miércoles, 29 de julio de 2020

La contracanción de Cuauhtémoc Méndez

Por Martín Cinzano 
Publicado originalmente en Carcaj.cl, 12.2017




Salvo Peso neto, publicado en 2016 por La Ratona Cartonera, de Cuauhtémoc Méndez no se hallaban libros. “El más simpático de los infrarrealistas, acaso el único verdaderamente simpático”, según Mario Raúl Guzmán, permanecía y permanece en gran parte inédito. Entre tanto, Ediciones Sin Fin publica Uso y abuso / Peso neto, en total 70 poemas a los que se añade “El Movimiento Infrarrealista y los agujeros negros de la vida”, presentación-manifiesto de 1987, más un prólogo de Pedro Damián Bautista.

Casi treinta años median entre estos dos libros, y si pensamos que mientras se escribían los poemas de Uso y abuso (1974-1976) Méndez planeaba alrededor de los veinte y que en Peso neto (2004) ya rondaba los cincuenta, podríamos tener la imagen de un gran agujero negro de la vida entre ambos. Resonarán ahí ciertas balaceras, además de ráfagas más personales y quizá más destructivas, de cuyas actas el poeta dejará debida constancia como el buen cronista de nota roja que es, pues, tal cual apunta desde el primer poema de Uso y abuso, “me propongo demostrar / que aparte de las luchas sociales / existen vidas íntimas”.

Ese “aparte” puede oírse también en clave dramática, teatral: al respetable le hablaré de crímenes y traiciones, de trotskistas devenidos diputados plurinominales, de antiguas amigas hoy enajenadas, de jefes de redacción y papasquiaros despóticos, en síntesis: de política, pero sólo si es posible evidenciar en ella los intersticios por donde se cuela el murmullo (festivo o sombrío) de los descalabros personales, los proyectos truncos del amor alguna vez posible, ahí cuando, por ejemplo, “tu belleza se convierte / en un problema político”.

Son principalmente los poemas del primer libro los que de esta manera acusan recibo de lecturas de la poesía centroamericana, empezando por el desbande epigramático de Ernesto Cardenal (el célebre “me contaron que estabas enamorada de otro / y entonces me fui a mi cuarto / y escribí ese artículo contra el Gobierno / por el que estoy preso”), en el que la lucha revolucionaria implica necesariamente —y tal vez antes que cualquier otra cosa— pasar por el fogueo sentimental junto a ciertas lacerantes dudas pequeñoburguesas. Sin embargo, el hilo se extiende hacia una tradición o anti-tradición más lejana, la de la sátira latina, e incluso hacia el aún más remoto cinismo filosófico; como en las afiladas lenguas de Catulo, Horacio, Marcial o Crates, en los textos de Cuauhtémoc Méndez el poema es también una hoja de apuntes sobre circunstancias puntuales y trayectorias políticas específicas, acerca de las cuales se cuchichea en clave de fingido candor apelativo (con ese timbre tan propio del “canto en falsete” de la parodia, como la caracterizó Gérard Genette) previo al martillazo despiadado o la pregunta malintencionada. (Leyendo poemas como “Epigramita interno”, de Uso y abuso, “Sobre los profesionales del P.R.T” y “Correspondencia” de Peso neto —dedicado el primero a Ricardo Hernández, el segundo a Pedro Peñaloza y el tercero a Octavio Paz— uno se sorprende de la existencia, aún, de bardos tan solemnes en tierras mexicanas, con esos ademanes de capa y toga y palestra, ansiosos por ser captados por cualquier columna de suplemento cultural o, mejor aún, aceptados en los pupitres del Colegio Nacional o equivalentes). Méndez irrumpe entonces como poeta cómico al exhibir estos itinerarios microscópicos y pasar rigurosa “báscula” tanto a los andamiajes de la escena político-cultural como a su propia biografía. “Sus preguntas obscenas arrancan la falsa cobertura de nuestras decencias y nos liberan del yugo férreo del conformismo”, decía Wylie Sypher acerca del Falstaff de Shakespeare, y en varios de estos poemas Méndez susurra con insistencia entre versos: ¿te acuerdas?, ¿te acuerdas?, como esa pregunta que, tan incómoda para la hoja de decencia del progresismo, será mejor desterrar de la escena.

