18.07.2018
A 15
años de la muerte de Roberto Bolaño, cinco autores,
realizadores y críticos lo recuerdan y hablan de su innegable influencia.
Santiago Gamboa, escritor colombiano
“No eran detectives, eran poetas”
Semana: ¿Qué hace a Roberto Bolaño un escritor único?
Santiago Gamboa: Bolaño tuvo
siempre un talento indescifrable y un gran magnetismo que proviene de muchas
cosas al mismo tiempo, pero sobre todo de una relación profunda entre escritura
y vida. Sus temas, su manera de abordarlos con nostalgia, el hecho de ver la
vida desde la juventud y sus contradicciones, desde la pureza y los sueños
incontaminados de la juventud. Todo eso hace que sus libros sean entrañables.
También su mirada específica sobre América Latina desde una generación que fue
sacrificada a ciertos ideales políticos, y que perdió la batalla.
¿En qué libro es identificable esto?
Esto se ve sobre todo en Amuleto, que proviene de Los detectives salvajes: esos jóvenes
que entran al valle cantando e imitando los gestos de la vida y la alegría,
pero que fueron sacrificados, y por eso, cuando la narradora llega al valle,
sólo escucha el eco de su canto. Y ese eco es su "amuleto". En su
mirada sobre América Latina aparece México, que fue siempre su gran tema (más
que Chile), pero también la vida de los latinoamericanos de paso por Europa,
jóvenes también, soñadores, intentando conquistar otros territorios, pero
siempre un poco anclados en sus recuerdos latinoamericanos. De todos sus
personajes emana una gran ternura. Y también la literatura como tema, el deseo
apasionado de transformarse y ser poeta, que en su obra es un sueño y un anhelo
juvenil, así esté encarnado en personas mayores, como en los críticos
literarios de 2666. Para Bolaño,
buscar a un poeta era un camino de perfección. Los críticos de 2666 buscan a Archimboldi, los
jóvenes detectives buscan a la Tinoco. No son detectives en realidad, son
poetas.
¿Por qué Los detectives salvajes
y 2666 siempre aparecen entre las mejores
novelas de los últimos treinta años?
Los detectives salvajes fue siempre su gran obra "visible", mientras que 2666 fue su obra invisible. En vida, a
Roberto le gustaba mucho preguntarles a los escritores cuántas páginas habían
publicado. Recuerdo una cena en Sevilla, veinte días antes de su muerte, en la
que estábamos varios: Volpi, Fresán y Padilla, entre otros. Cada uno dijo un
número de páginas. Cuando fue su turno él dijo que había escrito más o menos el
doble de lo que había publicado, y que su gran novela (2666), así la llamaba, contendría todo y tenía igual número de
páginas que todos sus libros previos juntos. Esto no es exacto, claro, pero sí
muestra cómo su obra invisible se relacionaba con la visible. 2666 con Los detectives salvajes. Recuerdo que él decía: "En mi nueva
novela, quiero escribir la historia de toda América Latina, pero como eso es
imposible, me centré en México. También quiero escribir toda la historia de la
literatura, pero como eso es imposible me centré en la literatura alemana.
¿Y era 2666?
Sí. Él hablaba de su
"nuevo libro", de su obra invisible, como si fuera la novela total y
definitiva. Incluso una vez le oí decir que, al publicarse, le gustaría que la
portada de 2666 fuera de
hierro, como una puerta que pudiera cerrarse con llave. Él jamás tuvo la más
mínima duda sobre su talento, sobre el valor de sus libros, y se veía a sí
mismo como una especie de monje de la literatura. Su estudio en Blanes no tenía
calefacción y hacía un frío de mil diablos, pero él decía que estar incómodo lo
ayudaba a escribir mejor. "Et in Esparta ego", solía decir,
parafraseando esa frase, creo que es de Cernuda, que decía "Et in Arcadia
ego". Para él, había una relación estrecha entre el sufrimiento y el
sacrificio con la escritura. Es un modo de ver y hacer la literatura muy
propio, que en su caso tuvo que ver también con un aspecto físico, con una
actitud de descreimiento muy adolescente hacia la vida. Todo eso está en sus
dos grandes libros, pero también, de manera fragmentaria, en las obras menores,
que son a su vez pequeñas obras maestras, como Estrella distante o Nocturno
de Chile.
