Ponencia presentada en el V Encuentro Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura. Universidad Autónoma de Yucatán. 2008
Vanguardias (en el sentido “artístico” de la palabra) han habido demasiadas, tanto en Europa como en Latinoamérica, y posiblemente en otros lugares a los que ya ha llegado la concepción occidental de “arte”, tal y como la conocemos ahora. Simplemente mencionando los nombres más conocidos están el surrealismo, el suprematismo, cubismo literario, dadaísmo y los miles y millones de etcéteras que quisiera mi mente (y mi internet explorer) encontrar. Sin embargo, muchas de estas vanguardias han pasado por una especie de purificación a través de la cual se les ha hecho perder su valor. Ser surrealista se ha convertido en un epíteto bastante chic entre ciertas élites intelectuales, de la misma forma en la que pintores sin más inspiración que tener contentos a sus mecenas reelaboran el cubismo. A este acto de despertar a las vanguardias sin más pretensiones que hacerlas una pequeña moda para unos cuantos iniciados, se le conoce entre ciertos círculos como prostitución del arte; me limito a decir que levantan a una vanguardia que se veía hermosa dormida en sus laureles. Como todo organismo que sea levantado de sus viajes oníricos la vanguardia llega de mal humor, las cosas las hace de mala gana, al chingatazo, con un berreo interminable en la boca. Sin embargo, vuelve a vender(se). A este acto se le conoce, gracias a un libro de un par de canadienses, como "rebelarse vende".
¿Y qué ha sido más vendible que una expresión artística disidente? Creo que solamente la coca cola, y eso porque es un producto (casi) de primera necesidad. Sin embargo, entre las vanguardias hay una especie de catálogo que las élites se encargan de rescatar. De ahí sale que en el abanico de movimientos sólo aparezcan algunos mientras que otros se han perdido (o borrado) del mapa, gracias a una suerte de ademanes mágicos del poder. Aquí entiendo el poder no como un político con mano de hierro, botas pesadas, risa satánica, apetito incontrolable y pequeños titiriteros llamados empresarios que le mueven los hilos (bueno, también) pero me refiero específicamente a los intelectuales(oides) que se preocupan por tener contentos a los mismos titiriteros, que dejan de ser prestadores del espectáculo para convertirse en el público al que hay que entretener. ¡Vamos a ver las nuevas monerías que ha hecho nuestro artista (patrocinado)! ¿[Maestro] no se le antoja un librito o una copita? Esos monos que terminan siendo un símil de vendedores de artesanías en las embajadas o puestos públicos, son quienes se encargan de decir “vanguardia revive”, “vanguardia desaparece”.
Para bien de muchas de estas “vanguardias” [1], el mundo posmoderno y globalizado permite que nada quede fuera de la luz del monitor. Entonces pueden comenzar a revivir o, cuando menos, mostrarse ante el mundo como lo que, en algún momento, fueron. Y de esta forma conseguir lo que no querían (difundirse ante el populacho) o, caso contrario, estar a unos clics de distancia de todo aquel que quiera prestar ojos y un momento de atención a lo que los autores de distintas épocas quisieron decir (ahora digitalizados y latentes en los maravillosos pdf o txt), sin (tantas) censuras de un poder de élites, ya que (para nuestra fortuna) muchos de estos grupúsculos, reacios a sucumbir ante el poder de la tecnología, sólo saben utilizar el correo electrónico, el messenger y, cuando ya se consideran un poco “malditos”, comienzan a utilizar un blog.
Esta introducción a la red y a la restrictiva élite, sólo tuvo un objetivo. Tratar de dar una pequeña explicación (bastante somera) sobre el papel de la internet en la resurrección de las vanguardias y específicamente en el resurgimiento del infrarrealismo (bastante influido por la aparición en la red de la página http://infrarrealismo.com). Y es sobre este movimiento que intentaré hablar en las siguientes páginas.
Infra… ¿qué?
Cuando a algún compañero, en alguna plática de café (o chela) le menciono el nombre “infrarrealismo” tiene una extraña tendencia a mirarme con los ojos que, supongo, habrá puesto Roberto Bolaño (uno de sus fundadores) cuando se enteró de que había ganado el Rómulo Gallegos. Al infrarrealismo lo envuelve una especie de incredulidad por parte de las personas (que no se han acercado a él) que se traduce en el “misterio” (sin las implicaciones carlostrejianas) que lo ha envuelto desde su aparición y su rápida (o no tanto) extinción en la década de los setentas.