Pero los residuos permanecen. (El poeta reinstala la pregunta obscena). La “Globalización” de Peso neto consiste en esta postal vernácula: “Al pie del altar / a la Virgen de Guadalupe, / sentados en la banqueta / los muchachos fuman mariguana / y cocinan cocaína para baserolearse”; mientras, “Dándose la espalda a sí misma, / la clase obrera internacional / expone las vértebras cervicales de su conquistas / al apetito de las transnacionales y el capital” (“Análisis”). La especie de anti-promesa vituperante que era el poeta de Uso y abuso, aquel machín redentor de putas incapaz de acertar tiro alguno como no sea contra sí mismo (“Catuliana”), el derrotista de “Experiencia” y “Discurso de mediacalle”, el utopista de “Lo haremos” y el exultante enamorado de “Lo común”, perderá pelo, contraerá adicciones, pero no por ello cejará. “La vida habrá cambiado los vellitos de la historia / y aún, pese al agotamiento, encontraré calor en tus axilas”; así, Méndez desentona con una “Contracanción” poco fiable a la hora de rellenar los formularios de cualquier proyecto emperrado en progresar, y es ahí donde los dardos se dirigen, vaya cosa, hacia las mujeres, situadas en el lugar de un desengaño que con algo de tremendismo podríamos llamar contrarrevolucionario: salvo honrosas y rotundas excepciones (la muchacha proletaria de “Canción cansada”, por ejemplo), otras como la llanera solitaria de Coyoacán y “todas las niñas de la Secundaria número 18” (“tan preocupadas porque tronaron matemáticas”), no se salvarán justamente porque se salvaron, y Méndez se cobrará de la única forma precaria que tiene a mano; como su carnal Ramón en “Memorándum para una amiga casada”, podría sentenciar con despecho: “Bertha, / dondequiera que estés la felicidad y la enajenación sean contigo”. La mujer casada, alguna vez “compañera”, ahora juega en la misma liga de los ex–camaradas trotskistas acomodados en curules o en cargos públicos de los que el poeta-sindicalista se ha excluido. (“Que quede claro —decía Cuauhtémoc Méndez en carta a revista Proceso en 1999— que el suscrito nunca ha sido diputado, mucho menos cuando desde entonces advertimos que el financiamiento público y la representación plurinominal a los partidos eran la carnada en el anzuelo del régimen para cooptar y domesticar a la izquierda mexicana.”).

En ese registro se oye también “El Movimiento Infrarrealista y los agujeros negros de la vida”, suerte de balance de una década para ser leído en el Palacio de Bellas Artes, ni más ni menos. Por supuesto, no es un detalle menor: “El hecho mismo de que estemos aquí desmiente que nuestra bronca con las instituciones sea únicamente visceral y válida como bronca en sí misma”, advierte Méndez en un intento por restar protagonismo al carácter exclusivamente beligerante achacado al infrarrealismo por “quienes ejercitan sus alquiladas plumas de pavos irreales en los medios de difusión”. Tales medios son los que, al destacar sólo el escándalo berrinchudo y omitir las propuestas del movimiento, escamotean aquello que para el único marxista de la pandilla constituye, en esencia, la práctica fundamental del infrarrealismo: su lucha contra la alienación y la mercantilización del arte.

A diez años del “no nos interesa publicar” de Roberto Bolaño, Méndez parece responder que sí, que al infrarrealismo —consciente de sus filiaciones, desde Hora Zero a “mi abuelo” Karl Marx— le interesa desprenderse de su presunta alergia hacia las instituciones estatales a fin de disputarles hegemonía, pues ¿qué más práctico para el Estado que desproveer a sus adversarios del interés por alcanzarlo? ¿Qué más funcional al poder que establecerse como Único? Es su estrategia más difícil de combatir, la más peligrosa —aún más que la trampa del prestigio y la acumulación—, la que permanece viva y se robustece a diario con becas a la creación, a la investigación, a editores atentos a cuanto formulario se deba rellenar: “el hecho de abarcar entre sus tentáculos cualquier manifestación artística que sale de los marcos establecidos para volverla al cauce de la pusilanimidad, a través de legitimar un supuesto pluralismo que sólo existe en la imaginación de quienes hoy, sentados en una silla sin cinchas, llevan de las riendas a un indómito caballo”. Entre esas formas apantallantes de pluralismo ilusorio, dirá Méndez, sin duda se encuentra el permiso para “vociferar y presentar libros de poesía” en el Palacio de Bellas Artes, porque, mientras tanto, “ya las corporaciones policiacas fraguan alguna nueva redada en contra de campesinos o colonos en lucha por la tierra”.

