato) se titula Comedia del horror en Francia. Estamos,
como casi siempre, en un contexto de poetas, situado esta vez en la Guayana
francesa, que no sé si es un escenario que había usado antes Bolaño (diría que
no). El narrador atraviesa una ciudad tropical y termina levantando un teléfono
público. Acaban de contactar con él un grupo de poetas parisinos, que se
autodenominan “Grupo Surrealista en la Clandestinidad”. La historia que le
cuentan es tan surrealista como divertida. De nuevo me pregunto por qué este
texto no estaba entre los «relatos oficiales» de Bolaño, porque está muy bien.
En resumen, Patria es
una novela corta que sí era lo que me esperaba: es decir, un texto curioso y
embrionario, con escenas que Bolaño reciclará luego para otros libros (en este
caso Estrella distante), igual que
ocurría con El espíritu de la
ciencia-ficción respecto a Los
detectives salvajes. Pero la verdadera sorpresa me la he llevado al leer Sepulcros de vaqueros y Comedia del horror en Francia, que me
han gustado sin más, sin pensar que son borradores ni textos inferiores a los
publicados en vida de Bolaño. De hecho, en El
secreto del mal, que fue el primer libro de relatos verdaderamente póstumo
de Bolaño, no hay cuentos tan buenos como estos que señalo aquí.
Cada vez que aparece en el mercado un nuevo inédito de Bolaño,
leo en las redes sociales comentarios irónicos sobre estos libros, sobre su
pertinencia o su absurdez. Para mí no hay polémica: a los seguidores de Bolaño,
que somos muchos a estas alturas, nos gusta reencontramos con sus páginas,
aunque solo sea para ver la evolución de su escritura y, de forma casi
inesperada, nos encontramos con textos acabados, literarios y plenamente
disfrutables. Lo voy a decir sin pudor: qué más quisieran muchos de los
detractores de Bolaño no ya escribir como él, sino escribir al nivel de las
páginas que él dejó inéditas y dio por apartadas. Sepulcros de vaqueros le puede gustar mucho a cualquier seguidor
verdadero de Bolaño.
Sepulcros de vaqueros, de Roberto
Bolaño
Editorial
Alfaguara. 209 páginas. 1ª edición de 2017
Prólogo
de Juan Antonio Masoliver Ródenas