Dicha “extinción” no fue por culpa de sus miembros, bueno sí, un poco, pero realmente fueron los “otros poetas” quienes se encargaron de erradicar del mapa el rastro de este movimiento. Quiero dejar en claro que no me refiero a una censura de índole (tan) violenta, como sería la quema de libros y poemas sueltos, o golpear a los poetas que lo conformaron, sino de la que los ha dejado fuera de los libros de texto (gratuitos y no tanto), de los recuentos y antologías de la época y de muchos otros medios; sin embargo, los infras se han venido “curando” de ella a través de las décadas gracias, por un lado, al empeño de algunos de ellos por publicar sus textos y, por el otro, a los ociosos que han colgado a la red muchos de sus trabajos (por ello anteriormente mencioné el valor de la internet para el rescate del infrarrealismo).
He estado dando largas a la definición del movimiento y supongo que las seguiré haciendo más todavía, así que sería bueno que entregara una primera definición. Heriberto Yépez (2006) define al infrarrealismo como "una corriente poética que, a falta de publicaciones sistemáticas, a falta de apoyo contextual y por decisión propia, no influyó directamente en la literatura mexicana mainstream, con la cual mantenía una repulsión mutua; se trató de una orientación poético-exitencial que marcó duramente a algunos de sus participantes" [2]. Y como no iban a verse marcados e incluso rechazados, después de todo este grupo de muchachos roñosos, desmadrosos, bastante relajados en cuanto a la costumbre del tarro y empinar el codo e inhalar ciertos “perfumes extraños” contenidos en bolsas de nylon, se dieron a la tarea de “darle en su madre” al sistema que años más tarde se encargaría de borrarlos del “Mapa poético de México”. [3]
¿Y qué ha sido más vendible que una expresión artística disidente? Creo que solamente la coca cola, y eso porque es un producto (casi) de primera necesidad. Sin embargo, entre las vanguardias hay una especie de catálogo que las élites se encargan de rescatar. De ahí sale que en el abanico de movimientos sólo aparezcan algunos mientras que otros se han perdido (o borrado) del mapa, gracias a una suerte de ademanes mágicos del poder. Aquí entiendo el poder no como un político con mano de hierro, botas pesadas, risa satánica, apetito incontrolable y pequeños titiriteros llamados empresarios que le mueven los hilos (bueno, también) pero me refiero específicamente a los intelectuales(oides) que se preocupan por tener contentos a los mismos titiriteros, que dejan de ser prestadores del espectáculo para convertirse en el público al que hay que entretener. ¡Vamos a ver las nuevas monerías que ha hecho nuestro artista (patrocinado)! ¿[Maestro] no se le antoja un librito o una copita? Esos monos que terminan siendo un símil de vendedores de artesanías en las embajadas o puestos públicos, son quienes se encargan de decir “vanguardia revive”, “vanguardia desaparece”.
Para bien de muchas de estas “vanguardias” [1], el mundo posmoderno y globalizado permite que nada quede fuera de la luz del monitor. Entonces pueden comenzar a revivir o, cuando menos, mostrarse ante el mundo como lo que, en algún momento, fueron. Y de esta forma conseguir lo que no querían (difundirse ante el populacho) o, caso contrario, estar a unos clics de distancia de todo aquel que quiera prestar ojos y un momento de atención a lo que los autores de distintas épocas quisieron decir (ahora digitalizados y latentes en los maravillosos pdf o txt), sin (tantas) censuras de un poder de élites, ya que (para nuestra fortuna) muchos de estos grupúsculos, reacios a sucumbir ante el poder de la tecnología, sólo saben utilizar el correo electrónico, el messenger y, cuando ya se consideran un poco “malditos”, comienzan a utilizar un blog.
Esta introducción a la red y a la restrictiva élite, sólo tuvo un objetivo. Tratar de dar una pequeña explicación (bastante somera) sobre el papel de la internet en la resurrección de las vanguardias y específicamente en el resurgimiento del infrarrealismo (bastante influido por la aparición en la red de la página http://infrarrealismo.com). Y es sobre este movimiento que intentaré hablar en las siguientes páginas.