Uso y abuso / Peso neto se cierra con este análisis implacable del sexenio infinito, que también es una autocrítica hacia la estrechez de miras del infrarrealismo y de quienes delimitan la zona de acción en y para la esfera de la poesía. ¿No será que también ella, a fin de cuentas, al ver a los muchachos drogándose al pie de cualquier altar, “pasa por la acera de enfrente / y se persigna”?

 
Selección de poemas de Cuauhtémoc Méndez


¿A quién si no a ti, Cuauhtémoc,
le dedico mis versos?
Pues de todos cuantos los leen
eres el único que no hace remilgos
ni se chupa las muelas.



De Uso y abuso (1974-1976)


CONFIESO:

Las condiciones que padezco
propician el canto de los pueblos.
Pero a estas alturas,
cuando la Bestia manipula y confunde,
cuando a los débiles les hacen creer
que entre el materialismo histórico y el mariguanismo histérico
no hay diferencia alguna,
cuando nos mutilan,
cuando a nuestras relaciones las esfuman
o bien cuando las usan al servicio de sus fines,
tengo el atrevimiento de cantarle a una muchacha,
pues me propongo demostrar
que aparte de las luchas sociales
existen vidas íntimas.



ALGO EN CONTRIBUCIÓN A LA BELLEZA

Helena,
tu belleza se convirtió
en un problema político.
Ahora es necesario
reencontrar en los besos
nuevas formas de lucha,
nuevos besos
a partir de otros ojos,
de otros observar al mundo
porque no hay hermetismo
en una boca con dos lenguas.



CATULIANA

Dimas le dijo a Gestas:
—Qué chingaderas son éstas.
Clamor Popular

Beto:
Acuérdate de la Olivia aquella
a la que conocimos juntos y tanto amamos,
a quien deseamos más que a las modelos
de las revistas con que nos masturbábamos.
Ésa, la mosquita muerta
que no deshojaba zippers sino pétalos de rosa,
la que vimos únicamente por su aduraznada piel
y su manera de manchar la mezclilla con belleza,
ha fornicado siempre con quien se lo pide
y nosotros la sublimamos sin darnos cuenta.
Príncipes azules no fuimos;
si acaso, morenos redentores de putas.



LA BALADA DEL VIUDO (¿VERSOS ADOLESCENTES?)

En homenaje a ti,
me había propuesto
llegar a una célebre tristeza.
Camilo


Pensar que entre tu cuerpo y el mío
sólo hubo algunas cartas,
música de Rolling Stones entre cigarros de mariguana,
visitas dominicales al panteón,
besos cháfaros,
cachondeos musgosos bajo un árbol a mediodía,
recorridos a museos polvosos,
sonrisas estúpidas junto a una fuente
mientras las caricias envejecían hasta el tope,
conversaciones con tu madre
haciéndole ver las propiedades de la mariguana,
convencerla de que ahí no estaba la trampa.
Después,
algunas cartas espaciadas —pláticas almidonadas—,
lejanas visitas,
hasta que aquellas cosas
se van olvidando.



DE CÓMO SE ESTÁ PRESO SIN CÁRCEL Y SE PADECE SIN TORTURAS

Patricia, amiga mía,
hoy son los mismos kilómetros de ayer los que nos juntan;
digo, que nos separan.
Y veo que te me acercas tanto que peligramos.
Así las cosas no es conveniente, hermosa,
que clave mis colmillos en tu nombre.
Escucho a Carol King y no te olvido:
good bye/ good bye/ good bye
my love
my love good bye.
Sé que mis amigos dirán,
cuando les enseñe mi poemita agradable,
que abuso de las voces coloquiales sin saberlas colocar.
Pero no importa, bella mía,
Porque a cada letra, a cada palabra, a cada verso
es otro este Cuauhtémoc que te escribe,
otros sus ojos que te ven,
otra la sensación que tiene cuando pone Pa-tri-cia.
Verdad, pues, que me encarcelo en ti y te padezco,
que la distancia la transformo en tiempo
y que los kilómetros que habría de recorrer para abrazarte
se quedan en segundos. Cierto.