Diego Trelles Paz, escritor, guionista y músico peruano
“Bolaño genera ganas de aventurarse a escribir”
SEMANA: ¿Por qué usted considera que Los
detectives salvajes es la gran novela de América Latina en los últimos
veinte años?
Diego Trelles: En primer
lugar, es su megaestructura abierta, elástica y polifónica, en la que aparecen
cincuentaitrés personajes declarando, uno escribiendo en un diario y una
treintena asomando por el foco de la historia, veinte años de recorridos y ocho
países como telón de fondo, además de una mixtura de géneros y situaciones que
bien podrían permitir una infinidad de interpretaciones. Por esta razón, Juan
Villoro la ha descrito como "una marea de historias, Las mil y una noches de una generación adicta a los paraísos
artificiales de la poesía y del tequila blanco". Esta aparente desmesura
narrativa es bien controlada por la limpieza de su estilo narrativo y por su
inteligente composición circular.
Pero usted habla de más razones…
Sí, en segundo lugar, la
novela está poblada y protagonizada por jóvenes latinoamericanos desdibujados y
espectrales que emprenden búsquedas --físicas y metafísicas-- y que nunca dejan
de desplazarse. Y, en tercer lugar, se ha dicho que Los detectives salvajes funciona como el reverso de Rayuela de Julio Cortázar porque Bolaño
retoma temas fundamentales en los que ya había profundizado Cortázar con la
novela más experimental del boom: la
angustia existencial de toda una generación condenada al fracaso, el juego de
los dobles, la persecución circular, la desconfianza permanente con el
lenguaje.
¿Qué hace a Roberto Bolaño un escritor único?
Fue un autor prolífico que,
pese a su regularidad, parecía competir con él mismo para alzar el listón de
calidad en cada una de sus entregas. Su estilo sorprende favorablemente por la
impresión de simpleza con la que se presenta: para definir la estética de
Bolaño resulta útil la figura del oxímoron puesto que está elaborada en base a
contrastes. Posee, así, una sencillez compleja cuyo efecto puede llegar de
golpe o retardar las secuelas feroces que genera en el lector. Es dueño,
además, de una prosa directa que nunca es intrincada ni hosca ni hermética. Hay
en ella una musicalidad propia que no tiene parangón alguno en la literatura de
habla hispana y, en este sentido, es a partir de Bolaño que se puede por fin
consolidar el quiebre necesario con el boom
latinoamericano de finales de la década del 60.
¿Qué más lo puede distinguir?
Si hay algo que distingue a
Bolaño de sus contemporáneos es la manera inteligente en la que ha incorporado
a su narrativa mecanismos propios de la literatura policial en los que
involucra al lector de una manera activa. Finalmente, Bolaño es uno de esos
autores que generan en los escritores más jóvenes de distintas nacionalidades
unas ganas genuinas e inmediatas de aventurarse a escribir.
Jorge Carrión, escritor y crítico cultural
“Leerlo es como escuchar a un amigo”
“Bolaño creó un estilo muy
reconocible, aparentemente conversacional, pero con metáforas puntuales de
poeta y una estructura subterránea también poética que hace que el conjunto
tenga una gran fuerza simbólica. Es decir, cuando lo lees parece como si
estuvierais escuchando a un amigo, en medio de la noche, tomando un whisky,
aventuras, misterios, exilios, chistes, digresiones y miedos; y cuando acaba de
hablar descubres que ese monólogo de pulso aparentemente improvisado en
realidad tenía la arquitectura y la fuerza de una tragedia clásica o de un
poema épico”.
Orlando Echeverri, escritor y periodista colombiano
“Comencé con La literatura nazi en
América”
“Leí a Roberto Bolaño cuando
tenía poco más de veinte años, en la biblioteca de la Casa España de Cartagena,
rehuyendo de las clases de Kant en mi universidad. El primer libro que leí fue La literatura nazi en América y luego,
si no me equivoco, Una novelita lumpen,
y de allí en adelante todo lo que fui encontrando. Probablemente lo primero que
me cautivó de su obra fue la naturalidad con que navegaba entre géneros
diversos, o precisamente la ambigüedad que les imprimía, lo que evidenciaba una
increíble libertad narrativa que no había encontrado en ningún otro escritor.