Infra… ¿qué?
Cuando a algún compañero, en alguna plática de café (o chela) le menciono el nombre “infrarrealismo” tiene una extraña tendencia a mirarme con los ojos que, supongo, habrá puesto Roberto Bolaño (uno de sus fundadores) cuando se enteró de que había ganado el Rómulo Gallegos. Al infrarrealismo lo envuelve una especie de incredulidad por parte de las personas (que no se han acercado a él) que se traduce en el “misterio” (sin las implicaciones carlostrejianas) que lo ha envuelto desde su aparición y su rápida (o no tanto) extinción en la década de los setentas.
Dicha “extinción” no fue por culpa de sus miembros, bueno sí, un poco, pero realmente fueron los “otros poetas” quienes se encargaron de erradicar del mapa el rastro de este movimiento. Quiero dejar en claro que no me refiero a una censura de índole (tan) violenta, como sería la quema de libros y poemas sueltos, o golpear a los poetas que lo conformaron, sino de la que los ha dejado fuera de los libros de texto (gratuitos y no tanto), de los recuentos y antologías de la época y de muchos otros medios; sin embargo, los infras se han venido “curando” de ella a través de las décadas gracias, por un lado, al empeño de algunos de ellos por publicar sus textos y, por el otro, a los ociosos que han colgado a la red muchos de sus trabajos (por ello anteriormente mencioné el valor de la internet para el rescate del infrarrealismo).
He estado dando largas a la definición del movimiento y supongo que las seguiré haciendo más todavía, así que sería bueno que entregara una primera definición. Heriberto Yépez (2006) define al infrarrealismo como "una corriente poética que, a falta de publicaciones sistemáticas, a falta de apoyo contextual y por decisión propia, no influyó directamente en la literatura mexicana mainstream, con la cual mantenía una repulsión mutua; se trató de una orientación poético-exitencial que marcó duramente a algunos de sus participantes" [2]. Y como no iban a verse marcados e incluso rechazados, después de todo este grupo de muchachos roñosos, desmadrosos, bastante relajados en cuanto a la costumbre del tarro y empinar el codo e inhalar ciertos “perfumes extraños” contenidos en bolsas de nylon, se dieron a la tarea de “darle en su madre” al sistema que años más tarde se encargaría de borrarlos del “Mapa poético de México”. [3]
Yendo en el tiempo unas décadas hacia atrás (ignoro exactamente la fecha) tenemos la pugna entre los “exquisitos” [4] Contemporáneos y sus eternos pleitos con los Estridentistas. Y es que mientras unos estaban escribiéndole odas a los bellísimos atardeceres de la ciudad de México (que en ese entonces no estaba tan contaminada), los otros estaban hablando de una situación mas o menos caótica, de una ciudad que no iba a aguantar tanto, una ciudad a la que había que escandalizar y hacer que sus gritos de insatisfacción alcanzaran el número más elevado de decibeles. Así era la pugna Contemporáneo v/s estridentista. Para entender un poco más esa contraposición entre tendencias artísticas basta con mirar una foto de Novo, ahora me viene a la mente una en la que parece un auténtico playboy; y una de Maples Arce, la cual me remite más a Groucho Marx que a algún “poeta consagrado (o cuando menos de la importancia y talla de Maples Arce)”.
Yépez en la “historia de algunos infrarrealismos” (2006) plantea la idea de un pleito continuo y diacrónico entre estridentistas y contemporáneos, que ha trascendido la barrera de las etiquetas, convirtiendo el panorama Mexicano en un ciclo de pleitos entre las mismas inclinaciones en lo que a la esencia de la “ideología poética” se refiere; en palabras de un español más común: otras gatas, pero revolcándose igual que las anteriores. Y esto podría apoyarse en la afirmación de Javier Campos cuando dice que “la imagen del poeta en Bolaño, no es más que la repetición y la re-actualización, durante comienzos de los sesenta y setenta en América Latina del artista surrealista”, tomando en cuenta que la representación del movimiento realvisceralista que Bolaño hace en sus detectives salvajes tiene un poco de calca de lo que fue, en esencia, lo infra. Después de todo, todas las vanguardias tuvieron problemas en su tiempo. Sin embargo, debe atenderse a que “Los movimientos de vanguardia tomaron en Europa otras direcciones” como dijo Maples Arce [5]. Esa reactualización de los modelos es lo que interesa para la formación de un movimiento-espíritu infra. La reactualización del pleito y la inconformidad, entre tantas otras cosas.