LO COMÚN

Hacía tiempo que nadie me quería
y yo, para adecuarme, no quería a nadie,
ni a mí mismo siquiera.
Circulé en el camino del abuso
de las palabras y los tranquilizantes,
renegué de la vida y busqué el suicidio,
pero torpe me dio la espalda
y sus alas negras huyeron de mis manos:
también renegué de él.
Sentí, pues, que estaba definitivamente fragmentado.
Pero hoy me siento un sol, una galaxia.
Brillo, amo y mi energía se canaliza
en el intento de transformar el mundo.
Hoy mi ternura
—rudimentaria forma de decir: te quiero—
busca tus muslos, Rosario, tu espalda,
donde las flores nacen como si fueras El Jardín,
donde reposo de mis batallas diarias con la historia.
Hoy me siento seguro aunque me sigan con un piolet en mano,
pues no hay seguridad más luminosa que tus piernas,
más recia que la fuerza del cambio.



CONTRACANCIÓN

Cuando pasen mis años
y casi no haya pelo en mi cabeza,
no tendré energía para satisfacerte, nena,
pero seguiré siendo brillante por mi inteligencia.
La vida habrá cambiado los vellitos de la historia
y aún, pese al agotamiento, encontraré calor en tus axilas.
Cuando pase mi tiempo
y los hijos que tengamos rebasen mi pensamiento,
no seré yo el escarabajo imbécil
que te dé una cajita con listón amarillo para San Valentín
—el beato Agustín y sus secuaces serán pura prehistoria—.
Cuando caiga mi pelo
y lo que reste quede blanco,
saldrán mariposas fosforescentes de mi boca,
seré aún más cabrón para contar historias
y a través de mis ojos sentirás a las noches más calientes.
Cuando sea viejo
y tú ya no recuerdes mis poemas,
sabrás que es lo mejor,
que el hombre es el que crece
y que los buenos versos
pasan ensalivando nuestros cuerpos.



EPIGRAMITA INTERNO

A Ricardo Hernández en 1976


Políticos como tú
tal vez son necesarios, camarada:
con tanto bigote,
con tanta fuerza,
con tanto abrazo con las estrellas.
Y aunque embriagadas de Poder
tus neuronas cortocircuitan
entre la realidad y los principios,
eres un buen agitador.
Pero hay algo que me produce suspicacia:
que tan embelesado estás haciendo el amor
con el futuro del Comité Central,
que se te olvida
que con esos bigotes
comenzó Stalin.



AQUEL VALLARINO, BRUNO, TAMBIÉN HACE VERSOS;

hace más versos que nosotros
y los escribe en mejor papel
que el que usa, por ejemplo, Mario Santiago.
¡Ah! Pero es una lástima
que costoso papel,
costosa tinta,
tanta publicidad
se desperdicien en sus versos malos.
Y aunque es de preocuparse, infrarrealista amigo,
yo no me apuro tanto porque todos
—nosotros mismos aunque no queramos—
tenemos algo de Vallarino a veces.
Digo: a veces escribimos versos malos.



NO TENGO GANAS NI DE LAMENTARME

Yo sé,
Mario Santiago, amigo,
que si te muestro mi poema
vas a decir:
“Es muy circunstancial.
No logras explotar las situaciones,
se te pierde.
Hay líneas deslumbrantes en tu tono
nomás que no las aprovechas…
Te complaces, no te exiges.
Además, la descripción te come y estereotipas.”
Pero bien sabes
cómo me duelen las palabras,
cómo se me sube la tristeza,
cómo tanta vida emborracha.
Digo, en el momento que padezco
no tengo ya ni ganas de lamentarme
o rebelarme contra tus argumentos.



DISCURSO DE MEDIACALLE

El poeta es vasto y vacío
como un sacerdote sin pies y sin cabeza.
El mundo en su desnudez invita a pensar en la pureza,
puré condimentado con esperanza derrochándose en el baño en la huerta.
Cortando guayabas reiteramos nuestra existencia
y ésta es un papalote elevado en las tinieblas.