Desde luego, otra de las características que me enganchó fue la desenvoltura
con que encarnaba personajes y contextos internacionales, es decir, como
constatando que más allá de las singularidades de cada nacionalidad, de cada
idioma, fuera posible narrar el mundo a través de un lenguaje común, el del
terror o la soledad, el del desamparo y el humor. Y, finalmente, la abundancia
de referencias y la intertextualidad en sus libros me parecía una fuente
inagotable para descubrir a otros autores”.
Ricardo House, director de cine chileno
“Bolaño no es una leyenda inventada para conmover”
SEMANA: ¿Por qué se habla de que Bolaño es un mito?
Ricardo House: Bolaño se ha
mitificado al verse rodeado de circunstancias que parecieran irreales y creadas
con el propósito de construir a un personaje inexistente. Nada más alejado de
la realidad. La onda expansiva que ha provocado su propuesta literaria en
toda una generación de lectores, no es gratuita. Había un espacio vacío
donde un héroe literario podría emerger. Un escritor con la potencia y con
la audacia de Bolaño podría aspirar a obtener un buen recibimiento
generacional, si era lo suficientemente grande. Y así fue. El último gran
fenómeno literario latinoamericano había sido García Márquez pero ya habían
transcurrido más de cuarenta años. Un público lector amplio recibió
gozosamente a un Bolaño que aparecía proponiendo nuevas estructuras.
¿No es su vida, sí su literatura?
Su literatura es la que se ha
encargado de mitificarlo al fusionar ficción y realidad, logrando atrapar
a una generación completa de jóvenes lectores que necesitaban volver a
identificarse con un escritor. Es muy reconocible que un escritor salido de una
clase media trabajadora esforzada, que abandona la escuela para dedicarse a
escribir (y a leer), trastornado por la poesía, trasplantado de país, haya
logrado catapultarse de la manera que lo hizo Bolaño. Jugarse todo por la
literatura, construyendo una alternativa poética al margen de la
institucionalidad cultural y literaria en México y pasando todo tipo de
"pellejerías" en Catalunya, hasta que finalmente se le toma en serio
y se le reconoce en lo que vale, lo hace aparecer como un personaje valiente y
especial. Y, por encima de todo, siendo un tremendo escritor.
¿Nada de leyenda?
Cuando se juntan características
tan valiosas como el talento creativo, la inteligencia, sensibilidad y arrojo,
y la capacidad para imaginar mundos y ponerlos al servicio de la literatura,
entonces puede aparecer la magia, y junto a ella, el mito. Pero un mito nacido
de una realidad verdadera, no de una leyenda inventada para conmover. El hombre
y su historia están allí, para quien se interese en descubrirla.
¿Cuál era la relación de Bolaño con el cine?
Bolaño viviendo en Catalunya
se instaló a vivir en Blanes, un pueblo bonito en la costa del Mediterráneo. Un
sitio de pescadores y de trabajadores. Allí se hizo amigo del dueño de la
videoteca, lugar a donde acudía cada día por películas. Le gustaba todo. Yo
creo que el mismo Bolaño se vivía como un personaje cinematográfico, escapado
de alguna película policial, o de terror. Pero esto es pura especulación mía.
La vida de Bolaño es una vida cinematográfica. Bolaño probablemente se resbaló
por la fisura de alguna película.
¿Por qué hizo un documental sobre él?
Cualquier documentalista con
los ojos abiertos, que se encuentre con un personaje del tamaño de Bolaño,
estaría ilusionado por abordarlo. El buscar respuestas para una generación que
quedó dispersa en una gran diáspora latinoamericana, contribuye a incrementar
el interés por un escritor poliédrico y seductor como Roberto Bolaño. Un
personaje como este escritor tan distinto, es una oportunidad de oro para
cualquier documentalista atento a lo que ocurre a su alrededor.