Infras, visceras…
Bolaño se contenta con cambiarles el nombre a realvisceralistas, pero como dice Raúl Silva “son ya personajes de una épica moderna. Otra odisea es la de los personajes que inspiraron esa invención: los infrarrealistas, seres de carne, hueso, vísceras y harta poesía”. Bolaño no denigra en ningún momento al “movimiento” reetiquetándolo (como Silva hace parecer según el tono de “reproche aclaratorio” que maneja), creo que incluso lo dota de un sentido un poco más ambicioso.
En una época en la que todo escritor latinoamericano que esté orgulloso de serlo debe afiliarse a una especie de realismo mágico, o real maravilloso, o realismo maravilloso, o quién sabe cuántas permutaciones de los términos real, mágico y maravilloso que existen en nuestro panorama literario, el chileno llega a decir que también se puede hacer un realismo visceral, un movimiento en el que se escribe con las tripas y el hígado, en el que no es necesario llevar a un extremo de fascinación lo de aquí, sino que el latinoamericano (escritor o no) puede quedarse ante la realidad como el chinito ante la cultura: “nomás milando”, como dice el manifiesto rupestre del Rockdrigo. Incluso, aunque a Raúl Silva no le guste del todo, el manifiesto infrarrealista de Mario Santiago (otro infra del que hablaré más adelante) toca las vísceras y el lugar de donde proviene el arte (“la cultura”) “LA CULTURA NO ESTÁ EN LOS LIBROS NI EN LAS PINTURAS NI EN LAS ESTATUAS ESTÁ EN LOS NERVIOS/ EN LA FLUIDEZ DE LOS NERVIOS PROPOSICIÓN MÁS CLARA : UNA CULTURA ENCARNADA/ UNA CULTURA EN CARNE, EN SENSIBILIDAD”. [6]
Esta misma sensibilidad lleva a una escritura distinta. Una mezcla extraña que nadie entiende bien de donde sale. Es una creación, retomando la idea de Huidobro de que el artista es un pequeño dios, pero el infra no es tan melódico como el dios huidobriano, es más bien un titán: Caos. Por eso Mario Santiago, en su pequeña egolatría (como todo buen pequeño dios) dijera en algún momento que “La poesía mexicana se divide en dos: la poesía mexicana y el infrarrealismo”.
El infrarrealismo
Es momento de dar a conocer exactamente toda esta sarta de cosas de las que he estado hablando. Dar de una vez por todas la imagen que esclarezca el infrarrealismo (¿visceral?). Heriberto Yépez menciona lo difícil que es conseguir materiales y textos de los infrarrealistas, yo lo apoyo, fuera de uno o dos poemas de cada uno de los miembros (algunos no tienen ninguno perdido en la red y otros tantos no son considerados entre las estrellitas que merecen tener su espacio en la página de internet) es extremadamente complicado dar con uno de ellos o con alguno de sus libros, uno se convierte en una especie de detective salvaje persiguiéndolos. Para mi suerte, algunos críticos, poetas, ensayistas y un novelista, ya se han encargado de dar pistas (salvajes) sobre la historia (salvaje) y el génesis del movimiento (salvaje).
Todos (menos José Vicente Anaya) coinciden en que el infrarrealismo comienza a gestarse en 1975 cuando “el jóven poeta Mario Santiago Papasquiaro [que en ese entonces no tenía el Papasquiaro] conoce al chileno Roberto Bolaño, en el Café La Habana”. Dice Cobas Carral que “unos meses después de ese encuentro -entre fines del 75 y principios del 76- surge, una noche, en casa del poeta chileno Bruno Montané un nuevo modo de pensar y hacer poesía: irrumpe en el panorama cultural mexicano el Movimiento Infrarrealista cuya principal intención es -en palabras de sus creadores- ‘volarle la tapa de los sesos a la cultura oficial’”. Otros reconstructores de la historia infra (los liderados por Anaya, quien no quiere que se le excluya del grupo de “fundadores” del infrarrealismo) dicen que es en el taller de Juan Bañuelos (por ahí del 74) en donde ante el descontento de la mayoría de los participantes ya que el “poeta consagrado” estaba cerrado a sugerencias, Mario Santiago intenta hacerle renunciar acusándolo de “menopausia galopante”. Podemos decidirnos con cuál versión quedarnos. Ambas son infra.