Las palabras de ningún modo buscan reivindicar actos gratuitos
y a mí me queda poco por decir.
Mugiendo como toro castrado en la mañana trato de salir de un museo.
Después que el mundo perdió su inocencia
y el dinero corroyó los actos humanos,
en las mañanas cayeron tubos de dentífrico gastados
sobre los botes de basura,
el pan Bimbo ganó adeptos,
la Chrysler cerró sus fábricas obligada por el ocaso de la demanda,
sobre nuestros oídos sonaron despertadores incitándonos
al desconcierto en los transportes,
a los actos gratuitos en la oficina,
a las miradas lúbricas sobre los culos en capullo de las secretarias.

Yo me he envilecido con las palabras
dibujando sucesos epidérmicamente, flores marchitas, olores rancios,
contribuyendo con mi granito de arena
para la justificación del capitalismo y sus playas
anegadas de cangrejos mecánicos.

El régimen político.
Esa pelota de futbol que se desinfla, el cuero está podrido,
las patadas de la oligarquía financiera hacen su efecto
hasta que el público enardecido salta a la cancha.
Ahí, los designios de Dios vuelven a ser puré y esperanza.

La prensa en este país es un féretro infecundo: no tiene cadáver.
Sola en su contemplación.
El dinero de los garbanzos en la olla de los puercos.
En ese sentido,
la belleza ha dejado de ser un ataque de epilepsia
y sólo nos queda la lujuria degollándonos como guajolotes
el doce de diciembre.

La pureza atravesó las relaciones de cambio
y fungió de presidenta en la sesión donde se vendió a la justicia.
Las palabras se hicieron mercancías en los puestos burocráticos.
La Catedral de México es un monumento al capital.
Carlos Marx retratado para adorno
en las oficinas del Partido Comunista Mexicano.
Chavitas corriendo, delirantes
por ser en una foto tiernas-rositas-del-Luxemburgo,
mientras decenas de castrados masturban conceptos de café,
dan las nalgas por una pistola,
se suicidan en los portales días sobre días,
esperan su oportunidad para ablandar la competencia
creyendo que el mundo los espera con las piernas abiertas,
que un puestecito en el PRI para seguir estudiando.

El dinero ha machacado soledad,
traicionado al amor y a los pájaros.
¿Cómo tenerles confianza a las palabras?



CARTA A UNA LLANERA SOLITARIA CON CRINOLINA DE ARO QUE SEGÚN SUS PALABRAS –FICCIÓN, PURA FICCIÓN– SE DIVIERTE AVENTANDO RADIOS DE TRANSITORES A LOS TRANSEÚNTES QUE NAVEGAN LAS CALLES DE LA COLONIA QUE SUFRE SU PRESENCIA

Destino: Coyoacán.
                Un edificio,
                un multifamiliar,
                un condominio con los vidrios de las ventanas muy brillosos…
                Total: un penthouse muy alto,
                pero que no le toca ni los pies al cielo.

Seguro seguro
que pelas la naranja después de la comida
con un cuchillo impecable de cocina;
limas tus uñas, vistes mezclilla y te emociona
cuando hablas de la revolución con un obrero
o una chica proletaria hace de ti su confidente
hasta exclamar: “¡Qué conmovedor! ¡Qué conmovedor!”,
mientras llegas a tu casa sana y salva
a tomar chocolate calientito,
pan con mermelada,
un suéter para este frío,
música de Vivaldi y
“hasta mañana, mami, que sueñes con los angelitos”.

