viernes, 29 de noviembre de 2019

¿Llamó Bolaño “estalinista” a Neruda?

Por Alberto del Castillo 
PlayGround. 11.08.2017




Un escritor me dijo una vez que no hablaría mal de otro escritor que estuviera vivo y, aunque pudiera parecer que esta frase complementa a la anterior, lo cierto es que el criterio de Bolaño para hablar mal de un escritor era simple: que no le gustara. Pérez-Reverte, Isabel Allende, Octavio Paz o Antonio Skármeta bien lo saben. Neruda no lo supo, porque murió cuando Bolaño recién tenía veinte años. Cuando apenas había empezado a criticarle.

La vara de medir que usó el autor de 2666 para arremeter contra Neruda no era exclusivamente cualitativa. No se refirió a él en los términos que lo hizo, por ejemplo, Vicente Huidobro: “(Neruda) escribe una poesía fácil, bobalicona, al alcance de cualquier plumífero. Es la poesía especial para todas las tontas de América”. No, a Bolaño le gustaban -o le gustaron, durante un periodo determinado- los versos de Neruda. “Franz Kafka es un hombre de un talento enorme. James Joyce, ahí hay talento. En Nicanor Parra hay talento. En Pablo Neruda, hubo talento”.

¿Hubo talento? ¿En qué momento empezó a existir? O, mejor, ¿cuándo dejó de haberlo?

“Neruda es gran poeta”, dijo Bolaño. “Él es más o menos lo que yo pretendía ser a los veinte años. Vivir como poeta sin escribir. Escribió tres libros muy buenos. El resto son muy malos. Pero él ya vivía como poeta y ejercía como poeta rey”.

Pero a Bolaño no le molestaba que Neruda viviera de la literatura. No parece haber restos de envidia por el hecho de que Neruda recibiera un Nobel y él apenas recibiera reconocimiento en vida. Tras esta crítica se esconde una respuesta a uno de los reproches que se le hacen a Bolaño: su ausencia de interés en la política. Como bien señala Andrés Ibáñez en su brillante análisis de la obra de Bolaño: “Lo cierto es que en la extensa obra de Bolaño la política apenas aparece. La política en el sentido inmediato y explícito, tal y como suele entenderse en España”.

De hecho, el compromiso político de Bolaño se puede resumir con estas palabras (de Ibáñez): “No quiso ser comunista después de conocer a los comunistas y ver que todos pensaban igual, y se hizo trotskista. Al ver que todos los trotskistas pensaban igual se hizo anarquista. Al venir a España y conocer a los anarquistas, decidió no ser nada”.

En 1952, Neruda recibió el Premio Stalin de la Paz [Es cierto, no es una ironía, existió el Premio Stalin de la Paz –Nota AB-]. Pareciera que, al igual que con Octavio Paz, la opinión (pobre) sobre Neruda estuviera basada en la hipocresía de su compromiso político: “El Neruda estalinista me molesta muchísimo, y en ese Neruda veo además mucha miseria humana”.

La fijación de Bolaño con Neruda va más allá, incluso llega a ser el elemento troncal de “Carnet de baile”, un cuento que se integra en Putas Asesinas. Es un relato breve a caballo entre la ficción, el ensayo y las memorias en el que habla, entre otras cosas, de su relación con Jodorowski y del propio Pablo Neruda: “Yo era por entonces un joven hipersensible, además de ridículo y muy orgulloso, y afirmé que el mejor poeta de Chile, sin duda alguna, era Pablo Neruda”, escribe Bolaño, haciendo referencia a su inmadurez para criticar al autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Más agresivo parece el término bajo el que en Los detectives salvajes cataloga tanto a Neruda como a Octavio Paz. En un momento de la novela, uno de sus personajes, el poeta Ernesto San Epifanio, distinguía entre varias corrientes o distintos tipos de poetas. Para él, están los maricones, que defienden la estética, y también los maricas, defensores de la ética. De Paz y de Neruda dice que son poetas maricas.

Roberto Bolaño nunca llegó a darle el lujo de elevar a Neruda a los puestos privilegiados de mejor-poeta-chileno: ese honor era para Nicanor Parra. Precisamente a esta idea hace referencia en “Carnet de baile”: “La literatura chilena gira en torno a un sol muerto que se llama Pablo Neruda y que es la principal coartada para que exista esa entelequia que llaman literatura chilena”.

No obstante, no se puede desdeñar la posibilidad de que las razones escondidas tras la crítica de Bolaño estuvieran ligadas a una cuestión de pose. En una de sus últimas entrevistas dijo que: “Residencia en la tierra o ciertas zonas del Canto general son una poesía tan alta, pero tan alta, que de alguna manera permite cualquier exceso posterior. Neruda es un gran poeta, pero un gran poeta”.

Resulta curioso, después de todo, que en su estudio de Blanes, en la biblioteca que le encargó a un ebanista -donde según cuentan guardaba los libros de los poetas que más le gustaban- tuviera amontonada la obra de Pablo Neruda y de Octavio Paz.