Y yo soy infra cuando no sigo a Octavio Paz
Todos coinciden (incluyendo a Anaya) en que una de las consignas principales fue “partirle su madre a Octavio Paz”, actitud latente a lo largo de Los detectives salvajes y que sólo pudo llevarse a cabo cuando uno de ellos [7] (bastante ebrio) irrumpió “la paz y la calma en el recinto poético del maestro” Octavio Paz. El premio nobel mexicano se mostró ofendido, alegó que había gente estúpida que quería destrozar la tradición poética mexicana y que el alcoholismo no era justificación para la estupidez. Supongamos todos (con esa posibilidad de tener certeza) que fue el movimiento de la mano derecha del poeta endiosado la que decidió (o condicionó cuando menos) la desaparición de los infrarrealistas. “Pepito Tequila sollozando su amor por Lisa Underground”. [8] (Bolaño)
Sin embargo, esta “desaparición” no pudo quedar mejor con lo “infra” que los infras perseguían. Infra como los infrasoles (o soles negros) del cuento de Georgij I. Gurevich. Pequeños mundos que producen su luz hacia adentro, resultado de un agujero negro que se ha tragado todo y se vuelve una esfera pesada donde la vida se desarrolla igual que en otro planeta, nomás que aislada ya que nadie la puede ver por su ausencia de color. Y si a ésto le sumamos la metáfora del petate quemado en la que Yépez hace referencia al nivel del suelo en el que se encontraba lo infra, al calor que produce el sexo de una sola noche con una puta en los arrabales más bajos de la ciudad (porque el petate es de los pobres y los infras de la ciudad), tenemos el sentido de lo “infra” de los infras.
Los manifiestos
Obviamente como toda vanguardia, los infras tenían sus manifiestos. Tres en total, Mario Santiago (el romántico), Bolaño (la verdad casi única, según sus palabras) y el de Anaya (pidiendo un pedazo del pastel, aunque su escrito es el más claro de los tres). Heriberto Yépez (2006) retoma la idea de que Anaya (le) dijo en una entrevista para Replicante (también en 2006), y dice que el infra no era uno sino varios (archipiélagos) ya que todos los miembros tenían el derecho (y la obligación) de hacer con su infrarrealismo un papalote. Pero el día que se dio lectura a los manifiestos, los únicos que se molestaron en hacer uno fueron los antes mencionados.
Bolaño
Bolaño, según muchos de los testimonios era un líder impuesto, un Bretón sudaca que mangoneaba a sus pupilos vanguardistas mexicanos. En los detectives salvajes se ve cuando García Madero tiene miedo de que Belano (belle ano) lo expulse del movimiento, como hizo con otros miembros.
En déjenlo todo nuevamente, su manifiesto, Bolaño muestra la centralidad del hombre (con todo y sus vísceras) ante la cuestión poética aristocrática. “Son tiempos duros para la poesía, dicen algunos [...] son tiempos duros para el hombre, decimos nosotros”. A lo largo de todo el manifiesto nos encontramos con afirmaciones contundentes en contra de los “poetas del estado”. “Hasta las cabezas de los aristócratas nos pueden servir de armas”. Manifiesta la forma (infra) de crear. “Vamos a meternos de cabeza en todas las trabas humanas, de modo tal que las cosas empiecen a moverse dentro de uno mismo, una visión alucinante del hombre [...] la mejor pintura de latinoamérica es la que pintamos [...] sobre nuestros rostros”. Y toca el aspecto del viaje, seguramente lo más importante en su manifiesto. Irse fuera y sobre uno mismo. “El verdadero poeta es el que siempre está abandonándose”. Remata, con el único mandato a su generación y a sus compañeros (las órdenes de Bretón se acatan, ¡Artaud el que no haga caso!), “Déjenlo todo nuevamente láncense a los caminos”.