Eres angelical.
Mas no se trata de eso
ni de tomar cerveza de vez en cuando en Garibaldi
y rescatar líneas –ruinas– de poemas frustrados
hasta sacar a flote lo que te interesa y decir:
“El suceso concreto ya lo tengo”,
para luego escribir dos tres acciones anecdóticas
que no te sacan de la ostra de tu departamento:
conexiones de baches con asfalto,
viento podrido…
–perro muerto tirado en un baldío cerca de tu casa.
En ese caso,
mejor cerrar la ventana y pensar en el mar
como en un trapo guando que te pega en la cara.
Pero el mar, desde aquí en Garibaldi,
después de pasar por San Juan de Letrán
y ver a una mujer correr gritando
alrededor del Palacio de las Bellas Artes,
es algo más que un pañuelo sucio,
que el mingitorio de Dios:
el hogar-dulce-mar de los náufragos,
y los trapos aguados que le encuentras
se borran o se manchan con caricias.
Mejor así:
            Regrésate a tu cuna,
            olvida que viviste entre floreros de porcelana china,
            zapatos lustrosos, cocina funcional, ropa en París-Londres,
            exención de impuestos, paseos en Volkswagen,
            madrinas escritoras, concursos de poesía,
            teléfono cerca de la cama, gran imaginación
            para arrojarle a los peatones hasta tus pantaletas.
Cuando vuelvas,
haz de cuenta que el Metro sigue siendo el Metro.
Súbete a él;
aprende a mover las nalgas como si fueras secretaria,
los ojos como un satélite ruso,
tu cuerpo como si te desenvolvieras en el cercano mundo de la farándula
y exporta azúcar,
la tienes en el cuerpo y a cada rato
–¿tu familia será?– le pones en la madre.
¿Conforme? No.
Las cervezas nos indican el rumbo
y haremos el poema.



CANCIÓN CANSADA

A esta muchacha le nace una rosa en la entrepierna.
Es ella por ella y por los hijos que vendrán.
De sus manos brotan cientos de abejas en caricias
y el mundo gira en sus pezones.
En sus axilas un olor loco dando vueltas
nos conduce a decir
que la mujer no es puro corazón ni puro sexo.

El hijo que llevaba en el vientre
no sabrá del dolor que generan las calles,
el esfuerzo de construir un puente
no será ya su esfuerzo,
el mundo se acabó para él
como se acaba para las hormigas de un parque.
No podrá ser un solitario adolescente en la onda del conecte,
ni sentirá la angustia de una cobija helada,
ni sus ganas conocerán a una mujer
que le ayude a encontrarse, músculo a músculo, consigo.
Porque él no fue,
no aumentarán los desempleados.

Esta muchacha representa la fuerza
que siembra las semillas huyendo en desbandada,
es todas las mazorcas
sitiando a una ciudad construida sobre agua.
Su amor procede de dos sexos
unidos bajo un techo de cartón
que hizo que el tiempo se sonrojara.

Su padre construyó condominios donde nunca vivieron,
escuelas a las que nunca fue,
iglesias en que nunca rezó,
mercados donde los alimentos
rebasaron el precio del trabajo.

Su madre coció té bajo un tejabán agujereado.
El sudor de su cuerpo cayó en masa de pan y de tortillas
y a veces en colchón,
sus manos se le encallecieron,
le dolió la espalda frente a una Singer,
perdió sus ojos tratando de pasar
por el ojo de una aguja sus recuerdos,
aceptó su destino como las playas del océano.
Supo de la dureza del mundo
y abrió las piernas con dulzura.

Esta muchacha percibe ya que el mundo es duro.
Su hijo no llegó porque era un plato más,
porque era blusa, pantalones, libros,
alguien gastando su potencia
en las agencias de empleos o lumpenviviendo.
Sin embargo, ella siente el amor
como un trago de mezcal en noche fría.
Siente que el mundo es mundo pero no está como debiera.



De Peso neto (2004)


PESO NETO

Escondrijo del resentimiento social,
mi corazón es nido del amor a mis semejantes
y hasta los de otras especies animales
y reinos de la naturaleza…
Pero condena sin remisión
a todos los orejas,
los chivas,
los dedos,
los ojetes,
los culeros…



MI  FAMILIA

en este país,
es de las pocas
que no viven del gobierno.
Nuestras demoras en los pagos
de los servicios públicos
son los únicos negocios
que tenemos con él.



YO  SOY  CUAUH-THOR

Los que informan, no informan.
El evento cultural más interesante
de la Semana Santa en Michoacán
no es la procesión al Calvario,
llamada por el pueblo llano Vía Crucis,
sino el apareamiento o la procreación,
como quieran nombrarle:
coger y hacer hijos,
o simplemente coger sin tener vástagos.
Pero no con-trabajo, sino con placer
para complacer.
El contrabajo es de los violines.
Precisamente de las violas, los cellos y los violoncellos,
mas no de las arpas ni las balalaikas ni las guitarras,
aunque éstas también tengan cuerdas,
mucho menos con las cuerdas del piano
porque pian-pianito te acuerdas
y te van tocando.
Si aquel es un canta-autor
y el otro un coautor,
yo soy un cautín-cautor,
pero sobre todo
un Cuauh-Thor.



