Por
Larry Rohter
The
New York Times, 27.01.2009
Traducción
de Carlos Almonte
En
la actualidad, pocos escritores son más aclamados que el novelista chileno
Roberto Bolaño, quien murió de una enfermedad hepática en el año 2003, a la
edad de 50 años. Su novela póstuma, 2666,
apareció en numerosas listas de los mejores libros del 2008 [año de la
aparición de 2666 en inglés], y el
interés por él y por su obra se ha visto aumentado por una creciente reputación
de escritor proscrito de vida difícil.
Ha sido su viuda, de quien estaba separado al momento de su muerte, y Andrew Wylie, el agente contratado después de distanciarse de los amigos y editores de Bolaño, los que ahora desafían la construcción de esa imagen. Difieren de la idea, sugerida (en principio) por el propio señor Bolaño, refrendada por su traductor estadounidense y mencionada en varias de las entusiastas críticas recientes de 2666 en los Estados Unidos, que refieren a que el autor alguna vez "tuvo tratos con la heroína".
[Respecto a la construcción de mitos]
Algunos
de los amigos de Bolaño en México, país en el que vivió durante casi una década
antes de establecerse cerca de Barcelona, España, cuestionan otro aspecto de
la historia de vida que él mismo construyó. Ellos dicen que el Sr. Bolaño,
quien ha emergido rápidamente como el escritor latinoamericano más importante
de su generación, no estuvo en Chile durante el golpe militar dirigido por el
general Augusto Pinochet, a pesar de que él mismo se autoadjudica este honor.
Con respecto a la relación del Sr. Bolaño con las drogas, numerosos críticos y blogueros latinoamericanos y europeos se han puesto del lado de su viuda, acusando a los críticos y editores estadounidenses de distorsionar deliberadamente el pasado del escritor para encajarlo en el cliché comercial del artista perturbado. La vida y obra del Sr. Bolaño ha sido convertida en "un espectáculo trivial", reseñó Julio Ortega, crítico y académico peruano, en El País, el principal diario en España.
El origen de la controversia sobre la heroína [resuelto ya a estas alturas del 2019] se haya en un relato de cuatro páginas que apareció en un compilado titulado Entre paréntesis, publicado un año después de la muerte del Sr. Bolaño. El relato se titula "Playa", y su estructura se compone de una sola oración larga, cuyas palabras iniciales son: "Dejé la heroína, volví a la ciudad y comencé el tratamiento con metadona que me administraron en la clínica".
Ya desde la portada de Entre paréntesis se describe al compilado como una colección de “ensayos, discursos y artículos diversos”. En la introducción, Ignacio Echevarría -crítico y editor español a quien el Sr. Bolaño nombró su albacea literario [con las posteriores destituciones y reasignaciones ya conocidas]- explica que el libro debería ser visto como "una especie de autobiografía hecha de fragmentos" a la vez que como una "cartografía personal" del Sr. Bolaño. Sin embargo, en posteriores entrevistas, el propio Echevarría y Jorge Herralde, editor del autor chileno en la prestigiosa editorial Anagrama, han explicado que la introducción y la portada de las futuras ediciones del libro se cambiarían para dejar en claro que “Playa” es, en realidad, una ficción (cambio que verá la luz ya en la versión en inglés de Entre paréntesis que New Directions publicará el año próximo). “La situación se presta para confusiones, debido a que a Bolaño le gustaba jugar bromas y crear misterios", mencionó Herralde. “Es una posibilidad el que haya estado tratando de tender una trampa a sus futuros biógrafos”, considera.
El texto en cuestión, “Playa”, fue publicado originalmente en el diario madrileño El Mundo, en julio del año 2000, como parte de una serie de relatos en que se pidió a treinta escritores que relataran el peor verano de sus vidas. El editor del suplemento literario, Manuel Llorente, dijo que la mayoría de los escritores respondieron con "relatos que eran clara e incuestionablemente autobiográficos", pero que nunca había estado seguro de la veracidad en la contribución de Bolaño. “Era sabido que Bolaño era un escritor que jugaba con la realidad, que creaba ambigüedades e identidades falsas, así que no importaba mucho si el relato presentado era verdadero o inventado”, dijo Llorente en una entrevista. "Para mí, lo único importante era su valor literario”.
El Sr. Wylie, quien comenzó a manejar el trabajo del Sr. Bolaño el año pasado, dijo en una entrevista telefónica que la viuda del escritor, Carolina López (a quien el Sr. Bolaño conoció después de mudarse a España a fines de la década de 1970), le había "mencionado de pasada" que ella consideraba que los informes sobre el uso de heroína de su esposo eran, al menos, "inexactos". Sin embargo, se negó a discutir el asunto más a fondo, diciendo que "el trabajo de detective literario" no le interesaba.