Emesepé (Mario Santiago Papasquiaro)
Mario Santiago dice que “TODO ES ARTE Y TODO EL MUNDO PUEDE HACERLO”, “CONVERTIR LAS SALAS DE CONFERENCIAS EN STANDS DE TIRO” y “JUGAR”. Ya que la poesía, para él es cualquier juego, cualquier vida cotidiana traspasada a letras y sonidos. A furia y a vísceras. Su devoción a la poesía es la devoción cherokee [9]. “Poesía atroz / te amo de siempre/ Gatees silbes muerdas o vueles [...] Escribo : meo : cojo : rezumo : bailo con ratas [...]Soy tu destello/Eres mi hacha”. Él (pequeño dios) es el destello en el filo del hacha de la poesía. Mario Santiago es la ciudad caótica hecha poesía, “lo chilango pasado a lo chido” (Yépez 2006: 147).
Anaya
Lo más importante del manifiesto de Anaya es que muestra el infrarrealismo como un movimiento poético-existencial [10], “LA BELLEZA ES, EXISTE EN EL PRESENTE [...] el infrarrealismo es la espontánea e inesperada aparición de la clave determinante que aísla y destruye todas las reglas que constriñen y retrasan al ser humano”, y da una pequeña pincelada del organicismo infra. En el documental "Y tú que &%$”··% sabes?", se dice que todos estamos existiendo y no existiendo al mismo tiempo, y nuestros átomos están ahí debatiéndose, intentando decidirse por uno u otro, ahí es donde surge la energía que nos mantiene aquí. José Vicente Anaya dice “EL INFRARREALISMO EXISTE Y NO EXISTE”, como los hombres.
Conclusiones apresuradas por falta de espacio
Infra fue la manera en la que se abordó el mundo por un grupo de sujetos que quisieron ponérsele al brinco a Don Octavio quien los desapareció de los libros de texto gratuitos y del panorama literario canónico mexicano (nótese que José Agustín no los incluyó en la contracultura en México). Sin embargo esto los alegró, les dio la libertad de hacer lo que quisieron con su poesía. Bolaño en una entrevista dijo que “para acceder al arte lo primero que se necesita, incluso antes que talento es valor”. Y de eso (y destos) le sobró al movimiento.
Como último punto y sabiendo que todavía faltan muchísimas cuestiones por tocar, por ejemplo las repercusiones de la fama de Bolaño, los aprovechados, los expulsados, “Al este del paraíso”, los libros colectivos, las revistas, los viajes y las fugas, las búsquedas, etcétera. Sólo quiero ampliar la clasificación Anaya/Mario Santiago/Bolaño, que hice al principio, incluyendo a los neoinfras e infras de la red. Si bien el movimiento revivió su etiqueta, se dedican a otras cosas más “en lo normal”. Periodistas, pintores en Europa, dueños de lavanderías y panaderías, etcétera. El nuevo auge del infra, quisiera explicarlo haciendo la sumatoria de las muertes de Bolaño y Mario Santiago; los premios del primero y la inclusión de varios de sus libros en una de las listas de “las mejores novelas del la segunda mitad del siglo XX” (o algo así), y la conversión del segundo en un “escritor de culto” en el ambiente “ondergraun”.
La nueva moda infra responde a las numerosas indagaciones críticas a la obra de Bolaño a raíz de su muerte y consagración. Y, al mismo tiempo, al excesivo número de poetas oficiales (con todo y achichintles) con los que nos podemos topar en la presentación de cualquier libro del CONACULTA y que además siguen nublando el panorama literario. Mientras siga habiendo internet, habrá muchachos desnudos bajo el arcoíris llevando los cadáveres de Bolaño y Mario Santiago sobre sus espaldas, dispuestos (tal vez) a dejarlo todo nuevamente, porque el pleito entre contemporáneos y estridentistas todavía no ha terminado.
Notas aclaratorias
[1] Que, a partir de éste momento, usaré entre comillas. Ya que comenzaré a referirme a una en específico.
[2] El subrayado es mío.