FE  DE  RATAS

Bernal Díaz del Castillo lo confesó:
los españoles vinieron por el oro,
por la tierra
y dizque a poblar…
Lo de los esclavos ya fue ganancia,
robada incluso
a la adversidad de la viruela.



ANÁLISIS

1
Dándose la espalda a sí misma,
la clase obrera internacional
expone las vértebras cervicales de sus conquistas
al apetito de las transnacionales y el capital.
Todos los gobiernos del orbe
--desde la remota China Popular hasta el Tío Sam--
copatrocinan esa carnicería:
la venta individual de la fuerza de trabajo.

2
El que no quiere ver,
ni con colirio limpiará sus ojos;
quien no quiere oír,
ni destapando sus oídos escuchará,
así fuera la voz misma de Dios
o el susurro del Diablo lo que hablase.

3
Arrebatados por la animalidad,
con gozo poblamos el planeta,
cultivando las artes del amor y la guerra.
Sobre nuestras cabezas elevamos dioses y demonios;
y placeres sin número practicamos.
Se queja el individuo de su efimeridad.



CORRESPONDENCIA*

En tu casa, Octavio,
de palio apócrifo recibes
para lucir obras de los grandes pintores contemporáneos,
tapices persas, esculturas de la antigua Grecia
y cerámicas prehispánicas.
Empastadas en piel y con lomos dorados,
las mejores voces del mundo en tus libreros
duermen el sueño de los justos,
mientras tu criada sirve a tus invitados
té de la India en porcelanas chinas.
No se puede negar el buen gusto
de tanta riqueza humana allí reunida en gran barullo,
pero de paz no hay nada,
salvo los versos con que lo manchas todo.


* Redactado por Cuauhtémoc durante un café mañanero en El Gran Premio el día que se dio la noticia de que el Premio Nobel de Literatura de ese año (1988) se había otorgado a Naguib Mahfouz; lo precedía una misiva para los periódicos del Distrito Federal:
Señor director:
Como tantos mexicanos indignados por la miopía de la Academia Sueca que le impidió otra vez a Octavio Paz acceder al Nobel, para desagraviar ese desaire a una de las luces de las letras nacionales contemporáneas, un grupo de entusiastas amigos se reunió bajo la divisa: “A falta de galardón, poema”, y en la siempre viva vena latina elaboró el siguiente epigrama que rogamos inserte en su correspondencia.
Lo firmaba la brigada del Movimiento Infrarrealista “Por la paz de Nobel”, y entre paréntesis los nombres: Cuauhtémoc Méndez, Iván Guzmán, Pedro Damián Masson, Mario Santiago, Ariadna Polifema, Mario Raúl Guzmán, Mauricio Chávez, José Pedro, Ramón Méndez, y el aporte anarcolinista de José Luis Colín. (Nota de Ramón Méndez Estrada).



SOBRE LOS PROFESIONALES DEL P.R.T.

Recuerda, Pedro,
lo esmirriado de los profesionales
cuando el PRT
carecía de registro en Gobernación:
los frecuentes boteos
apenas alcanzaban para que malcomieran,
pero esos días felices
removimos las losas y las peñas
con que los poderosos
quieren tapar el Sol.
Y aunque ahora
te sientes entre levantadedos
y gordo y rozagante
aún puedas vociferar,
espero que los cheques
que expide Manuel Barttlet
no te causen amnesia…
A menos, Peñaloza,
que tu apellido
retrate cabalmente
lo que hay en tu cabeza.



DIBUJO

Bajo el cierzo de la publicidad,
los directores y subdirectores de los diarios
doblan sus de por sí encorvadas espaldas
en caravanas similares
a su contemporánea ancianidad social.
Veneran los poderes de los vientos del Norte.
Se creen los sacerdotes de la comunicación.
Critican y deciden sobre lo que es publicable,
sea por consejo de su propio bolsillo
o del barril sin fondo de Gobernación.