Pero la investigación literaria fue uno de los temas favoritos del Sr. Bolaño. Tanto 2666 como su predecesor igualmente elogiado, The Savage Detectives, tratan sobre bandas de poetas y críticos que intentan rastrear la verdad sobre escritores que han desaparecido de la historia o que se ocultaron detrás de versiones turbias de sus pasados. En entrevistas telefónicas desde España y México, los amigos y cercanos del Sr. Bolaño sugirieron que el autor siempre aceptó de buena gana la ambigüedad. "Él creó su propio mito", dijo la mujer con la que el escritor estaba involucrado románticamente al momento de su muerte (pidió que no se publicara su nombre porque quiere preservar su privacidad). "Nadie puede negar que él jugó ese juego, y él mismo, sin duda, sería el primero en admitirlo", culminó.
Según la biografía conocida, el Sr. Bolaño se mudó a México en 1968, pero regresó a Chile a principios de la década de 1970 para apoyar al gobierno socialista del presidente Salvador Allende. Luego fue supuestamente arrestado y encarcelado durante el golpe de estado que llevó al general Pinochet al poder el 11 de septiembre de 1973, pero fue salvado de una posible ejecución por dos guardias con los que había sido compañero en la escuela secundaria. Ellos fueron los que lo reconocieron y le permitieron escapar. Por otro lado, algunos de los amigos mexicanos del Sr. Bolaño, que estuvieron en Chile durante los años de Allende, dicen que el escritor estuvo en México durante el tiempo que afirmó haber estado en Chile.
A mediados de los 70 "hablamos mucho sobre Chile, y era obvio, para mí, que Roberto no había estado allí y, a la vez, que estaba dejando que la gente pensara que sí", dijo Ricardo Pascoe, un sociólogo y diplomático mexicano, cuyo hogar fue el escenario de algunas de las fiestas y lecturas que el Sr. Bolaño describiría más tarde en Los detectives salvajes. "Me preguntaba sobre cosas que cualquier persona que hubiera estado allí, habría sabido".
El padre del Sr. Bolaño, León, excamionero y boxeador, dijo desde México que creía que su hijo había estado en Chile, y recordó una conversación en la que el joven Bolaño le decía que "iba a viajar por tierra" para visitar a la hermana de su padre. Aunque no está seguro de la fecha de ese viaje, León Bolaño, ahora de 82 años y enfermo, dijo que después del golpe buscó y obtuvo las garantías del gobierno mexicano para evacuar a su hijo a través de la embajada de México en Chile.
A
esto habría que decir que Pascoe fue uno de los miles de jóvenes
latinoamericanos que viajaron a Chile después de que Allende fuera elegido en
1970, con el objetivo de participar en la revolución que todos habían estado
esperando. Durante el derramamiento de sangre que acompañó al golpe de estado
de Pinochet, él y un centenar de personas se refugiaron en la Embajada de
México en Santiago hasta que pudieran ser repatriados. El Sr. Bolaño, dijo el
Sr. Pascoe, "definitivamente no estaba allí". Dijo que una vez le
preguntó directamente al Sr. Bolaño si había estado en Chile y "su
respuesta fue tan vaga que me hizo querer decir: ¿Por qué no respondes sí o no?
Pero me caía bien y nuestra amistad no se basaba en la política, así que no me
importó. Pero está claro que no había estado allí”.
Los amigos mexicanos del Sr. Bolaño dijeron que simplemente estaba avergonzado de admitir que estuvo ausente de la que fue considerada la experiencia política definitoria de su generación. "Entiendo por qué mintió, porque se arrepintió de haberse perdido, de no haber estado allí", dijo Carmen Boullosa, novelista, dramaturga y poeta que mantuvo correspondencia permanente con el Sr. Bolaño.
Rodrigo Fresán, un novelista argentino que vive en Barcelona, dijo: "La biografía de Roberto va a ser interesante de leer, y estoy agradecido de que solo fui su amigo y no el que tendrá que escribirla". Otros que conocen al Sr. Bolaño solo por su trabajo han llegado a la misma conclusión.
"Es un ejercicio difícil el tratar de mantenerse al día con los juegos de un escritor que juega con los hechos y la ficción", dijo Marcela Valdés, una de las críticas estadounidenses que se ha referido al uso de heroína en sus ensayos sobre el Sr. Bolaño. "En este caso, puede que nos haya atrapado".