[3] Menciono esto también con el afán de hacer cierto escarnio en algunos poetas que se han dado a la tarea de imitar al mainstream poético yucateco.
[4] Por no utilizar otra palabra por la cual se me tacharía de homofóbico.
[5] En una entrevista hecha por Roberto Bolaño, citada en el mismo artículo de Javier Campos.
[6] Ignoro como está versificada la original del autor, aquí reproduzco la versión tal y como aparece en www.infrarrealismo.com. Todas las citas tomadas del Manifiesto de Mario Santiago aparecen tal y como aparecen en la página: con puras mayúsculas.
[7] Cuyo nombre no recuerdo en este momento
[8] El subrayado es mío, la cita es del Manifiesto de Bolaño.
[9] Dato adicional: el poema fue musicalizado por Arturo Meza en su disco "el 33 de este mes".
[10] Como mencioné antes.
Bibliografía
Aguilar, Gonzalo “La literatura se instala en el territorio de las colisiones y los desastres: Entrevista a Roberto Bolaño” disponible en red http://garciamadero.blogspot.com (consultado el 12 de septiembre de 2007)
Anaya, José Vicente “Manifiesto infrarrealista por un arte de vitalidad sin límites” en red http://josevicente.infrarrealismo.com/MANIFIESTO.htm (consultada el 20 de septiembre de 2007)
Anaya, José Vicente, Heriberto Yépez. “Los infrarrealistas… testimonios, manifiestos y poemas.” En Replicante número 9. pp. 135-147.
Bolaño, Roberto “Déjenlo todo nuevamente: primer manifiesto infrarrealista” en red: http://manifiestos.infrarrealismo.com/primermanifiesto.html (consultado 12 de septiembre de 2007).
——————- Los detectives salvajes. 1a. ed. Barcelona: Anagrama, 1998.
Campos, Javier “El ‘Primer Manifiesto de los infrarrealistas’ de 1976: su contexto y su poética en los detectives salvajes” en Crítica.cl, Revista digital de ensayo, crítica e historia del arte fundada por Adolfo Pardo en Santiago de Chile en 1997. En red http://www.critica.ci/html/campos_javier_01.html (consultado el 12 de septiembre de 2007)
Cobas, Carral Andrea “ ‘Déjenlo todo nuevamente’: apuntes sobre el movimiento infrarrealista mexicano” en red http://infrarrealismo.com (consultado el 12 de septiembre de 2007).
Cruz, Iván. “Desnudos al sol de media noche” en: Viento en vela revista trimestral de literatura año 1 número 5. Septiembre de 2006 pp. 4-5,
————– “entrevista a José Vicente Anaya” en: Viento en vela revista trimestral de literatura año 1 número 5. Septiembre de 2006.pp. 9-12.
————– “entrevista con Marco Lara” en: Viento en vela revista trimestral de literatura año 1 número 5. Septiembre de 2006. pp. 30-36.
Herrera, Luis. “Si he de vivir que sea sin timón y en el delirio: Homenaje a Mario Santiago”. En red http://sintimonyeneldelirio.blogspot.com/2006/12/si-he-de-vivir-que-sea-sin-timon-y-en.html (consultada el 12 de septiembre de 2007)
Ossandón, Felipe “Las primeras escaramuzas literarias de Bolaño: 1968-1977” en Revista de Libros “El Mercurio” 16 de Julio de 2004. En red http://garciamadero.blogspot.com/2007/08/las-primeras-escaramuzas-literarias-de.html (consultado el 12 de septiembre de 2007)
Papasquiaro, Mario Santiago “Manifiesto infrarrealista” en red: http://cimposibles.blogspot.com/2007/08/manifiesto-infrarrealista-mario.html (consultada 15 de septiembre de 2007)
Silva, Raúl “La realidad nutre, la imaginación dispone” disponible en red http://infrarrealismo.com/RaulSilva/Zaragoza.htm (consultado 12 de septiembre de 2007)
Yépez, Heriberto “los infrarrealistas” disponible en red http://milenio.com/suplementos/laberinto/nota.asp?id=544568 (consultado 12 de septiembre de 2007)
Yépez, Heriberto “Historia de algunos infrarrealismos” en: Alforja, revista de poesía. No. 38, Otoño de 2006. pp 132-153.