RENUNCIA

No sé si de Herodes
la calva aureola ciñe tu cabeza,
o si de Pinocho
sus largas historias imitar pretendes.
Sólo sé, Castilleja,
que en los pasillos del sicofante diario te paseas
murmurando cuentos falaces sobre mi renuncia:
que si la ideología de El Nazi-Onán
era incompatible con mi vida bohemia… etcétera.
Pero sabes mejor que nadie
que todo fue un desplante tuyo:
dilapidaste tu ser subdirector
expulsando a mi hija de la Redacción
y esa gota de vinagre
fue la que derramó mi bazo.
Entérate por siempre
que prefiero en mi rostro
el arado de las manos de Ariadna,
a que un salario mísero
destroce mis bolsillos.



BÁSCULA

Me pueden pasar báscula:
en mis bolsillos
no encontrarán
ni un mísero salario.



CORRECTOR  DE  NOTA  ROJA

De un tajo
cortáronle a la dama sus sueños;
y a mí, las esperanzas de un aumento de salario.
Ella caminaba por allí
revoloteando con su sensualidad anónima en el viento;
yo, hasta mañana corregía en el vespertino los errores ajenos.
Ella buscaba un consuelo para su soledad;
yo, el mínimo al menos.
Ella encontró catorce centímetros de cruda realidad.
La noticia se publicó en la última edición del Diario de México,
cuando cerraron el periódico
y me quedé sin sueldo.



HOJEANDO  UNA  REVISTA  PORNOGRÁFICA

miré una página de anuncios
y encontré que decía:
“Corazón: 15 mil o 20 mil dólares
Hígado: arriba de 150 mil por rebanada
Córneas: 4 mil cada una
Leche: 10 dólares el medio litro
Huevos: 2 mil por cosecha
Pulmón: 20 mil (entero o alvéolo)
Riñón: 10 mil-50 mil por rebanada
Tejido fetal: mil 200 por libra
Médula de hueso: 10 mil por taza
Piel: 50 por pedazo
Cuerpo entero muerto:
50 mil si murió hace menos de 15 horas
mil si tiene más de 15 horas muerto”,
y quedé estupefacto.



PIRUL

Ándate con tiento,
árbol.
Cuida el verde
de tus hojas
lanceoladas,
la fortaleza
de tus ramas,
los rojos frutos
que los vientos de abril
te arrancan.
Ándate con tiento
y cuida todo eso.
Pero más que del viento,
cuídate
del peso
del futuro cadáver
del ahorcado.



NOTA  ROJA

Tomás cosió a balazos a su cuñado.
Rosalía se robó tres pantaletas y un brassiere.
Elizabeth se llevaba el Resistol 5000 entre la blusa.
Salomón se masturbó en su cuñada.
José Armando quiso desnudar a mordidas a Hermelinda.
Toño se robó tres borregos.
Juan Carlos se enfrentó a plomazos con la policía.
Elenita dejó tirada a su recién nacida.
Jorge quiso masturbarse en su sobrinita.
A Esteban, Raúl, Pepe, Juan Manuel y Roberto
los atoraron con cuatro kilos de opio y heroína.
Oberto, Juvenal, Gregorio y Edmundo
festejaban su graduación y manejaron ebrios;
hoy lo lamentan sus respectivos deudos.



GLOBALIZACIÓN

Al pie del altar
a la Virgen de Guadalupe,
sentados en la banqueta,
los muchachos fuman mariguana
y cocinan cocaína para baserolearse.
La gente pasa por la acera de enfrente
y se persigna.




Cuauhtémoc Méndez Estrada (Ciudad de México, 1956-Morelia, 2004), poeta cofundador del Movimiento Infrarrealista, periodista, dirigente sindical. Escribió los libros de relatos Contando historiasLos cuentos de Simona El rebaño (inéditos), además de los folletos de poesía Blanda noche dentro del horno y la hoja Calandria de tolvaneras número 6. Su obra poética se concentra en Uso y abuso (1974, 2017), Versos sueltos del verso continuo de la vida (inédito), Morras y mazmorras (inédito), Sin comas, 5+, cinco más (inédito) y Peso neto (2017).